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Legislatura/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Este parlamento es suficiente para disuadir a cualquier de ingresar a la vida política.” Cuthbert Morley Headlam

Mañana, 30 de abril, terminará finalmente la 58ª legislatura del Congreso de la Unión, la primera a la que le tocó trabajar con un presidente surgido de las filas de la oposición. Pero si bien el inicio de esta legislatura en el año 2000 tuvo lugar en un ambiente de optimismo, producido por las expectativas de lo que se veía como el comienzo de una era realmente democrática, los resultados han sido decepcionantes.

Los entusiastas del Congreso afirman que éste aprobó muchas iniciativas y que su trabajo ha sido más que satisfactorio. Los críticos, sin embargo, señalan que la mayor parte de las iniciativas aprobadas fueron relativamente poco importantes mientras que los grandes cambios, los necesarios para el desarrollo del país, se quedaron en el tintero.

Efectivamente, la reforma fiscal, la apertura de la electricidad y la reforma laboral siguen en los cajones de los legisladores y tendrán que ser retomados y discutidos en la siguiente legislatura. A cambio el Congreso ha impulsado una serie de medidas populistas que difícilmente podrán convertirse en realidad. El mejor ejemplo es la reforma a la Ley de Educación, la cual obligará al gobierno de la república a gastar el ocho por ciento del producto interno bruto en educación a pesar de que toda la recaudación tributaria federal apenas alcanza el 11 por ciento. Ese gasto resulta imposible porque dejaría sin recursos al resto de la administración pública. Pero los mismos legisladores se han negado a darle al gobierno de la república las armas para recaudar el dinero que permitiría su cumplimiento. Otro ejemplo son las reformas constitucionales sobre derecho y cultura indígenas. Éstas fueron muy controvertidas porque el Congreso se negó a aprobar la iniciativa que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional exigía y que el gobierno del presidente Vicente Fox asumió como suya. La verdad es que esa iniciativa era un desastre jurídico, sobre todo porque limitaba el derecho al sufragio libre de los indígenas y les restringía también el derecho a la propiedad. Al final la legislación que salió del Congreso no fue tan mala y tuvo la ventaja de que permitió incluir en el artículo cuarto constitucional una cláusula importante que prohíbe la discriminación. Sin embargo, debido a que el resto de la legislación no combate los problemas fundamentales de la marginación de los indígenas, no ha habido absolutamente ningún cambio en la situación de estos pueblos.

Esta 58ª legislatura ha coincidido con un período de estancamiento en la economía nacional. La situación ha sido atribuida por muchos a la recesión en Estados Unidos. Pero si bien es verdad que los tropiezos económicos de nuestro principal socio comercial han incidido en el estancamiento mexicano, la verdadera razón de fondo ha sido la incapacidad del Congreso para hacer reformas estructurales que hubieran podido generar nuevas inversiones productivas en nuestro país independientemente de lo que ocurriera en Estados Unidos. La apertura de la electricidad por sí sola habría promovido una nueva oleada de inversiones y, además, habría reducido las tasas de interés que paga México al disminuir el riesgo país.

La reforma laboral es también muy importante. México está perdiendo cada vez más terreno frente a las industrias manufactureras de China. Nosotros no podemos competir en sueldos con los chinos, pero sí podemos evitar mucha de la inflexibilidad laboral que ha hecho tan onerosa la contratación de trabajadores en México a pesar de que sus sueldos siguen siendo tan lamentables. Pero esta reforma está también detenida.

Quizá la iniciativa más importante aprobada por la ya desfalleciente 58ª legislatura sea la Ley de Acceso a la Información. Ésta tiene todavía muchos problemas: faltó en particular obligar al Poder Judicial, y no sólo al Ejecutivo, a abrir su información al público. Pero la ley aprobada por lo menos aceptó el principio crucial de que la información que se produce en el ejercicio de la función pública le pertenece al público y no al funcionario.

De cualquier manera, desde cualquier lado que se le vea la actuación de la 58ª legislatura es decepcionante. Ésta tuvo una oportunidad histórica para impulsar grandes cambios en el país. En lugar de eso quedará en la historia como mediocre, populista y paralizada.

A LA BASURA

Ya se van los diputados. Muchos de ellos, después de tres años de experiencia, están aprendiendo a legislar; pero su experiencia la tiraremos a la basura. El próximo mes de septiembre habrá que empezar de nuevo y sufrir los costos del aprendizaje de una nueva camada de diputados.

Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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