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Los establos de la democracia

Gilberto Serna

Es crucial que las personas encargadas de aprobar nombramientos en el Instituto Federal Electoral lo piensen dos veces antes de decidir. No es tan sencillo como a primera vista parece. Se trata de llamar a personas cuya reputación, experiencia y conocimientos de los temas garanticen los principios de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad. La cuestión es que quienes integren ese organismo tendrán en sus manos la maravillosa oportunidad de realizar futuros comicios, específicamente el relativo a la renovación de la Cámara de Senadores y el relevo del Poder Ejecutivo, ambos eventos a efectuarse al unísono en el año 2006. De ahí que se requieran hombres que por su prestancia e independencia de criterio le den prestigio al encargo.

Malo que sea la Cámara de Diputados quien escogerá entre los candidatos propuestos, lo que debería hacer escrupulosamente sin ventajas para ninguno de los grupos que ahí pululan. Algunos de los que apenas inician sus trabajos como legisladores, por más que a dos manos se estiran la ropa, se les nota a leguas la camiseta que traen debajo, la que se sabe no se quitan ni cuando se meten a la regadera.

Si lo que se quiere es sentar en la silla a sujetos cuya integridad moral esté fuera de toda duda, les va a costar trabajo hallarlos. Yo sé bien lo que les digo. No hay ángeles, por lo que tendrán que conformarse con seres de carne y hueso que tengan fama de honradez, aunque ese lustre no corresponda a la realidad, bastando con que su conducta carezca de los lamparones que el transcurso del tiempo suele dejar en la reputación del más impoluto de los hombres. Es una labor ingrata en la que ni el farol que usaba Diógenes (413-327 a. de J. C.), les puede ayudar. Se tendrán que contentar con negociar para que repitan algunos de los nueve consejeros, aprovechando la experiencia, buena o mala, que traigan consigo. A los que se puede combinar con gente nueva exenta de compromisos. Habrá consejeros estatales decentes que pueden ser convocados.

Las opiniones están divididas por cuanto a la idea de reelegir a los que han terminado su ciclo, a lo cual se oponen quienes sustentan el criterio de que haya una renovación total.

Lo que indica que los actuales consejeros han estado imbuidos por cuestiones ajenas a su alto ministerio. De no ser así es indudable que no habría reparo alguno para que fueran ratificados. Se habla de que el PAN está obcecado en que sean convalidados como consejeros quienes han venido ocupando el cargo buscando mantener personas que, de alguna manera, estén vinculados a ese partido por lo que verían con muy buenos ojos que únicamente hubiera un reemplazo parcial.

Al parecer les ha dado muy buen resultado que algunos consejeros, perfectamente identificados, mantengan engarrotados ciertos asuntos que no interesa reciban un fallo final. Se mencionan insistentemente los retardados trámites que ha recibido el caso de los Amigos de Fox, por citar un ejemplo.

En efecto, una tortuga, parecería desplazarse con la velocidad de Ana Gabriela Guevara, comparada con la lentitud con la que ha venido participando el IFE en ese asunto. La primera sospecha de que algo no andaba bien, en la actuación de ese organismo, surgió cuando tuvo que intervenir la Suprema Corte de Justicia para dejar en claro que sí podía el IFE solicitar informe a la Comisión Nacional Bancaria de movimientos realizados por particulares, entre otras las cuentas de Lino Korrodi, no estando impedido por el secreto bancario.

Los consejeros ya habían doblado las manos ordenando se archivara la averiguación, la que de nuevo echaron a andar. A continuación la CNB adujo que sólo en el asunto planteado había sido autorizado, por lo que el IFE no podía extender el requerimiento a otros expedientes.

Y así se la fueron llevando, con la indolencia propia de quien evidentemente le quiere dar largas a los asuntos. Donde llegaron al absurdo fue cuando decidieron que los gastos de pre campaña no estaban sujetos a inspección.

Total, el procedimiento para insacular a los que integrarán el Instituto está por empezar. Se espera se seleccione a los mejores hombres que estén convencidos de que van a servir al país. Ocasión tan grata para servir con decencia puede que no se les vuelva a presentar. Ha llegado la hora de que los establos de la democracia brillen por su limpieza y ellos serán llamados para esa ingente tarea. Esta última frase sería una cursilería si lo que está en juego no fuera tan serio.

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