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Los matan en la calle y a plena luz del día

Siete balas son descargadas sobre los cuerpos de Guadalupe Treviño y de David Castañeda

TORREÓN, COAH.- La muerte llegó cuando menos lo esperaban. Las balas asesinas impactaron el pecho de David Castañeda Martínez y Guadalupe Treviño Hernández, que platicaban en el interior del auto de él, en el sitio a donde acostumbraban ir después del trabajo, en la colonia Casa Blanca. Las autoridades aseguraron a un sospechoso que investigan en relación a este crimen con claros tintes pasionales.

Su muerte fue instantánea. Los cuerpos de la infortunada pareja quedaron sobre los asientos delanteros del auto Seat León deportivo, color azul marino, modelo 2003, placas EYB-3111. No supieron quién fue su verdugo. El parabrisas frontal presentaba dos impactos de arma de fuego. El cristal del lado izquierdo fue destrozado por otros disparos.

Ella quedó recostada en el asiento del copiloto. Su rostro quedó volteado a su derecha. Peinaba un chongo sostenido por palillos chinos. Su blusa en negro con signos orientales, apenas si denotaba la mancha de sangre que tenía su pecho.

David estaba sentado en el lugar del conductor. El lado izquierdo de su camisa a cuadros mostraba una mancha púrpura a la altura de la tetilla izquierda. Su rostro, adornado por una barba de candado, quedó viendo hacia el piso del vehículo.

Minutos antes...

Como era su costumbre desde hace tiempo, David y Guadalupe que trabajaban en las oficinas de la empresa Met Mex Peñoles, ubicadas en las calles Manuel Gómez Morín y Turín de la colonia Torreón Residencial, se dieron prisa para salir una vez concluidas sus labores.

Guadalupe Treviño Hernández, de aproximadamente 20 años de edad, domiciliada en calle Manuel Servín No. 161 de la colonia División del Norte, se desempeñaba como intendente en la citada compañía. Fue ahí donde conoció a David Castañeda Martínez, de alrededor de 40 años, vecino de la colonia Ampliación Margaritas, que laboraba en el área administrativa.

A pocas calles de su sitio de trabajo, en la colonia Casa Blanca, la pareja, que llevaba tiempo frecuentándose, habitualmente acudía a la calle Barcelona, para platicar bajo un pequeño árbol entre las calzadas Pavorreal y Cartagena. No fueron pocos los vecinos del lugar que los vieron.

Advertencia previa

Guadalupe ya había sido amenazada por Miguel ?N?, con quien sostenía una relación sentimental, de que no la quería ver con David, pues de lo contrario la iba a pasar muy mal. Nunca pensó que las palabras de su celoso novio le estaban presagiando la muerte.

Miguel ya sabía que uno de los jefes de su novia la pretendía y que ella siempre ambicionó algo mejor en la vida, pues para ello se inscribió en un curso de computación para así ascender dentro de su centro de trabajo.

Por eso no podía permitir que se fijara en otra persona que no fuera él y le advirtió: ?No quiero saber que te sigues viendo con tu jefe?. La sentencia estaba dada.

Disparos mortales

Disfrutando del clima artificial con el que está equipado el vehículo, Guadalupe y David platicaban sobre su incipiente relación, para lo cual se había estacionado en la acera oriente de la calle Barcelona entre las calzadas Pavorreal y Cartagena de la colonia Casa Blanca. Eran las 13:35 horas del sábado cuatro de octubre.

A pocos metros del lugar, oculto entre unos árboles, estaba un individuo que vestía playera en color gris y pantalón de mezclilla oscuro. Llevaba a su espalda una mochila roja. Del mismo tono también la gorra. Su mirada denotaba una intensa furia interior. Los dientes rechinaban de coraje.

Guadalupe no hizo caso. Eran ya muchas veces que los veía en el mismo sitio después de que salían del trabajo. Ninguno de los dos se iba a burlar de él.

Sigilosamente, semejando al cazador en pos de su presa, sin titubear, se dirigió directamente hacia donde se hallaba estacionado el auto. Bajó la cabeza para que ella no lo pudiera reconocer y así acercarse sin que la pareja se diera cuenta.

Ocho, siete, seis metros. Segundo a segundo se acortaba la distancia entre él y sus víctimas. A cada paso sentía cómo el corazón bombeaba con fuerza la sangre a su cerebro, provocando que las venas de las sienes se le marcaran visiblemente.

Tres, dos metros. Era el momento. Su diestra empuñó la pistola tipo escuadra, calibre .38 Súper y con ella apuntó a los infieles para enseguida apretar del gatillo.

Los primeros dos disparos fueron certeros, mortales. Atravesaron el parabrisas y se fueron a incrustar en el pecho de David y Guadalupe, que nunca se enteraron qué ocurría.

Pero su rabia aún no terminaba. Continuó caminando y esta vez las balas atravesaron la ventanilla del conductor, que quedó totalmente destrozada y siguió accionando el arma hasta vaciar el cargador. Hizo siete disparos.

Cumplido su objetivo, el homicida se dio a la fuga, pero lo alcanzó a ver una de las vecinas que entonces se dirigía a buscar a su hijo en casa de uno de sus amigos, pero al escuchar las detonaciones, optó por retirarse a su domicilio.

Arriban las autoridades

A las 13:51 horas, al servicio de emergencia 060 fue reportada una balacera en donde se indicaba que dos personas fueron heridas. De inmediato, varias unidades de la Dirección de Seguridad Pública Municipal acudieron al sitio indicado.

Tras hacer el hallazgo de los dos cuerpos sin vida, los uniformados enteraron a sus superiores y solicitaron la presencia del Ministerio Público para que diera fe de los hechos.

En poco tiempo hizo su arribo personal de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), encabezado por el delegado Gerardo Antonio Pérez Pérez. También iba el coordinador ?B?, Gerardo Villavicencio Valdés, Fernando Ruiz Castañeda, agente en turno y su secretaria abogada, María de Socorro Ramírez García, así como Servicios Periciales, al mando de Felipe de Jesús García.

Para entonces decenas de curiosos se arremolinaron en la escena del crimen, que ya había sido acordonada, por lo que elementos de Seguridad Pública conminaron a los presentes a mantenerse fuera del sitio marcado.

Mientras tanto, la frecuencia policíaca indicaba que en la calle Manuel Servín de la colonia División del Norte, se había detectado a un individuo que coincidía con la descripción del presunto homicida, por lo que agentes Ministeriales y Preventivos iniciaron otra movilización hacia el sitio indicado, logrando asegurar a una persona del sexo masculino para su investigación en torno al caso.

Gerardo Antonio Pérez Pérez, delegado de la PGJE, una vez que se hizo el levantamiento de los cuerpos de la infeliz pareja, manifestó a los medios de comunicación que posteriormente se darían a conocer más pormenores de este doble homicidio que en un principio apunta a que el móvil sea pasional.

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