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Los empleos

Gabriel Zaid

En los últimos treinta años, se han hecho dos experimentos radicales para crear empleos en México: aumentar la burocracia (en los sexenios de Echeverría y López Portillo) y abrir las puertas al capital extranjero (en los sexenios siguientes). Pero no se logró la meta repetida hasta el cansancio: crear un millón de empleos al año. Aunque fueron experimentos diferentes (recurrir al Estado, recurrir al extranjero), ambos dependieron del ahorro externo (primero hipotecando, después vendiendo) y en ambos hubo un intervensionismo desastrosos, arbitrariedades mayúsculas (primero expropiando, luego vendiendo, después rescatando), corrupción, exceso de trámites y exceso de burócratas.

Sobre este último punto, dicho sea de paso, Carlos Salinas de Gortari (México: Un paso difícil a la modernidad, p. 379) dice que “al término de mi Gobierno, sólo entregamos alrededor de 500 mil plazas a la burocracia, nivel muy reducido para un país con más de 90 millones de habitantes”. Luego (mencionándome) desmiente a “algunos (que) han hablado de varios millones de burócratas, aunque sin citar fuentes”. Con mucho gusto, doy la fuente: Carlos Salinas de Gortari: Sexto Informe de Gobierno 1994, Anexo estadístico, p. 37, tabla “Personal ocupado en el sector público por actividad económica”, cuyo primer renglón (1980) da un total de 3.15 millones, cantidad que (una vez superado el populismo) sube a 4.07 millones en 1992 (último renglón).

Se dice que el empleo requiere crecimiento, lo cual exige inversiones, para las cuales hace falta ahorro, interno o externo. Se olvida que estas conexiones no son automáticas. El ahorro puede aumentar sin que aumente la inversión (cuando se prefiere la liquidez). La inversión puede aumentar sin que aumente el crecimiento (cuando se invierte en elefantes blancos o en una capacidad de producción que no tiene demanda). El crecimiento puede aumentar sin que aumente el empleo (cuando las empresas aumentan su valor agregado con menos gente más calificada o mejor organizada o equipada con máquinas automáticas).

También se olvida la experiencia histórica. De 1952 a 1970, el PIB creció al 6.4% anual y la absorción de mano de obra al 2.4%, a pesar de que la inversión fija bruta no llegó al 16% del PIB (desde 1988 ha estado cerca del 19%). De 1932 a 1952, se logró algo parecido con una inversión todavía menor. (Abel Beltrán del Río, A macroeconimic forecasting model for Mexico, 1973, p. 70 Leopoldo Solís, La realidad económica mexicana, 2000, p. 302) ¿Por qué las inversiones mayores generaron menos crecimiento y absorción de mano de obra? Porque se destinaron al gigantismo, primero del Estado y luego de las grandes empresas.

Según Expansión (25 VI 03, p. 228), las 500 mayores empresas de México en 2002 (con respecto al 2001) aumentaron sus activos (2% real), pero sus ventas disminuyeron (1.2% real) y su personal disminuyó (2.6%). Un buen ejemplo de que la conexión entre inversiones, crecimiento y empleo no es automática. Pero lo más notable de todo es que para ocupar a dos millones de personas necesitaron activos totales de $6.4 billones: más que todo el PIB ($6.2 billones) y la friolera de $3.2 millones de pesos por persona ocupada. En el caso de las cien mayores multinacionales en México, (Expansión 17 IX 03, pp. 61 y 63), la cifra sube a $5.1 millones por persona ocupada.

Un empleo puede crearse con cien veces menos (decenas de miles de pesos, no millones). Con la inversión que tienen las 500 mayores empresas, se pueden crear 200 millones de empleos microempresariales. O, si los únicos empleos dignos del orgullo nacional son los que ofrecen las 500 mayores empresas, se puede calcular la inversión necesaria para crear un millón de estos empleos de lujo: $3.2 billones, ¡la mitad del PIB! Este es el dilema que no se ha resuelto, ni se va a resolver; lo que nos gusta, no se puede; lo que se puede, no nos gusta. Nos parece ridículo que los que andan a pie suban a progresar en bicicleta: creemos que deben tomar el avión. Resultado: todavía andan a pie y así van a seguir.

Lo realista es que el país avance en bicicleta y en avión. Lo realista es la bicicleta apoyada por el avión. Basta el 0.5% de los activos acumulados por las 500 mayores empresas para crear un millón de empleos microempresariales. La inversión necesaria para equipar productivamente a toda la población de escasos recursos, no sólo es recuperable: es una cantidad ridícula. Quizá precisamente por eso se desprecia. Si algo bloquea el desarrollo en bicicleta es la fantasía de que no vale la pena, porque todos van a tomar el avión. Preferimos creerlo, en vez de hacer las cuentas. No estamos preparados mentalmente para la solución realista: la bicicleta y el avión.

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