Gerardo, como le dicen sus amigos, es todo un caso, ya lo verán ustedes. Nació en Torreón el 17 de junio de 1956. Es hijo de José Guillén García, cuya actividad ha sido siempre la de los bienes raíces, que ejerce aún hoy, a los 84 años de edad, y de Elisa Guzmán, que siempre fue ama de su casa, como lo eran todas las que por aquellos años laguneros contraían matrimonio, y honraban aquel título haciendo rendir el dinero de la economía doméstica, educaban a los hijos y aseguraban a sus esposos un hogar placentero donde pudieran descansar de las fatigas de sus respectivos trabajos.
Sus estudios primarios los hizo en la escuela primaria oficial Coahuila, que por la década de los sesenta estuvo por la avenida Abasolo y calle ocho, de la que Hortensia Gámez era su directora, una persona con verdadera vocación al magisterio y muy dedicada a su profesión; en cuanto a la secundaria, Gerardo la hizo en la escuela Federal No. 1, la Doctor y General José María Rodríguez que está en la Ampliación Los Ángeles, de la que recuerda a los profesores Rafael Maciel, la profesora Antonieta Nieves que mantenían una disciplina muy estricta y niveles de educación muy altos.
En cuanto a sus estudios preparatorianos, forma parte de la primera generación de la escuela preparatoria Federal No. 1, que ahora es la Federal por Cooperación. Esta escuela primero funcionó en la Ampliación Los Ángeles, en la Pedro Camino y Pedro Ugarte, algo así, que luego se cambió a la Morelos y calle siete, a un edificio de dos plantas. En ella hizo una preparatoria de dos años, del 71 al 73, y de la que recuerda mucho al profesor Maciel. Para coronar sus estudios decidió seguir la carrera de Administración de Empresas, la que hizo en la hoy Facultad y que entonces sólo era Escuela de Administración, graduándose en 1977. De aquellos años evoca al profesor Enrique Revueltas, al profesor Carreón y al profesor Manuel Medina.
Al graduarse, su papá lo llevó inmediatamente a trabajar con él, pues quería que, con el tiempo, se quedara con el negocio que él había fundado, sueño de la mayoría de los padres que han logrado iniciar alguna empresa. Por complacerle estuvo un tiempo con él, pero acabó por trabajar en otros lados: en Recursos Hidráulicos donde ocupó los puestos de jefe de personal, de contador, de contador general y de auditor. Seis años después de haberse recibido, es decir en el 83 y hasta el 87 trabajó con la compañía Nestlé de la Ciudad de México en su departamento de Relaciones Públicas y promotor de los productos infantiles, y luego como representante en los Estados de Coahuila, Chihuahua y Durango.
Después de Nestlé colaboró con el ingeniero Boyardo Salmón en el área de ventas, promoviendo su producto desde La Laguna hasta Toluca. A Boyardo Salmón le consta su efectividad como vendedor, pues incrementó notablemente sus ventas. En reciprocidad, apoyó a Gerardo para que formase su propia empresa de muebles de oficina.
Hay que decir que Gerardo conoció a Patricia Mireles en el sitio más extraño del mundo: en una escuela de Tae Kwon Do, ¡Hagan ustedes el favor! Por cierto, desde aquel entonces ella tiene más cintas que él, y cuando les tocaba luchar uno contra otro le ganaba sin remedio. ¡Y no se diga cuando por cualquier cosa andaban medio enojadillos! No obstante, su enamoramiento llegó a buen fin, es decir, que ella acabó dándole el sí definitivo. Su matrimonio ocurrió el 23 de junio de 1981. Formaron una familia de tres hijas: Patricia Mayela, Elisa Renée (que aunque aquí les criticaron porque decían que Renée era nombre de hombre, en Canadá, donde hoy reside la familia es nombre común entre las mujeres) y Nancy Elizabeth.
Patricia Mayela estudió primero en el colegio de Los Ángeles y después en el colegio La Paz. Lamentablemente, viajando en compañía de su madre en camión a la Ciudad de México, el Ómnibus se salió de la carretera volteándose y muriendo varios pasajeros, entre ellos la niña. Este trágico suceso violentó la salida de la familia hacia Canadá, proyecto que venían contemplando familiarmente para un futuro próximo, y para el cual venían reuniendo todo género de información relacionada con la geografía, la historia y la educación de aquel país.
Al llegar a Calgary, Alberta, Canadá, sitio que escogieran para radicarse, todos se pusieron a estudiar, Elisa Renée empezó allá su cuarto año, tenía una gran facilidad de palabra, y llegó a ser la oradora oficial de la escuela secundaria y preparatoria de Calgary. Sus padres guardan grabaciones de momentos en los que está ofreciendo conferencias a los padres de familia. Era algo fuera de serie para su edad. En agosto de 2000 tuvo un paro cardíaco fatal en una competencia atlética. Las autoridades tanto estatales como municipales le hicieron un reconocimiento post mortem, y en un centro social le rindieron un homenaje para ofrecerla como ejemplo a la juventud. Y ahora que Nancy está en la Universidad estudiando medicina, el gobierno estatal y municipal la están promoviendo, pues advierten en ella las mismas características que distinguieron a su hermana Elisa Renée.
El motivo principal de que Gerardo y su familia se fueran a Canadá fue el de superarse, a la par que el de dar a conocer allá el valor de la familia mexicana y nuestra cultura, que no se valora en el extranjero. Desde que llegaron a Calgary comenzaron a platicar con funcionarios de Montreal College que es uno de los mejores y más reconocidos allá. Al mismo tiempo que se relacionaba con profesores y escuelas torreoneses para relacionarlos con los de Calgary, pues su mayor deseo era y es promocionar a México y, particularmente a su terruño: Torreón. En esto no se había tenido mucha suerte, ya que no obstante que había visitado a varios presidentes municipales, nunca se llegó a concretar nada.
En esta ocasión ocurrió que estando en el vestíbulo del hotel platicando con Miguel Papadópulos, el licenciado Eduardo Iduñate le vio, y como conocía a Gerardo desde sus tiempos de la Universidad, fue a saludarle y de las remembranzas cabe el calorcillo de una taza de café pasaron a contarse lo que últimamente les preocupa y les ocupa, y así ambos descubrieron que, en cierta forma era lo mismo: el futuro de Torreón, en cuanto a su educación, su turismo y sus negocios.
Durante los diez años que Gerardo tiene en Calgary, Alberta, Canadá, salvo el primero que lo dedicó totalmente a prepararse para realizar con eficiencia la labor de acercamiento entre México y particularmente Torreón y Calgary, es lo que viene haciendo desde entonces. Aquella ciudad ofrece a los laguneros, y esencialmente a los hombres de negocios de Torreón, grandes oportunidades. Entre otras cosas hay que tener en cuenta que cuando Hong Kong dejó de ser lo que era, su fuerza bancaria escogió a Calgary para establecerse, lo que facilita cualquier operación por importante que sea.
En Calgary hay una población de aproximadamente 400 familias mexicanas, todas ellas de profesionistas que han desarrollado una buena imagen del mexicano y un interés por sus costumbres, sus cantos, sus danzas y cualquier otra manifestación de su cultura. Sus universidades han llegado, gracias a la labor de Gerardo, a conocer a las nuestras: el Tec. de Monterrey, la Ibero, la UAL y otras, están interesadas en establecer intercambios. Por lo pronto él ya se viene haciendo cargo de que los jóvenes estudiantes mexicanos que van a allá en plan de estudios no tengan problemas fronterizos, sean bien recibidos y bien tratados en Calgary y encuentren acomodos en hogares canadienses.
Al final de aquella plática el licenciado Iduñate llevó a Gerardo a la presidencia municipal donde en su momento fue presentado al presidente Guillermo Anaya, con quien tuvo una fructuosa plática de la que seguramente resulte la formación de un comité de torreoneses representativos de nuestra ganadería, industria, comercio, cultura, política, etcétera con dos deseos concretos, el de conocer aquella ciudad, y el de aprovechar las oportunidades que ofrece para hacer buenos negocios, es decir una visita con objetivos y no sólo para pasar bien unos días por allá. Le fueron presentados Luis Gurza y Carlos Cabranes, quienes se encargarán de mantener viva esta relación y organizar el comité respectivo.
Parece ser que se recordó aquel viejo proyecto que allá por los años cuarenta se creyó posible realizar ofreciendo a nuestra ciudad, como la ideal por su clima, para residencia invernal de los norteamericanos de la tercera edad. Lo que entonces no se hizo, acaso ahora pudiera hacerse con los canadienses, particularmente con los residentes de Calgary, que tienen inviernos de hasta 40 grados, a los que, claro, están acostumbrados, pero que tampoco nadie rechaza el que sean menos.
Nuestros visitantes podrían conocer una ciudad segura y preguntar cómo se consigue. Aquélla es una ciudad donde la mayor cantidad de crímenes en un año ha sido la de 10. Todo esto con el tiempo posiblemente llegue a una relación de Ciudades Hermanas, dado que ya en este momento el mexicano goza de prestigio y se le ayuda en el campo de los negocios. El poder adquisitivo de aquella gente es alto y, en reciprocidad a una visita torreonesa podrían venir buscando dónde invertir. Así que esto también debe prepararse por el comité de que se ha hablado, a fin de que si esto sucede se tengan estudios hechos para proporcionarlos o irlos adelantando en esta amistad.
Y aquí volvemos a lo que se decía al principio: que Gerardo es todo un caso. El de que tuvo que salir de nuestra ciudad para llegar a conocer, y a querer a Torreón como nunca imaginó, y a estar en condiciones de hacer por él algo que viviendo en él no podría. Si cristaliza o no, y si se le saca el jugo que se puede, ya no es cosa de él sino de nuestras autoridades y de nuestros hombres de negocios; pero él viene haciendo su parte como un auténtico torreonés que no ha dejado de ser, al contrario, que es más. Por eso sigue siendo uno de LOS NUESTROS.