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Líderes parlamentarios

Miguel Ángel Granados Chapa

Conforme a la convocatoria emitida anteayer, el próximo sábado será elegida la persona que encabezará la fracción priista en la Cámara de Diputados, a partir de septiembre. Hasta la semana pasada se daba por hecho que ese papel correspondería inevitable, inexorablemente a Elba Ester Gordillo, la poderosa dirigente real del sindicato de maestros, aun secretaria general del partido tricolor y operadora política de la pareja presidencial. Pero el ex gobernador de Sonora Manlio Fabio Beltrones decidió contender por el cargo. Fue necesario así organizar una elección, análoga a la que, por primera vez en la historia priista se efectuó hace tres años, ya que antes la operación era innecesaria por la sujeción de los legisladores de ese partido al Presidente de la República, que designaba al líder de la bancada.

Gordillo reaccionó como si se le despojara de un derecho adquirido, y buscó aprovechar su ventaja (haber realizado una intensa campaña entre los entonces candidatos, dando por hecha su designación) para festinar la elección, que hubiera querido celebrar ayer, martes 15. Beltrones, en cambio, necesitaba tiempo para equilibrar en lo posible su posición y demandó un plazo para desplegar su propio activismo.

Solicitó que la elección se realizara el 23 de agosto. Logró ser incluido en la discusión de la agenda legislativa que Gordillo se preparaba ya a confeccionar, sin reparo de nadie; pero no pudo modificar el calendario, apenas aplazar cuatro días la intención inicial. Aunque en esas condiciones el ex gobernador de Sonora compite en desventaja, no está lisiado políticamente. Antes y después de trabajar al lado de Fernando Gutiérrez Barrios en Gobernación, como su secretario particular primero, como subsecretario del ramo después, fue un eficaz aprendiz de los modos antiguos de hacer política, que incluyen el logro de los fines sin reparar en los medios.

Ese fue su credo en la gubernatura sonorense, en cuyo desempeño se hallaba cuando su paisano Luis Donaldo Colosio fue asesinado. Beltrones se apersonó veloz en la escena del crimen y luego hizo el juego a Salinas, quien lo escogió para interpretar el videotestamento de la víctima de Lomas Taurinas, que encomendaba su candidatura a Zedillo. Áspero controlador de la política, practicaba el credo anacrónico de no permitir que sin su voluntad se moviera ni una hoja. Pasó, por ello, exitosamente la máxima prueba de un gobernador priista, que es nombrar heredero.

Pero en la siguiente sucesión, no obstante la común pertenencia de ambos al entorno cercano de Francisco Labastida, militó contra Eduardo Bours, si hemos de creer a la denuncia del propio afectado. Como sucesor de su ahora antagonista al frente del maltrecho sector popular (si es que hay algo como eso en el PRI, todavía), está en busca de un nuevo espacio, pues su juventud le impide pensar en la jubilación. Y se avendrá mal, como lo fue hace veinte años, a ser un diputado más. Que consiga o no su objetivo dependerá no de sus compañeros legisladores, sino de Roberto Madrazo, que en efecto había comprometido la jefatura de la bancada con su secretaria general, probablemente desde el momento en que integraron la fórmula que venció a Beatriz Paredes y Javier Guerrero.

Madrazo tiene frente a sí un dilema: calcular con quién, Gordillo o Beltrones, puede establecer una relación conveniente, útil para su propósito de hoy, la interlocución con el gobierno desde una posición de fuerza y para su objetivo de mañana, la candidatura presidencial. La regulación legal y la índole de Acción Nacional elimina de ese partido los problemas que el PRI pretende resolver el sábado (y que el PRD enfrentará en las próximas semanas). Aunque los legisladores son consultados, la decisión de quién los coordine corresponde al comité nacional. De no haberse acordado con suficiente anticipación el nombramiento de Francisco Barrio, la actual condición del mando panista tras el seis de julio, disminuida considerablemente su autoridad suscitaría dificultades para una designación universalmente acatada. La previsión permite que Barrio asuma ya su papel de coordinador de su bancada, pues a pesar de su inexperiencia legislativa (que en otros casos habría contado en su perjuicio) sus compañeros reconocen su trayectoria política y su desempeño administrativo en los tres niveles de gobierno. Juan de Dios Castro podría alegar títulos bastantes para disputarle el cargo, pero ni su talante ni el entorno en que actúa permiten imaginar que lo hiciera.

Habrá en cambio una puja por la coordinación perredista, entre Amalia García, Pablo Gómez y René Arce. Si se tratara de una selección de personal practicada por un head hunter, Gómez sería el escogido, debido a su preparación específica para la tarea. Pero puede el PRD incurrir en el error de convertir esta elección en un episodio de la guerra de posiciones que suelen librar sus corrientes y en ese caso la decisión dependería de negociaciones y alianzas, cuyo curso y desenlace podrían ser perjudiciales. El tema será, así, el primero en que ese partido muestre que ha adquirido racionalidad suficiente para ser la plataforma eficaz de un candidato potencialmente triunfador.

Jorge Kahwagi, Alejandro González Yáñez y Jesús Martínez Álvarez coordinarán los grupos restantes, del Verde, el PT y Convergencia. Su designación no genera problema alguno, porque refleja la voluntad de quienes dirigen sus partidos, que serán quienes tomen decisiones y resuelvan qué caminos y curvas tomarán.

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