Es lo correcto. Debe darse paso a una investigación en el manejo de los contratos que maneja el Municipio. Se cumple con el requisito de procedencia pues hay una denuncia presentada por un organismo privado. El Poder Legislativo puede y debe abocarse a estudiar las constancias que permitan conocer la verdad de los hechos. Nada le permitiría más a ese órgano colegiado conservar la confianza de la ciudadanía que desarrollar una labor imparcial dirigida a encontrar si hay o no tráfico de influencias en la asignación de obras a empresas privadas. Debe llamarse a que concurran en la averiguación las autoridades que tienen competencia jurisdiccional que garanticen un resultado justo en las averiguaciones. La ciudadanía está demandando se llegue al fondo del asunto. No podría ser de otra manera. Este país requiere que no haya ni la menor sombra de duda en el destino que se da a los dineros entregados a las casas consistoriales que hay en el país.
La nota apareció el jueves 30 de octubre del año en curso, indicando que una regidora del Ayuntamiento, sospecha de una triangulación en la compra de lámparas de alumbrado público que se instalan en el boulevard Independencia que de acuerdo con sus informaciones se adquieren en forma indirecta de una empresa propiedad del hermano de un funcionario municipal. En otro asunto, el de la reparación de colectores caídos, en que se dice se está beneficiando a amigos, el Alcalde manifestó que son argucias políticas a las que calificó como un ataque con fines electoreros. Bueno, en los dos casos, lo valorará quien tenga que hacerlo para dilucidar si hubo o no violaciones a la Ley de responsabilidades y se hará, en el caso de que haya elementos que así lo indiquen, lo que se tenga qué hacer. Esta columna, está claro, no tiene como objetivo juzgar si hay culpables o inocentes.
Lo que llama la atención pública es que el Ayuntamiento de Torreón es de extracción panista y quienes están participando en la pesquisa de si hubo procedimientos irregulares para beneficiar a presuntos parientes del jefe de la comuna son de prosapia priista. Esto, en un régimen de derecho, no debería asustar a nadie pues esperaríamos un juicio imparcial en que los involucrados y sus perseguidores actuarían de buena fe tratando de satisfacer el interés colectivo. Lo único que se objeta es la oportunidad. Hay en estos días una campaña electoral que culminará el próximo 14 de diciembre para elegir Diputado Federal, en un distrito de Torreón, atendiendo a una resolución del Tribunal Federal Electoral que ordenó la reposición de los comicios al encontrar pruebas suficientes para anular los que tuvieron lugar el pasado seis de julio último. De nuevo se enfrentan los mismos candidatos de dos partidos el de Acción Nacional, Jesús Flores Morfín y la del Partido Revolucionario Institucional, Laura Reyes Retana. En tanto el Partido del Sol Azteca postula a Francisco Dávila, quien compite por primera vez como su abanderado.
En la vorágine que provoca una búsqueda criminal se corre el peligro de contaminar el proceso electoral en curso. Lo que, sin deberla ni temerla, podría llevar a la ruina política a uno de los dos aspirantes a ocupar la curul federal en disputa. Hay más tiempo que vida para saber si el presidente de Torreón manejó los asuntos a su cargo con la transparencia debida. Lo que haga ahora la Contaduría Mayor de Hacienda del Congreso del Estado tendría todos los visos de una pesquisa política, aunque en esencia no lo sea. Ya leíamos que fue una presunta participación de las autoridades municipales en el proceso electoral la que dio lugar a que el Trife dictara una sentencia anulando el resultado de las pasadas elecciones. Aquí no habría una participación directa de una autoridad estatal que vaya en contra de lo que la Ley dispone, más bien es un asunto que tiene que ver con un respeto a la ciudadanía a la que nadie quiere ver que acuda a las urnas en medio de un escándalo. Es una cuestión de estilo: partidos políticos dispuestos a obtener resultados electorales por méritos propios de sus candidatos. Ya habrá tiempo de ajustar cuentas, en el dado caso de que en verdad haya algo qué ajustar.