19 de diciembre de 2003.
NUEVO LAREDO, México (AP).- La firme represión de las pandillas callejeras centroamericanas produjo una respuesta sangrienta: algunas bandas mutilan a mujeres jóvenes en un abierto desafío a la policía, mientras que otras exportan su violencia a México y otros países vecinos.
El presidente hondureño Ricardo Maduro, electo en el 2001 con una plataforma política de propuestas antidelictivas de "cero tolerancia", calcula que han huido más de 2.000 miembros de bandas desde agosto, cuando su gobierno declaró ilegales a las pandillas callejeras y comenzó a arrestar a sus miembros. El Salvador hizo lo mismo en octubre.
La llegada de gran número de pandillas centroamericanas ha causado estragos en México, donde afloran incluso en la frontera con Estados Unidos.
Los pandilleros en pueblos fronterizos como éste asaltan y matan a migrantes centroamericanos, reclutan a jóvenes mexicanos y podrían estarse aliando con narcotraficantes. La policía mexicana ha capturado a integrantes de bandas en Nuevo Laredo y a lo largo de la frontera con Guatemala, deportando a cientos.
Las bandas centroamericanas son conocidas como "maras", nombre derivado de una especie de hormigas agresivas que atacan en enjambres. Es fácil distinguir a sus miembros porque con frecuencia llevan cubierta la cabeza, el cuello y los brazos con tatuajes de intrincado diseño que lucen los símbolos de las tres bandas principales: "MS", "13" y "18", así como dados, calaveras o dagas.
"Muchos de nosotros hemos venido acá por problemas con el gobierno", dijo Lorenzo Maldonado, de 18 años, miembro de la mara "MS-13", detenido en una cárcel de Nuevo Laredo donde espera ser deportado a Honduras.
Maldonado declaró que cuando fue capturado se dirigía a San Diego "para trabajar, no para delinquir, y enviar dinero a mi familia y mis 'homies' en Honduras". Los 'homies' (hermanos) son otros miembros de la pandilla.
Maduro, cuyo hijo fue secuestrado y asesinado en 1997 por una banda de bandoleros locales, ha propuesto implementar leyes en toda Centroamérica para evitar que los integrantes de bandas se refugien en los países vecinos. Eso podría significar un éxodo aún mayor hacia México.
En una paradoja terrible, muchos hondureños y otras personas que intentan escapar a la violencia en su país nativo han sido víctimas de ella en México, cuando las bandas atacan a inmigrantes centroamericanos mientras se dirigen a Estados Unidos en busca de trabajo.
Algunas de las bandas más grandes y poderosas de Centroamérica, como la mara Salvatrucha, fueron formadas en Los Angeles durante la década de 1980 y continuaron creciendo en El Salvador y Honduras después de que sus integrantes fueron deportados a esos países.
Es difícil calcular cuántos migrantes han sido asesinados en México por integrantes de las bandas centroamericanas. "Hay cientos que son arrojados de los trenes por las maras si se resisten a los asaltos", dijo Asdrúbal Aguilar Zepeda, cónsul salvadoreño en Tapachula, cerca de la frontera con Guatemala.
Las autoridades centroamericanas han reaccionado con estrictas políticas antipandillas, con nombres como "Mano dura" y "Operación escoba". Muchas maras escaparon. Las autoridades mexicanas y guatemaltecas calculan que 3.000 de sus miembros operan a lo largo de la frontera entre ambos países.
Las bandas estuvieron involucradas en un levantamiento violento contra la aplicación de reformas escolares en el estado de Chiapas. En Tapachula, las autoridades creen que las maras han reclutado a 700 jóvenes mexicanos.
La policía de Chiapas arrestó a 15 integrantes de la mara Salvatrucha en el 2002 bajo sospecha de violar y asesinar a dos muchachas mexicanas, y luego arrojar sus cadáveres a un pozo.