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MONROVIA, LIBERIA.- Las primeras fuerzas de paz de países del África occidental llegaron ayer a Liberia y fueron recibidas con júbilo por centenares de civiles que se volcaron a la pista de aterrizaje del aeropuerto cantando “¡Queremos paz!”
Los soldados son el primer contingente de un total de 3,250 efectivos de una fuerza de paz del África occidental que intenta poner fin a 14 años de matanzas y supervisar la partida del presidente Charles Taylor, un caudillo militar acusado de crímenes de guerra.
Soldados nigerianos con uniforme de combate y chalecos antibalas saltaron de helicópteros blancos de las Naciones Unidas que los trajeron desde Sierra Leona y se instalaron en la pista de aterrizaje del principal aeropuerto de Liberia, en los suburbios de la sitiada capital de Monrovia.
Los soldados, portando ametralladoras, tomaron posiciones en la pista en medio de una intensa lluvia.
“Sabemos que todos nos aguardan y esperamos satisfacer sus expectativas”, dijo el coronel Theophilus Tawiah, de Ghana, jefe del estado mayor de la fuerza.
“Les puedo asegurar que estamos preparados”, dijo el capitán Aliyu Jibril, comandante de las primeras unidades en arribar, que fueron recibidas por funcionarios de Liberia, Nigeria y de Estados Unidos.
El embajador de Estados Unidos, John Blaney, quien también dio la bienvenida a las fuerzas africanas, dijo que su gobierno aún no ha decidido si ayudará con soldados a la pacificación de Liberia.
Dos buques de la armada de Estados Unidos con fuertes contingentes de la infantería de marina se hallan frente a la costa de Liberia. Se ignora si desembarcarán para ayudar a las fuerzas de paz.
Entusiastas multitudes aguardaron a la tropa en la entrada al aeropuerto, mientras agitaban carteles pintados a mano en que se proclamaba: “Al fin la paz”. Mientras un vehículo blindado de transporte de personal descendía de un helicóptero, una multitud de entre 200 y 300 personas eludió a los guardias y se dirigió a la pista de aterrizaje.
Algunos levantaron sobre sus hombres a uno de los comandantes nigerianos, el coronel Emeka Onwuama Egbu, mientras cantaban, “¡Basta de guerra, queremos paz!”.
En Monrovia, la destruida capital, liberianos se congregaron en la principal ruta que conduce al aeropuerto aguardando a las tropas.
“Quiero ver a los soldados con mis ojos”, dijo Bangalu Wonwondor, un ex granjero que vive como refugiado desde 1999. “Y cuando lo haga, y aunque carezco de comida, mi estómago se agrandará, y me sentiré feliz”.
Bienvenida
Pero aún cuando desembarcaban las fuerzas nigerianas, se escucharon disparos de armas pequeñas en urbanizaciones cercanas a Puente Viejo, foco de los ataques de los rebeldes, que intentan avanzar desde el puerto de Monrovia hacia el centro de la ciudad.
Residentes dijeron que se elevaba humo negro del sector del puente controlado por los rebeldes, a raíz del incendio de almacenes durante un ataque con morteros el sábado.
Mientras observaba la lucha, Víctor, un soldado del gobierno de 16 años de edad, dijo que esperaba que los nigerianos “nos ayuden a frenar los asesinatos”.
“Me siento muy cansado”, dijo el adolescente, que portaba un fusil automático.
En el camino al aeropuerto, trabajadores de grupos de ayuda humanitaria prepararon ayer fosas comunes para entre 70 y 80 personas muertas en la lucha pero que hasta el momento no han sido reclamadas por sus familiares.