Es frágil el andamiaje sobre el que se ha montado una unidad partidista en el PRI. Los grupos que se han ido formando a partir de que se acabó el control que ejercía el Presidente son tantos y tan variados que cualquier disputa, así sea para designar al conserje del edificio, lo tambalea de tal manera que da la impresión se puede venir abajo. Esos son los riesgos de una agrupación desperdigada que no alcanza a perfeccionar sus procedimientos en un cambio determinado cuando se presenta otro en el que hay que hacer nudos y apuntalar paredes para que lo construido no se derrumbe. En primer lugar hubo golpes, patadas y zancadillas cuando se eligió al presidente del Comité Ejecutivo de ese instituto dividiéndose en dos grandes grupos: el que representaba Carlos Salinas de Gortari y el de Ernesto Zedillo Ponce de León. Después vino lo de los candidatos a diputados plurinominales que estuvo a punto de convertirse en una reyerta callejera cuando varios dirigentes estatales y aun gobernadores a voz en cuello manifestaron su descontento.
En estos días, con motivo de la elección del coordinador parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados se inscribieron dos candidatos provenientes del mismo establo. Se pensaba que no había problema si alguno obtenía el puesto. No obstante en la última semana empezaron los jaloneos demostrándose que la tan pregonada unidad está amarrada con hilo podrido de sujetar botones. Se supo así mismo que las promesas de políticos se escriben en barras de hielo o en la arena de una playa barrida por las olas. Lo que podría deberse a que competían dos pesos completos: Elba Esther Gordillo y Manlio Fabio Beltrones, en una esquina la dirigente moral de los maestros que militan en el SNTE, actualmente secretaria general del CEN del PRI y en el otro extremo el ex gobernador de Sonora, que en estos días se ha venido desempeñado como dirigente de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares..
Ni una cosa ni otra ocurrió. Se desató una pugna entre ambos contendientes que amenazaba con no dejar títere con cabeza. A pesar de los triunfos electorales que obtuvo el PRI en lo que ve a diputados federales, las ambiciones de los grupos en el poder no cejan. Para que es más que la verdad, hay encono de las diversas corrientes dentro del PRI. Las fuerzas que estuvieron en juego fueron: un gran número de gobernadores dígalo si no Miguel Alemán Velasco, que pudieron influir en los noveles legisladores, el ex- presidente Carlos Salinas de Gortari, cuya obsesión por rescatar su imagen pública, tomar los hilos del poder y ejercer su revancha contra lo que consideró se trató de una traición proveniente de su sucesor Ernesto Zedillo, resultan plenamente visibles y para remate, el presidente Vicente Fox Quesada que, acercando su sardina al fuego, pretende influir en las decisiones de la renovada Cámara de Diputados dada su relación abierta con la maestra sentista pretendiendo que, dentro de lo posible, apoye sus iniciativas.
Lo que al final sucedió se parece mucho a una lacrimosa historieta de Corín Tellado o a un empalagoso novelón de Yolanda Vargas Dulché. Al calor de la contienda se tupieron duro y macizo llamando a la Gordillo colaboracionista, obsequiosa del presidente Fox, al tiempo que se acusaba a los gobernadores de haber dado línea a favor de la maestra. En tanto, Beltrones era descalificado por provenir, según el decir de aquélla, de los sótanos y las cañerías de la política mexicana, perteneciendo a la cosa nostra. Luego vendría la votación, la que tuvo un resultado incierto con ventaja para Elba Esther, haciéndose necesaria una segunda vuelta. De manera sorpresiva Manlio Fabio dobló las manos, reconociendo a su antagonista como la triunfadora. Ahí terminó el sainete. Los priistas guardaron en el cinto los filosos alfanjes para una próxima ocasión. Lo importante era elegir al coordinador libremente, por voto secreto y, en especial, que no existiera ninguna interferencia, ni marcaje de gobernadores, ni de nadie. ¿Usted lo creyó?