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Los inspectores de la ONU abandonaron Iraq

Redacción Central, (EFE).- Los inspectores de la ONU abandonaron hoy Irak ante un inminente ataque liderado por EEUU, tras cerca de cuatro meses de inspecciones.

La retirada se produce pese a que los inspectores han insistido en que necesitan varios meses para concluir su misión y el interés mostrado por el régimen de Sadam Husein para que continúen.

Las inspecciones comenzaron en 1991, tras la Guerra del Golfo, que motivó las sanciones de la ONU contra el régimen de Sadam Husein e impusieron el embargo y su desarme de las armas de destrucción masiva.

Desde entonces hasta 1998, una comisión de desarme, conocida bajo el acrónimo inglés UNSCOM, destruyó 48 misiles Scud, 50 ojivas de misiles con armas químicas y biológicas, miles de cohetes, cerca de 60 plataformas de lanzamiento, 400.000 proyectiles con agentes químicos y unas mil toneladas de agentes biológicos y bioquímicos.

Pero en diciembre de 1998 su labor se detuvo: Irak dejó de colaborar al acusar a sus miembros de espionaje.

El presidente norteamericano, Bill Clinton, justificó así un intenso bombardeó sobre Irak durante cuatro días consecutivos en diciembre de 1998, tras lo cual declaró que "había destruido todas las armas de destrucción masiva de Irak".

Más tarde, en diciembre de 1999, UNSCOM fue desarticulada en medio del descrédito general al descubrirse que fue utilizada por Washington para espiar al régimen de Bagdad y bombardear Irak.

Pero a la administración norteamericana le surgieron luego dudas sobre el desarme iraquí y patrocinó una nueva resolución para exigir el regreso de los inspectores.

El 17 de diciembre de 1999 el Consejo de Seguridad, con las abstenciones de Francia, China y Rusia, aprobó la resolución 1284 por la que se creó la Comisión de las Naciones Unidas de Inspección, Vigilancia y Verificación (UNMOVIC).

También se establecía que estaría asistida en sus labores por el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), pero Bagdad no aceptó ningún inspector internacional.

Hasta que el 12 de septiembre del 2001 el presidente de EEUU, George W. Bush, anunció en la Asamblea General de la ONU que una acción militar era "inevitable" si Irak no cumplía lo que se le había impuesto.

El sueco Hans Blix, a quien se encomendó encabezar UNMOVIC, animó a Bagdad a aceptar a los inspectores y afirmó que no había pruebas contra Irak. "Iremos para ver los hechos", declaró.

El 16 de septiembre Irak aceptaba el regreso de los inspectores, pero tras años de exigir su vuelta, Washington lo impidió durante dos meses hasta que, el 8 de noviembre, logró una nueva resolución.

El nuevo texto advertía a Bagdad que era su "última oportunidad" y que haría frente a "graves consecuencias" si no cumplía con sus obligaciones.

La resolución también hacía una inversión de la carga de la prueba, ya que imponía a Bagdad demostrar su inocencia.

El 27 de noviembre se reanudaron las inspecciones y el 7 de diciembre Irak entregó un informe de 12.000 folios en el que aseguraba que no tenía armas de destrucción masiva.

Para principios de enero, UNMOVIC y la AIEA contaban en Irak con algo más de cien inspectores, casi su máxima capacidad, mientras que Estados Unidos había aumentado sus soldados de forma exponencial y llegaban a los cien mil en la región.

El 27 de enero Blix declaraba ante el Consejo de Seguridad que Irak no cooperaba y que le faltaban 6.500 bombas y otros productos, como agentes biológicos, de acuerdo a los documentos de UNSCOM.

Aunque su colega, Mohamed El Baradei, director de la OIEA, afirmaba que Irak no tenía armas atómicas, el informe de Blix fue visto por muchos como una luz verde para la guerra contra Irak, y como el fracaso de los inspectores en su tarea.

En este mes de marzo, los inspectores empezaron a destruir los misiles Al Samud II de los arsenales iraquíes porque su alcance superaba el máximo permitido por la ONU de 150 kilómetros.

El 7 de marzo, Blix manifestó ante el Consejo de Seguridad que necesitaría meses para concluir su trabajo de verificación del desarme y que Bagdad debía aportar más pruebas sobre su programa de armamento de destrucción masiva.

El mismo día, El Baradei aseguró que no se habían encontrado indicios de que Irak haya reanudado su programa nuclear ni de que haya importado uranio desde 1990, ni consiguió obtener pruebas de que Bagdad haya intentado comprar tubos de aluminio reforzados para desarrollar armas nucleares.

En el Consejo de Seguridad se libraba un encendido debate que reflejaba la división entre los países favorables a un ataque contra Irak (EEUU, el Reino Unido y España) y los que se oponían (Francia, Rusia y China, entre otros) y proponían que se diera más tiempo a los inspectores para que pudieran concluir su misión, alegando que estaba dando sus frutos.

El 15 de marzo el régimen de Bagdad, temiendo a un inminente ataque, invitó a los jefes de los inspectores de armas de la ONU a visitar a Bagdad "lo antes posible".

Ese mismo día, Bagdad entregó a la ONU un nuevo informe sobre la destrucción de sus arsenales de gas nervioso.

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