Praga, Rep. Checa.- Tiene casi 50 años, pero sigue siendo la gran estrella del cine de acción y artes marciales. Lo entrevistamos en Praga, durante el rodaje de Los Rebeldes de Shanghai, recién estrenada en la gran pantalla.
Enviar a un amante de Zhang Yimou, Kurosawa, Mizoguchi y Wong Kar-Wai a entrevistar a Jackie Chan es como mandar a un crítico gastronómico a charlar con el ayudante de cocina de un McDonald’s, pero la gracia está en los contrastes y a veces no está mal bajarse del burro de las exquisiteces para saborear una buena comida basura.
Jackie Chan (Hong Kong, abril de 1954) tiene nada menos que 116 películas a sus espaldas y la última de ellas es Los Rebeldes de Shanghai, secuela de la taquillera Shanghai Kid. “La verdad es que cuando me levanto por las mañanas me duele todo”, dice el tan sonriente como sincero Chan, “tengo la sensación de que no voy a poder moverme en todo el día, pero cuando llego al plató se me olvida”.
El tiempo, que acaba con cualquiera. Jackie Chan comenzó su carrera en 1962 y con los años se convirtió en la gran estrella del cine de artes marciales de Hong Kong, actuando en hasta seis películas en un solo año. Desde 1998, gracias a Hora Punta, goza también del favor mayoritario del público americano (donde ha realizado sus últimas películas) y de gran parte del mundo, al mezclar combates de acción con toques de comedia.
El actor afirma que ha aprendido mucho de Hollywood, pero que últimamente la acción ha dejado de ser divertida porque “los actores no tienen que hacer nada, todo son efectos especiales; en Hong Kong o Tokio le preguntas a un niño por los efectos especiales y no sabrá de qué hablas”. Chan va trufando todas sus frases con distintos gestos amenazantes, caras de “te voy a partir la cara” (no al periodista, que aún no le ha dicho que quien le gusta en realidad es Wong Kar-Wai, sino a un enemigo invisible que anda por ahí) y diversos “boom, boom, boom”, que lo mismo valen en inglés que en hongkonés que en español.
Todo Dios lo entiende. “Nosotros no ponemos sólo a un par de tipos peleándose, como en las películas americanas, sino una auténtica pelea coreografiada de 20 luchadores. En las americanas, en una pelea de 10 personas sólo dos se mueven y el resto, ¿qué hacen? Es estúpido”.
La verdad es que la visita al plató de Los Rebeldes de Shanghai es muy interesante. Cientos de camiones, muchos extras, aún más eléctricos (es increíble la cantidad de personas con cables que te pasan al lado), dobles de las estrellas (que realizan planos lejanos dirigidos por la segunda unidad), un enorme Big-Ben (parte de la película se desarrolla en Londres) del que colgará Chan en “un homenaje a El Hombre Mosca, de Harold Lloyd.
Ésta es una película de Hollywood y se nota. Aunque también uno se siente patrimonio de la humanidad al estar en un rodaje en Praga de una película americana protagonizada por un hongkonés, y que en los descansos entre toma y toma ve un partido de futbol en el monitor de un técnico de sonido argentino.
El actor lleva dos meses trabajando siete días a la semana 16 horas diarias, pero sigue con un entusiasmo contagioso. “De momento sigo adelante. Ahora prefiero hacer las cosas menos espectaculares, ahora ya no salto de los edificios ni de los aviones [¿habremos oído bien?]. Prefiero hacer las cosas pequeñas, por ejemplo, en un tiroteo, saltar, moverte, esquivar; son cosas más creativas”.
Jackie está encantado de volver a trabajar con Owen Wilson, del que habla maravillas, no como de su compañero en Hora punta, Chris Tucker, del que acabó más que harto (“no quería hacer las cosas como yo las había programado y les quitaba la gracia”).