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Los informes, un ritual político

Fidencio Treviño Maldonado

Luces, cámara, acción. Cada año el ritual político, la retórica del pálido y “desbalagado” discurso dirigido a la sociedad, es menos elocuente y mero trámite político y burocrático. Más que sociales o económicos, los informes son una simple ponderación y enumeración de obras, que, en su mayoría, se llevan a cabo en circunstancias fantasmas, o como proyectos a largo plazo.

Esto en todos los estados, por parte de los gobernantes y como copia al carbón, en los más de 2,400 municipios del país. Sin descomponer figura, invariablemente todos los gobernadores y presidentes municipales caminan por la pasarela con el glamour que la ocasión merece.

En Coahuila “La tierra de las oportunidades”, ¿para quién?, donde “Se gobierna con sentido humano”, etc., etc., el día miércoles quince de octubre, Enrique Martínez y Martínez ofreció su cuarto informe de gobierno en Saltillo Capital y días después, lunes 20 del mismo mes lo hizo en Torreón.

Sin duda los recintos estuvieron pletóricos; el de Saltillo un poco “aguadón”, como diría “El Piporro”, por la amenaza constante de la lluvia y a pesar de comenzar tarde, terminó temprano, salvo dos o tres interpelaciones que hicieron unos ciudadanos de Matamoros, Coah. Las cifras parecen que cuadraron. En Torreón la sonrisa congelada de los presentes duró más de tres horas y fue la misma letanía de encantadoras obras, con la práctica antidiluviana de llevar acarreados (PRI Matamoros), quienes al no encontrar cabida en el recinto, se fueron a descansar a los autobuses a esperar los 50 pesos y tomarse su refresco con el respectivo lonche.

Como si el país en general y Coahuila en particular, estuvieran en bonanza, el gasto del informe fue excesivo y más allá de lo que el gobernador y sus bufones digan y la transparencia señale, en estos actos de fatuidad se va mucha lana del pueblo.

Hacer obras es una obligación por parte del gobernador y sus funcionarios, ya que el pueblo paga sus buenos salarios y las multicitadas obras se hacen con la lana de los ciudadanos. Tampoco es prioridad de los distintos organismos empresariales el decir que con dinero de sus nóminas se realizan, ya que la principal fuente son los ingresos vía impuestos y del petróleo. Pero aquí lo principal es que las multicitados servicios y obras no se ven por ningún lado, ni siquiera enterradas están (como drenaje) porque con cualquier llovizna o aguacero evidencian que los ejecutores hacen un usufructo, se ríen de los ciudadanos y de paso se llevan el dinero que mal administran nuestros gobernantes (total no es de ellos).

Cada día, en los informes del presidente en turno, los gobernantes de los 32 estados y presidentes municipales, el discurso se llena más de adivinanzas y de promesas que de la desastrosa realidad y la tangible crudeza en la que viven millones de hogares. Lo que sin duda quedó claro en Martínez y Martínez y su discurso político, -por cierto más largo en su contenido que en lo social-, que el poder debe ejercerse y que él sigue siendo, a corto o largo plazo, el único perfil e institución simbólico en Coahuila, la misma cultura política que esconde la monarquía en la que el PRI gobernó por décadas. Que nadie se mueva.

Los gritos e interpelaciones que se dieron en el recinto del Parque Las maravillas de Saltillo, Coahuila, de “¡En Matamoros no hay obra!”, representaban las voces ahogadas de miles de coahuilenses de las colonias periféricas y ejidos de los 38 municipios, hasta donde el impulso del gobierno con “Sentido humano y oportunidades”, aún no han llegado, obras de las que tanto se habla en los distintos medios de comunicación por parte de la secretaría de Propaganda del gobierno del estado.

Ahora que, como siempre, cada quién ve el informe según el color de vidrio. Los políticos para saludarse y adularse como estrellitas baratas de la tele, los funcionarios con los datos que Martínez dio, están por lo menos otro año a salvo y los encargados del acto pues con dos o tres foquitos que le pongan al foro, todos contentos. En fin, encuentros y desencuentros en un ritual que la familia feliz canta a coro: “Misión cumplida”.

El otro año, Dios dirá, porque la sociedad no tiene nada qué decir, adormilada y ocupada en sobrevivir, mientras nuestros funcionarios y políticos gastan lo que quieren e informan lo que les da la gana, siempre con un rezago en sus agendas no cumplidas y como escolapios reprobados, con muchas asignaturas pendientes. Si no es verdad, que demuestren lo contrario. Comentarios:

linga_1031@hotmail.com

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