NUEVA YORK, EU.- Ellos son el equipo que nadie respetaba, el que nadie pensaba que podía llegar a los playoffs, mucho menos aún a la Serie Mundial.
Ellos son los Marlines de Florida, los campeones de la Serie Mundial 2003.
Los Marlines sorprendieron a los Yanquis de Nueva York 2-0 en el sexto juego de la serie, disputado en la noche del sábado, y se quedaron con su segundo título de la historia al imponerse por cuatro juegos a dos.
Además, lo lograron en "la casa que (Babe) Ruth edificó", el Yankee Stadium, escenario de tantas gloriosas jornadas de la novena neoyorquina.
Pero a pesar de contar con una nómina que equivale a una tercera parte de lo que vale la de los Yanquis, los Marlines completaron su exitosa serie al ganar el partido decisivo en el campo donde en el pasado brillaron Ruth, Joe DiMaggio, Reggie Jackson y otras leyendas del beisbol.
Sobre el sector de la prensa en el Yankee Stadium hay un mensaje que dice "26 veces campeones del mundo". Ese mensaje seguirá sin cambiar al menos por una temporada más gracias a la sorpresiva victoria de Florida en la Serie Mundial número 99 en la historia de las Grandes Ligas.
"Ellos trabajaron duro durante toda la temporada y nadie nos daba posibilidades, pero aquí estamos como campeones del mundo", dijo el manager de los Marlines, Jack McKeon, sobre el gran esfuerzo de sus pupilos.
"Es una historia tremenda".
Claro que lo es. Los Marlines ganaron la Serie Mundial por primera vez en 1997, después sufrieron inmediatamente la desmantelación de esa novena por parte de la dirigencia y desde entonces sufrieron tantos problemas que pocos años después el futuro de la franquicia llegó a estar en duda.
DIVIRTIÉNDOSE
Sin embargo, liderados por el veterano McKeon, de 72 años y que asumió como manager el 11 de mayo, los Marlines derrotaron a los Gigantes de San Francisco, a los Cachorros de Chicago y luego a los Yanquis en una de las historias más coloridas del beisbol en los últimos años.
McKeon les dijo desde el comienzo a sus pupilos que la clave para llegar al éxito estaba en que recuperaran la diversión por jugar.
"Sólo necesitaba lograr que los muchachos creyeran en que podían divertirse cuando salían a jugar al parque", recordó McKeon.
"Les dije que la presión estaba en los otros porque no se suponía que nosotros ganáramos. Vamos a embromar al mundo del beisbol y vamos a demostrarles a todos que somos mucho mejores de lo que decían".
Eso fue exactamente lo que hicieron los Marlines, primero relegando a los Phillies de Filadelfia en la lucha por el comodín de la Liga Nacional y luego superando a los Gigantes en cuatro juegos, a los Cachorros en siete y a los Yanquis en seis.
"Nadie pensaba que podíamos derrotar a ?San Fran?, nadie pensaba que podíamos superar a los Cachorros, y definitivamente nadie esperaba que venciéramos a los Yanquis", dijo el lanzador Josh Beckett, elegido como el jugador Más Valioso de la Serie Mundial.
"Aquí estamos", agregó.
Así festejaron los Marlines en la noche del sábado, volviendo tarde en la noche al campo de juego después de las celebraciones en la sede del club y corriendo por las bases con sus familias, saboreando su triunfo.
Hasta el propietario del equipo, Jeffrey Loria, corrió por las bases de un Yankee Stadium que ya estaba en penumbras.
Mientras tanto, en la sede del club de los Yanquis, con mucha más tranquilidad, el manager neoyorquino Joe Torre felicitó rápidamente a los nuevos campeones.
"Merecen ser los campeones del mundo", admitió Torre. "Ellos hacen muy bien las pequeñas cosas. No saben lo que es la intimidación".
"Fueron probados de todas formas en su camino a la Serie Mundial y nunca se rindieron".