Moscú, (EFE).- Con vodka, caviar y los famosos "bliní" llegó a Rusia la Máslenitsa, semana de alegría, gula y lujuria heredada de los tiempos paganos que hasta la Iglesia Ortodoxa Rusa desistió de erradicar y compensó con el severo ayuno que la seguirá.
Y es que mientras para la mayoría de los rusos la Máslenitsa ha sido durante siglos la semana de todos los pecados, para los más ortodoxos es tiempo de visitas familiares y la oportunidad para preparar el cuerpo y el alma para la penitencia y la oración.
La Máslenitsa no tiene lugar fijo en el calendario: comienza la semana previa al "Veliki Post", la cuaresma ortodoxa durante la cual sólo hay lugar para la oración y la purificación del alma.
De cinco a siete interminables semanas, un severo ayuno prohíbe comer cualquier producto de origen animal, y el tabú religioso impone la absoluta abstinencia de relaciones sexuales y veta todo tipo de diversión.
Así se desquita la Iglesia Ortodoxa con sus feligreses por seguir celebrando esa herencia de los pueblos eslavos precristianos, que con la Máslenitsa celebraban el final del crudo invierno y honraban a Veles, dios de la cosecha y de la muerte.
Hay bliní para todos los gustos y bolsillos, de harina de trigo o de avena, pueden ir acompañados de cualquier pescado, pero mejor con esturión, y aún mejor con caviar de salmón o esturión de Beluga.
Y como postre se ofrecen con crema y azúcar, mermeladas o miel.
Cada día, la Máslenitsa tiene su nombre y su principal evento.
En el primero, el día del encuentro, una marcha de carnaval pasea el espantajo de la Máslenitsa, que simboliza el invierno, se lanzan fuegos artificiales y empieza a correr el vodka, pero también se reparten bliní a los pobres y se recuerda a los difuntos.
El martes es la jornada del coqueteo, el mejor día para ligar, para elegir pareja y también casarse, pues dicen que quienes van al altar tienen asegurada la felicidad conyugal para toda la vida.
El miércoles, llamada jornada de los golosos, es, en realidad, el día de las suegras, pues los hombres han de visitar a las suyas, hacerles regalos para limar desavenencias y comer sin rechistar todo lo que les sirvan.
El jueves, día de la gula, cada uno intentará batir su propio récord y comer aún más bliní, mientras que en la Plaza Roja se intentará superar el inmenso blin del año pasado.
El viernes es la velada de la suegra, con la que se hicieron las paces el miércoles y a la que se recibe en casa junto con otros familiares.
El sábado, velada de las comadres o día de las solteras, es el más propicio para adivinar la suerte, hacer conjuros y atraer amores, quitar mal de ojo y bendecir negocios.
Y, por fin, el domingo del perdón, entra en juego la Iglesia para celebrar el fin de la Máslenitsa con solemnes oficios y, al igual que en los remotos tiempos paganos, se quema el espantajo del invierno instalado el primer día en la plaza principal.
Junto con él, van al fuego todos los trastos viejos y también los viejos rencores, pues todos han de perdonar los agravios y, claro está, ahogarlos en vodka y sepultarlos en bliní.