San Francisco (EEUU), 28 may (EFE).- Los tatuajes y los "piercing" o perforaciones son para los gallinas: la última moda son las "lenguas bífidas", un procedimiento que consiste en partir el músculo en dos, como si se tratase de un reptil.
Los tatuajes o anillos en los labios, ombligo, pezones o incluso en otras partes delicadas del cuerpo no son nada en comparación con un procedimiento que pone los pelos de punta a los no iniciados.
Esta moda, que básicamente consiste en partir la lengua en dos mitades para dar al "usuario" el aspecto de una víbora, ya cuenta con unos 2.000 seguidores en EEUU y Canadá.
Esto es lo que asegura Shannon Larrat, creador de la revista en Internet Body Modificacion, una de las principales autoridades en la materia.
Los seguidores de esta especie de culto, llamado "Modificación del Cuerpo" y que también incluye tatuajes, perforaciones, escarificaciones -cortes en la piel-, y otras actividades que traen a la mente cámaras de tortura, señalan que las lenguas bífidas se están extendiendo rápidamente en este país.
Sin embargo, algunos estados como Illinois o Michigan pronto podrían poner veto a esta práctica, ya que los legisladores alegan -basándose en la opinión de la comunidad médica- que conlleva serios riesgos.
Desde graves infecciones que pueden extenderse a la garganta hasta hemorragias difíciles de controlar, por no hablar de las dificultades con las que puede encontrarse el paciente para hablar como ser humano en lugar de como reptil.
Larrat, "hombre serpiente" desde 1997, asegura que una vez que la herida está cicatrizada, no debe haber problemas en el habla, y señala que el principal riesgo que conlleva la operación es "enfrentarse después a la gente de mente estrecha, que se manifestará negativamente en torno a tu apariencia".
Para Larrat, sería contraproducente que el procedimiento se prohibiese ya que los interesados continuarían haciéndolo de todos modos en las tiendas donde se hacen tatuajes y por tanto alejados de los centros médicos.
Este y otros practicantes oficialmente recomiendan a los que deseen convertirse en dragoncitos que acudan a un doctor, aunque extraoficialmente advierten que se perderán la parte más espiritual de la experiencia si no lo hacen ellos mismos con un escalpelo o incluso unas tijeras.
Para que los médicos accedan a realizar el procedimiento, advierten, deben asegurarse antes de que el cliente está lúcido y comprende lo que está haciendo, para lo cual recomiendan llevar un informe adicional de un psicólogo que acompañe la petición, no sea que la visita al doctor termine en el psiquiátrico.
Algunos aprovechan para matar dos pájaros de un tiro, y optan por partirse la lengua y sacarse las muelas del juicio en una única sesión, ahorrándose así una parte del costo de la operación (entre 500 y 1.000 dólares, dependiendo de las cualificaciones del cirujano).
Para muchos iniciados, se trata sobre todo de una "experiencia espiritual", mientras que otros aluden a las proezas sexuales que nunca habrían podido llevar a cabo con la lengua de una pieza, y otros más aluden al placer que obtienen haciendo piruetas con sus dos mitades.
"Partirme la lengua es una de las mejores cosas que he hecho", señala The Lizardman (el hombre lagarto) en la revista BMZine.
"Había soñado y fantaseado con lenguas partidas desde mi niñez, y muchas veces dibujaba caracteres con lenguas bífidas. Me gustaba la idea estéticamente y por el potencial sexual que implicaba", añade el lagarto que parece recién sacado del casting de la serie de televisión "V".
En sus testimonios en la web de Larrat -un gran archivo con miles de fotografías y centenares de narraciones en primera persona y foros de discusión- los seguidores de este culto señalan que, en última instancia, el procedimiento no es más dañino que los implantes de pecho o los retoques en la nariz.
Por si alguien se lo está preguntando: sí, todavía se puede ir más lejos.
Una sencilla búsqueda en internet con los términos "amputación voluntaria" muestra cómo la lengua de dragón es sólo un pequeño paso hacia la modificación. O hacia la destrucción, dependiendo de cómo se mire. EFE