EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

Los motivos de Marta Sahagún

Jorge Zepeda Patterson

Lo que para los defeños es el congestionamiento, para los fronterizos la cotización del dólar y para los tapatíos el futbol, es la Primera Dama para las clases medias urbanas en el país: tema de conversación para romper el hielo, punto de partida para otras charlas, común denominador para hacer vida social sin riesgos. En las últimas dos semanas he participado en Guadalajara y en la Ciudad de México en una docena de reuniones entre desayunos de negocios, comidas sociales o familiares, cócteles y presentaciones de libros. Sin excepción, en todos ellos la señora Sahagún ha ocupado una parte importante del parloteo previo a temas más trascendentes. Y también sin excepción, en todos ellos se ha hablado mal de la esposa de Fox. Las opiniones de la concurrencia suelen ser categóricas: la dueña de Los Pinos es pueblerina, ambiciosa, manipuladora y se toma atribuciones políticas que no le competen.

Sin embargo, hace unos días la prensa publicó un reporte según el cual la señora Marta Sahagún era el personaje político con más aprobación en el país. Sus calificaciones superaban incluso a la estrella del momento, Andrés Manuel López Obrador y, desde luego, al propio Vicente Fox. Sin duda, muchas personas deben sentirse impresionadas por el empeño que ha puesto esta diminuta mujer para transformarse a sí misma y, en el proceso, cambiar su entorno, su familia y, en cierta medida al país. Lo que unos califican como ambición de poder y manipulación, otros lo perciben como empeño y voluntad de servicio.

¿Quién tiene la razón? Probablemente ni su confesor lo sepa. Y bien mirado, ni siquiera es importante más allá de las conversaciones de salón. En materia política resultan mucho más importantes los resultados y las consecuencias, que las motivaciones. ¿Alguien sabe qué razones personales llevaron a Álvaro Obregón a sublevarse en contra de la dictadura, más allá de las explicaciones de libro de texto? ¿Por qué Echeverría aprobó e impulsó el proyecto de hacer de una pequeña aldea llamada Cancún un centro turístico mundial? (probablemente para enriquecerse, pero en el proceso logró un polo de desarrollo y de empleo para miles de personas). ¿Fueron exclusivamente razones patrióticas las que llevaron a Josefa Ortiz de Domínguez a delatarse a sí misma y a su esposo el Corregidor?

La Historia revela una y otra vez que las motivaciones personales son interesantes pero anecdóticas y que en última instancia son los resultados los que trascienden.

En alguna escena de la serie de películas “Regreso al Futuro”, Michael Fox, el actor central, intenta demostrar que él procede de la década de los ochenta a un grupo de personas que vive en los años cincuenta (a donde lo ha llevado su auto por error). Una de ellas, escéptica, le pregunta “a ver, si vienes del futuro sabrás quién será presidente dentro de 30 años, ¿no es cierto?” “desde luego”, responde Michael Fox, “Ronald Reagan”. La carcajada de incredulidad termina por hacer fracasar todo intento para convencerles. Tarea imposible: en ese momento Reagan era un actor fracasado de tercera categoría. Si en 1990 la esposa de un veterinario de Celaya nos hubiera recibido en su sala, con sofás cubiertos de plástico, para decirnos que ella sería Primera Dama diez años más tarde, nuestra carcajada no habría sido menor. Lo creemos simplemente porque sucedió.

Así es que tendríamos que comenzar a considerar a esta señora con menos descalificativos y con más atención. Los sectores ilustrados pueden seguir burlándose del gusto provinciano, de las frases moralistas, de los discursos cursis sacados del “Reader Digest”o de su ceceo al hablar, mientras ella se las arregla para hacer historia. Por lo pronto, ya está en Los Pinos y no como mero consorte, sino como motor (y eso cada vez es más claro), de un proyecto que parecía inverosímil.

Más aún, de alguna forma se las ha arreglado para convertirse en la figura política de más popularidad en el país, a pesar de la desaprobación de los círculos intelectuales, los medios de comunicación y buena parte de las clases altas. ¿Cuál de las dos es la mirada objetiva? ¿La de los salones y restaurantes de postín o la de las encuestas? La corte porfirista se reía del dictador, indio oaxaqueño, porque se empolvaba para blanquearse y en las recepciones de Palacio quería salirse por los espejos. Y sin embargo en la historia de estas tierras nadie ha gobernado durante tanto tiempo y con mano tan férrea.

Desde luego no pretendo hacer un símil entre Porfirio Díaz y los Fox; no hay base de comparación posible. Pero sí ilustrar la irresponsabilidad de los “sectores ilustrados”, de una y otra época, más pendientes de dar rienda suelta a sus prejuicios que de examinar los datos de la realidad. Y desde luego Marta Sahagún es un dato de la realidad y bastante contundente. Habría que comenzar a examinar con cuidado y sin prejuicios la naturaleza de sus proyectos y la manera en que están operando. En lo personal difiero de muchas decisiones en las que ella que ha participado (la designación de Sari Bermúdez y los proyectos de cultura, por ejemplo). Pero hay muchas otras acciones de Sahagún que escapan al análisis por los espejismos y la alharaca que la señora provoca. Querámoslo o no, esta michoacana se ha ganado el derecho de ser tomada en serio. Para bien o para mal, es tiempo de revisar con mayor responsabilidad qué está haciendo y para dónde va. Sea para aquilatar mejor el aporte que pueda hacer en beneficio del país, sea para contener los posibles daños. Una cosa es cierta, no podemos seguir subestimándola a fuerza de ridiculizarla. Podría sorprendernos una vez más. (jzepeda52@aol.com)

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 35656

elsiglo.mx