Comerciantes se quejan de la no aplicación del reglament
La reglamentación de los estacionamientos públicos de la ciudad de Durango existe en la capital desde hace aproximadamente un año; sin embargo, a decir del comercio organizado, ha quedado en letra muerta su contenido, pues a simple vista ese tipo de empresas reflejan actuar al margen de la normatividad y bajo la complacencia de las autoridades.
A pesar del tiempo que ha transcurrido desde que el Cabildo aprobó ese marco jurídico que regula la actividad de los establecimientos, casi la totalidad de éstos continúa brindando sus servicios sin aplicar las condiciones mínimas señaladas por el Reglamento de Estacionamientos del Municipio de Durango.
Lo anterior ya que las tarifas a cobrar son impuestas a la consideración de cada empresa, las características físicas de éstas varían desde un terreno o corazón de manzana adaptado solamente con una puerta de acceso –sin firme, ni techo, etc.-, hasta un lugar con casi todos los elementos necesarios, los cuales son mencionados por el artículo 19 de la citada norma municipal.
Ricardo Gamero Ramos es el encargado de un estacionamiento público que no tiene nombre y cuya fachada está totalmente borroneada de grafitti; se localiza en calle Bruno Martínez, entre Pino Suárez y Francisco Saravia.
Ese lugar no tiene firme ni cuenta con partes techadas. Y así como la totalidad de los negocios de esa naturaleza, éste no brinda servicio garantizado de seguridad, ni cuenta con pólizas de seguro para protección de los vehículos. No cobra medias horas después de transcurrida la primera hora; su tarifa es de las más bajas, pero sus condiciones son deplorables, a pesar de estar en pleno Centro Histórico.
El artículo 19 del Reglamento de Estacionamientos establece los 17 requisitos que debe reunir un lugar dedicado al servicio público de estacionamiento. Pero, tras un recorrido hecho por El Siglo a más de seis de los ubicados en la zona céntrica de la ciudad, se pudo observar que, como dicen la Cámara de Comercio y las diversas agrupaciones de pequeño comercio, es letra muerta esa normatividad del Municipio.
Por otro lado, el artículo 25 habla de las sanciones y de las causas de revocación de las licencias de los estacionamientos públicos; sin embargo, es obvio que ninguna empresa del ramo cumple esas condiciones legales, o al menos no las más importantes, como la presentación de las pólizas de seguros vigentes contra daños y robo total y responsabilidad civil.
Desconocimiento
Después del reglamento
Ninguna infracción ha aplicado la Coordinación Municipal de Inspectores en contra de los estacionamientos públicos que operan en la ciudad de Durango; de hecho, los integrantes de la Comisión de Actividades Económicas del Ayuntamiento desconocen el padrón de las empresas de este tipo.
Según Arturo Yáñez Cuéllar, regidor del PRI, lo que sí saben en la Comisión mencionada es que la cuestión reglamentaria les tocó a ellos y que concluyó hace meses, pero de la ejecución del reglamento no saben nada, pues le toca a la Dirección de Seguridad Pública y a los Inspectores Municipales esa labor, pero dijo no saber qué han hecho ambas instancias al respecto.
Reconoció que vale la pena recapitular una cuestión que por su importancia motivó al Cabildo a regular este tipo de actividades y servicios brindados en la capital, porque anteriormente el argumento fue la falta del reglamento respectivo, pero ahora ya se cuenta con tal y no se ha informado a la Comisión cuántas infracciones se han levantado, cuántos estacionamientos operan, cuáles se han regularizado, quiénes cumplen con la norma, etcétera.
¿Qué dice el comercio?
A los comerciantes del centro de la ciudad de Durango les interesa que se cumpla a cabalidad el reglamento de los estacionamientos, pues de esa forma se podrá dar solución a un problema que han estado planteando desde hace años: el pesado tráfico vehicular en el primer cuadro, causado en gran parte por la falta de cajones para estacionarse.
Ya están las reglas bajo las que se deben conducir los establecimientos de esa naturaleza en la capital, pero el comercio se queja de que sigue imperando la ley que los propios empresarios de ese giro quieren cumplir: la suya.