Démosle paz a la guerra. Dejemos atrás por unos días la reseña de los enjundiosos esfuerzos de los generales norteamericanos, dedicados a pensar maneras de reducir la esperanza de vida del pueblo iraquí, y vayamos a asuntos más amables. Hoy arranca la semana santa con todo el potencial que suele ofrecer para el solaz, la holgura, el romance, la pasión, la disipación, la espiritualidad y el recogimiento, de acuerdo a cada cual. Pero sea cual sea el plan que haya usted elegido, le sugiero encarecidamente hacerse acompañar de uno o varios libros.
Las novelas tienen varios usos durante unas vacaciones. Distrae, aleja acompañantes incómodos, ofrece pretextos para rehuir ser enterrado en la arena o hacer cola en cines tumultuosos. Desde luego, y dependiendo del contenido, ofrecen la enorme oportunidad de sumergirse en otras vidas, ser otros, habitar otras pasiones y otros miedos. Aunque como lo descubrió Teresa Mendoza, la narcotraficante y personaje central de la novela de Arturo Pérez Reverte, “La Reina del Sur”, “todos los libros del mundo hablaban de ella”, es decir de nosotros mismos, es decir del lector que al pasar cada hoja la escribe de nuevo (y dicho sea de paso, aunque fue publicado el año pasado, sigue siendo un libro insuperable para el avión o la playa).
A propósito de ser otros y uno mismo, una de las novedades del año es la obra “El hombre duplicado” (editorial Alfaguara) del premio Nobel José Saramago. Trata de un profesor de escuela que renta una película y se lleva una sorpresa mayúscula en lo que pensó sería una rutinaria y solitaria velada en casa. A mitad de la película se da cuenta, primero con dudas y luego con toda la certidumbre que permite el “replay”, de que un actor secundario es idéntico a él. No es alguien que se le parece; es simple y llanamente un duplicado. A partir de este hecho, el personaje arrancará una vertiginosa investigación que le llevará a darse cuenta de que su “idéntico” comparte incluso su huella digital y ni siquiera su esposa sería capaz de distinguirles. Todo lo cual, por supuesto, abre un campo de posibilidades que cambiará la vida de ambos.
Para quienes las vicisitudes de los Amigos de Fox, las comidillas de la clase política y las infamias del poder resultan adictivas y, por ende, suelen padecer nostalgia informativa en la playa, es recomendable la última obra de Carlos Fuentes “La Silla del Águila” (editorial Alfaguara). Describe los afanes de Doña María del Rosario Galván, una matrona tan bella como virtuosa de la política, que se dedica a allanar el camino para lograr que su joven amante se convierta en el próximo presidente del país. La historia es fascinante por la profundidad del personaje, una combinación de Beatriz Paredes, María Félix, Elba Esther Gordillo e Irma Serrano en sus mejores momentos. Es un libro que permite a Carlos Fuentes reflexionar a sus anchas sobre el arte de gobernar y los oscuros pasadizos del poder y la manipulación política.
Si usted suele disfrutar de literatura más intimista hay dos libros a destacar este año. “Expiación”, de Ian McEwan (editorial Anagrama) es un texto notable. Aborda uno a uno el mundo interior de cada uno de los miembros de una familia inglesa a partir de un día en los años treinta, en que sufren una experiencia traumática que les marcará para siempre. Los personajes seguirán creciendo, irán a la guerra, tendrán amores y construirán familias, pero vivirán un tiempo prestado hasta que no expíen las consecuencias de la tragedia original. Paradójicamente es una hermosa historia de amor y humor, de enorme calidad literaria.
Otra buena obra de literatura psicológica es “Los Aires Difíciles” de la escritora española Almudena Grandes (editorial Tusquets). Describe el encuentro de varios personajes que llegan a las playas de Cádiz huyendo de su pasado. Lo que arranca como una prometedora convivencia de desterrados, pronto se convierte en un crisol de obsesiones y asignaturas pendientes que revuelca a media docena de hombres y mujeres a partir de un aparente crimen pasional.
La mejor manera de no fallar en la elección de una buena novela es optar por Mario Vargas Llosa. Nadie como él para contar una buena historia. Y justamente eso es lo que hace en el libro de reciente aparición “El paraíso en la otra esquina” (editorial Alfaguara). Es la biografía novelada de dos contestatarios del orden burgués. De un lado, el pintor Paul Gauguin que huye a Tahití en busca de sí mismo, y del otro, la apasionada vida de su abuela Flora Tristán, luchadora socialista y precursora feminista en la primera mitad del siglo XIX. Cada uno a su manera ofrece un camino distinto para un anhelo común: encontrar la utopía que les reconcilie con el mundo injusto y alienado que les rechaza.
En fin, si sus gustos rozan con la poesía, el libro a buscar es “El mal de Montano”, de Enrique Vilas-Matas (Anagrama), un obra exquisita, multipremiada. Por el contrario, si desea un texto ligero, humorístico y bien escrito, el autor inglés Michael Frayn ofrece un excelente platillo: “La trampa maestra” (Salamandra). Pero por ningún motivo desperdicie su semana frente a la televisión, sucumba a Big Brother o, dilapide sus vacaciones siguiendo los altibajos del gabinete. Lea a Vargas Llosa, olvide a Bush. (jzepeda52@aol.com)