Me platicó una amiga que un día que andaba paseando con su novio por la ciudad, a altas horas de la noche. Le solicitó que le permitiera conducir, por lo que él detuvo el auto para cederle el volante. Cuando bajaban, de pronto entre la oscuridad salieron cinco hombres, dos de ellos lo agarraron a él y los otros tres le taparon la boca y la metieron al carro... “Empecé a sentir sus sucias manos tocando mi cuerpo, rasgaron mi ropa y golpeaban todo mi cuerpo, a lo lejos oía la voz de mi novio que gritaba que me soltaran, que por favor no me hicieran daño. Yo no podía ver la cara de esos individuos, sólo escuchaba sus voces y sus risas, cuando de repente sentí un fuerte golpe en mi cabeza... y no me acuerdo de más... Al despertar, lo primero que vi fue a mi mamá sentada junto a una cama de hospital, y mi primera pregunta fue ¿y mi novio? ¿Dónde esta? Mi mamá salió corriendo a avisarle a mi papá que había despertado, ¿despertado? ¿Cuánto tiempo estuve dormida?
En ese momento se llenó de muchas preguntas mi cabeza; mis papás trataron de tranquilizarme, ya que seguía preguntando por mi novio, y le dieron muchas vueltas al asunto, aunque ellos quisieron hacerme todo muy suave no pudiero. Sólo me dijeron que yo había estado en coma más de un mes y pensaron que nunca despertaría, que había tenido golpes muy fuertes en la cabeza y en todo el cuerpo, y que yo había salvado mi vida, ¿qué yo me había salvado? ¿Qué me quieren decir?, les pregunté. Mis padres dijeron que él había muerto en manos de esos delincuentes.
Una semana después del incidente, con una debilidad evidente, me paré y caminé, ¿de dónde saqué las fuerza? No sé, pero no podría creer lo que había escuchado. No salí del hospital hasta un mes después, en el tiempo que estuve ahí, no hablaba con nadie, mis amigos me visitaban y nunca los recibí; mis papás nunca me dijeron, ni pregunté qué es lo que había pasado.
Al llegar a mi casa estaban mis amigos esperándome, los saludé por cortesía y me senté con ellos, estuvimos platicando un buen rato, hasta que decidí preguntar que había pasado, no podía aguantar esa incertidumbre de saber cómo había sucedido todo’’.
Una amiga comenzó a hablar y dijo: “Ese día un taxista vio todo lo que pasó, es más él fue quien los llevó al hospital... dice que estaban tres hombres en el carro, que querían abusar de ti, pero que tu novio logró soltarse de los otros y los empezó a golpear. Todos ellos se fueron contra él y salieron corriendo... a él lo encontraron en un charco de sangre y a ti golpeada e inconsciente dentro del carro’’. De repente una de mis amigas sacó un sobre con un papel y unos pétalos de rosas marchitas, y me dijo que él insistió mucho en dejarme eso, la hoja con la letra que apenas se podía leer decía: “Mi amor, tal vez cuando tengas esta carta en tus manos yo no esté físicamente contigo, pero te quiero dar las gracias por todas las cosas que pasamos juntos, yo sé que es hora de irme. Nunca olvidaré tus regaños, tus risas, tus llantos, tus palabras de aliento, eso que sólo tú me podías haber dado, si volviera a nacer, te pediría de nuevo que fueras mi novia y porqué no decirlo hasta la madre de mis hijos.
Vive la vida por mí, todo lo que teníamos planeado hazlo, nunca dejes de hacer lo que realmente quieres, siempre estaré contigo, la rosa es para que la sigas cultivando, nunca se va a marchitar, es fuerte como lo mucho que te quiero, tu novio por siempre...”.
“Cuando terminé de leer, me puse como histérica, maldije la hora en que quise manejar y dije o Dios, por qué me quitaste a la única persona que realmente me comprendía, a la persona que aparte de mi familia, me conocía al 100 por ciento. No dejé que entrara nadie, lloré, grité, tire todo, me sentía mal, por mi culpa él se había ido, ¡mi novio! Recordé cuando salíamos juntos, cuando muchas veces me regañó por fumar, por tomar, por todo lo que me hace daño, ¡Él que se preocupaba por mí! ¡por mí!, pregunté mirando al cielo ¿por qué pararnos en esa calle? ¿Por qué insistí en manejar...? ¿Por qué Dios mío?. Por fin cuando me calmé puse la carta junto con los pétalos cerca de mí almohada y me quedé profundamente dormida; entre sueños vi a mi novio junto a mi cama, se acercó y me dijo’’: “Mi amor, no te pongas así, yo estoy muy bien, ahora tengo el regalo más grande de Dios, ser tu Ángel. Cuando desperté sentí una gran paz, y supe que mi novio había venido a quitarme ese sentimiento de culpa que no podía con ella, lloré y lloré, desahogándome, tirando toda la tristeza que traía, todo se escuchaba iluminando otra vez, cuando volteo y junto a mí almohada estaba una rosa blanca hermosa, fresca, brillante, como si estuviera recién cortada.
Al otro día fui a su tumba y sembré la rosa, y a pesar de que él no esta físicamente conmigo, voy a cumplir la promesa que le hice un día, ‘Amarlo y respetarlo por siempre’. Gracias Jorge, por permitirme platicar la parte más sentimental de mi vida’’.
Nosotros Servimos.