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Los Altos de Chiapas, y el desierto ¿qué?

Luis Maeda Villalobos

La atención ciudadana en todo el país se ha centrado en conocer las causas, los efectos y las posibles soluciones del conflicto de Chiapas. Se sabe que esa parte del estado, conocida como Los Altos, aspira a su autonomía e independencia, bajo la iniciativa del Subcomandante Marcos y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuyas siglas son muy semejantes a los rebeldes de Nicaragua, El Salvador, Guatemala, entre otros, los que han sido manejados por seguidores de la Teología de la Liberación, de ideas marxistas.

La historia no miente. Hemos de recordar que en el año de 1994, el EZLN declaró la guerra al gobierno mexicano y al ejército nacional, el que por prudencia y respeto a los derechos humanos, tuvo una actitud pacifista, en reconocimiento de errores pasados que bien pueden subsanarse con voluntad política y sentido humano. En esta situación, ya no serán pretextos la marginación, el soslayo, el abandono de las etnias indígenas. Esas etnias, que son manipuladas por demagogos y diferentes sectas religiosas que cuentan con el respaldo de intereses extranjeros, con tal de desquebrajar el orden y la unidad nacional, lo que representa un atentado grave a la soberanía e integridad del territorio nacional y en contra de la Carta Magna.

Por su parte, el Gobierno Federal vuelca sumas económicas importantes, para el mejoramiento de la calidad de vida de las poblaciones indígenas, de todo el estado de Chiapas, recursos que emanan de los impuestos que pagamos los nacionales del resto del país. No nos duele que se inviertan en una causa justa. Como se ve, la cuestión es de otro tipo de intereses, doctrinales y de ideologías exóticas, las que bajo la férula del caciquismo incongruente, ocasionan un retroceso al avance de más de cien millones de habitantes de México, lo que amerita una reflexión, debido a que en el trasfondo de las cosas, es una traición a la patria. La región de los Altos de Chiapas está plagada de sectas de distintas religiones y el adoctrinamiento socializante de la Teología de la Liberación, que nada tiene de espiritual y que con las pretendidas autonomía e independencia, tergiversan la verdadera situación con información manipulada, con la cara cubierta de pasamontañas, ocultando la verdad de sus pretensiones. Son esquiroles en contra de la nación, sin ningún fin benéfico.

Por un lado no se han escatimado esfuerzos pacíficos y recursos, para privilegiar la solución del problema y por otro, se trata de una región rica, quizá la más rica del país por sus bosques de fina madera, petróleo, oro y uranio de su subsuelo y la abundancia de agua, con suelos feraces, que permite una enorme ganadería, que son sus codiciados recursos.

Existe un sentimiento de nación, que desea convivir con los pueblos indígenas en toda la República, en un equilibrio con los pueblos nativos que expían culpas del pasado. La oportunidad del tema, permite hacer una analogía que muchos ignoran. Los hombres del campo de los estados norteños en el desierto, viven luchando por sobrevivir, en una miseria espantosa, con sus familias desintegradas, tallando la lechuguilla, extrayendo la cera de la candelilla o recolectando orégano de las zonas áridas. Con sus brazos y caras quemadas por el sol ardiente del desierto, en los páramos secos, esta gente pobre pero digna de encomio por ser trabajadores norteños, no claudican en su sentimiento de nación, en comparación con los hombres manipulados por los caciques del EZLN, mexicanos indígenas del sureste, con la riqueza descrita. En cambio, en el desierto del norte, la subsistencia se convierte en un verdadero acto heroico. Venid zapatistas al altiplano del norte a ver nuestras superficies de desolación y miseria, donde la tierra calcinada reverbera por las altas temperaturas, con una sequía pavorosa que sólo genera hambre y enfermedad. El campesino norteño, con su frente en alto, vive pobre pero con dignidad y sus labores sólo son paliativos para sobrevivir.

Aprendan así los caciques de los Altos de Chiapas, que cuando los candelilleros expresan: “también el tambor es tropa”, es porque merecen también la atención nacional y de la Comisión Nacional de las Zonas Áridas y se les haga justicia, pero sin politiquerías y sin armas. El carácter templado de nuestros campesinos norteños del desierto, los hace ser responsables y trabajadores de verdad, en estas inhóspitas tierras donde nació la Revolución Mexicana en 1910 y el brazo fuerte que le dio el triunfo al inicio de la democracia. Es también importante que los comandantes y subs de los Altos de Chiapas, se enteren de que los estados norteños son los que generan el mayor porcentaje de las economías del país, ingresos que se comparten en el sostenimiento, aberrante a todas luces, del orden y la justicia.

Esto es el resultado del esfuerzo de sus hombres emprendedores y la mano de obra calificada del trabajador norteño. México no es sólo Chiapas, es una República Federal congruente con la Constitución, que forma un mosaico hermoso, donde no sobra ni falta alguna pieza y el que en estos momentos críticos por los que cursa, necesita la unidad y la paz, en lugar de dividir. Todo tiene remedio si existen voluntad política y sentimiento de nación.

Tienen la palabra los nuevos diputados federales y el propio Ejecutivo de la nación, en cuyas manos se encuentra la solución, en obediencia y respeto a la Ley.

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