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Lo que faltaba

Cecilia Lavalle

En nuestro país, en esta época no faltan los carteles, las bardas pintadas, los mítines, las cachuchas ni las camisetas con logotipo. No falta el jolgorio ni las patadas debajo, encima o al lado de la mesa. No falta la descalificación ni los golpes bajos. Y es que estamos en época electoral con miras a renovar la Cámara de Diputados el próximo seis de julio. Lo que faltaba y francamente no hacía falta, era que la Iglesia se subiera al escenario político electoral y empezara a tomar partido.

En días pasados en varias parroquias del estado de Morelos los sacerdotes utilizaron el púlpito para difundir un documento del obispo de Cuernavaca, Florencio Olvera, titulado “Por un voto responsable”. En el punto cuatro del tríptico se enumeran los que se han llamado “pecados electorales” (que son diez, como los mandamientos, ¡no’más faltaba!). La polémica se ha centrado en el cuarto y quinto, que señalan textualmente: “4. Es pecado votar a favor de propuestas que apoyen el aborto, la eutanasia, la prolongación de la vida por medios extraordinarios (aferramiento terapéutico), la destrucción y manipulación del embrión humano. 5. Es pecado votar por proyectos en contra de la familia monogámica e indisoluble, por proyectos que promueven caricaturas grotescas de familia integrada por personas del mismo sexo; por proyectos que quitan a los padres el derecho a educar a sus hijos”. Ante este documento y otras declaraciones en el púlpito de distintos obispos, el Partido de la Revolución Democrática exigió la intervención de las autoridades y el partido México Posible presentó una demanda ante la Fiscalía Especializada para Delitos Electorales por la violación al artículo 404 del Código penal federal en la materia que señala: “Se impondrán hasta 500 días de multa a los Ministros de cultos religiosos que, en el desarrollo de actos públicos propios de su ministerio, induzcan expresamente al electorado a votar en favor o en contra de un candidato o partido político, o a la abstención del ejercicio del derecho al voto”.

Me queda claro que hay temas que son polémicos, que dividen a la sociedad y que por lo tanto muchos partidos políticos, especialmente en campaña, le dan la vuelta, o de plano los omiten. No ha sido el caso de México Posible, un joven partido que, agarrando al toro por los cuernos, ha incluido en su plataforma política el necesario reconocimiento del aborto como un problema de salud pública y su urgente despenalización; así como su apoyo a las sociedades de convivencia que contemplan homosexuales, parejas divorciadas, hombres y mujeres solos. Pero, independientemente de si se está a favor o en contra, me parece que el meollo en este momento es el respeto a la legalidad.

La Conferencia del Episcopado Mexicano ha señalado que los obispos no han incurrido en ninguna violación a la ley porque “no se han referido a un partido o candidato en concreto”. México Posible sostiene que, para empezar, sí se trata de una expresa inducción al voto y para seguir, dado que las plataformas electorales son documentos públicos, hablar de votar en contra de partidos que defienden un tema en particular es hablar de partidos en específico, aunque no se mencione su nombre.

El asunto en mi opinión no es menor. Yo creo que la Iglesia tiene menos influencia en la ciudadanía de la que dice o se cree que tiene. Abiertamente prohíben el uso de métodos anticonceptivos y la inmensa mayoría de mujeres que se asumen como católicas los usan o han recurrido a la cirugía para “ligarse” que es como llamamos comúnmente a la salpingoclasia. La Iglesia prohíbe expresamente en su séptimo mandamiento “No desearás a la mujer de tu prójimo” y la infidelidad en México es más común que los tacos. En su octavo mandamiento señala “No robarás” y los índices de corrupción son altísimos. Bueno, para acabar rápido, prohíbe y considera pecaminoso ver la película “El crimen del padre Amaro” y la cinta rompe todos los récords de taquilla en nuestro país y es multipremiada dentro y fuera de México.

Pero no se trata aquí de medir la ascendencia que tienen los sacerdotes, que, por otra parte, no es poca. Se trata de sujetarnos al único imperio que debe regir en un Estado laico: el imperio de la ley.

La mezcla de lo moral y lo político históricamente no ha rendido buenos resultados. Son esferas que hemos aprendido deben permanecer bien y claramente separadas. Y los países árabes nos dan frecuentemente un buen ejemplo de lo que sucede cuando no hay fronteras entre ambas. La frontera se empieza a borrar desde que se mezclan conceptos “pecado” y “electoral”. Desde luego la Iglesia, las distintas iglesias, tienen todo el derecho a predicar respecto a los valores en los que creen. Pero hay una distancia importante entre eso y señalar como pecado votar por un partido que defiende o abandera propuestas distintas.

En esto como en otros asuntos, lo que falta es que por encima de cualquier otra consideración lo que impere sea el Estado de Derecho, la ley. Eso es lo que falta.

Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com

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