Por Gabriel Bauducco
El Siglo de Torreón
MÉXICO, DF.- Vengo de entrevistar a Lucero, dice un periodista cualquiera. Y cualquiera sea su interlocutor... siempre le responden lo mismo: ¿A qué Lucero... a Lucerito?
¡Lucerito! Treinta y cuatro años, casada, un hijo... y sin embargo, la gente sigue diciéndole “Lucerito”. Como si el público se hubiera adueñado de la imagen de juventud y castidad con la que ella se hizo famosa... y no quisieran soltarla.
Y ahora, cuando es de noche y ella está completamente vestida de negro, sentada en la inmensa sala de ensayo vacía, en el sótano de un teatro, uno ve ahí delante a una mujer, no a una niña.
Su voz retumba y su imagen se multiplica en las paredes espejadas que devuelven una y otra vez la figura. Sencilla... definitivamente sensual.
Ella misma se ríe algunas veces de su imagen pública, de joven “fresa”, de muchacha casi virgen, de ángel terrenal.
Está acostumbrada a la fama que le dieron las innumerables telenovelas que ha protagonizado. Y será por esa inmaculada imagen suya que Televisa, desde hace años, ha decidido que fuera ella su conductora principal para el Teletón que realiza cada año.
Lucero puede hablar sin pudor de las ovaciones que le regala el público en cada una de sus presentaciones en vivo, cantando en teatros y palenques. Porque ella se hizo adulta a la vista de todos, creció en la televisión.
Pero era inevitable... alguna vez ella se hartaría de ser “Lucerito”, la niña virgen, la joven fresa, la “Novia de América”. Y hace un par de semanas, cuando se produjo su aparente divorcio de la prensa, en medio de un escándalo en la develación de la placa por las cien funciones de Regina, la obra que protagonizaba, “Lucerito” pasó a ser “Lucero”.
-¿Cómo es vivir todo el tiempo con la mirada de la gente?
Te acostumbras, sobre todo cuando tienes muchos años en esto (levanta los hombros en un gesto de fatalidad, como tratando de explicar algo inexplicable, como cuando uno se para delante de lo que no puede evitar). Llevo 23 años de carrera. Así es que crecí con esto. Y te vas haciendo a la idea. Claro que hay cosas que no son de lo más cómodas. Pero se trata de una consecuencia del camino que elegiste.
-¿Por ejemplo...?
Por ejemplo no tener una vida privada. Eso es incómodo. Todo lo que tú haces aparece en los medios, sobre todo últimamente. Porque cuando yo empezaba, esto no era así. Antes, ser artista era motivo de halagos y críticas constructivas. O a veces no tan constructivas, pero si estabas en el centro de la atención no era para que te encontraran todo el tiempo lo malo, lo feo, lo gordo, lo oscuro, lo terrible. Ahora, eso está de moda, que espero pase pronto...
-Bueno, no tengas tanta confianza en eso.
No (se ríe), es verdad. Pero está de moda atacar a los artistas, por el simple hecho de serlo. ‘Seguro tiene un amante, seguro es borracha, seguro se mete drogas’...
-Sí, pero dicen que tú eres una chica aburrida en ese sentido.
Bueno, pero entonces me inventan que estoy embarazada. En la prensa, ¡llevo años embarazada!
-¡Eres una elefanta!
¡Tal cual! (se ríe), como una elefanta. Sí, o de lo contrario me la paso divorciándome. Pero, por otro lado, me agrada pensar que mi mayor escándalo es un supuesto embarazo. Porque además no tendría por qué esconderlo, si estoy felizmente casada con el hombre de mi vida (el cantante Manuel Mijares) y ya tengo un hijo.
He llegado a un lugar donde no pierdo el trabajo por embarazarme. ¿Qué voy a temer, qué me saquen de la obra? Para nada, si por el contrario, me quedé más tiempo del que habíamos pactado originalmente. El teatro es adictivo, todas las noches tenemos ovaciones de pie. Y es increíble que esto pase todas las noches en el teatro.
Yo estoy acostumbrada a eso en los espectáculos que hago por fuera. Me las dan, las disfruto muchísimo, pero no me sorprenden. Son más normales en el espectáculo de un cantante.
-¿Y no te cansas de ser “Lucerito”?
Sí, a veces sí. Aunque no llegué a hartarme de mí misma, o de mi vida como artista, porque sigo guardando momentos para la privacidad. Lejos de los medios. Pues en la vida real, tengo momentos con mi esposo y mi hijo comiendo pizza en la casa. Una vida súper “x”. Incluso más “x” que la de mucha gente que sale a pasear y a bailar. Nosotros no. Porque nos gusta ser así, no porque estemos escondiéndonos. Nuestro mayor reventón es cenar con amigos. Y ninguno de los dos somos de andar tomando.
-¿La crónica de la chica común?
Sí, pero parece que en el mundo artístico esto no cabe. Yo soy la rara. Respeto a la gente que busca muchas maneras de divertirse, que hagan de su vida un papalote... pero yo no soy así. Por eso hay gente que dice: ¿Lucero? ¡Ay, qué flojera, qué ridícula, qué cursi! Me contaron que cuando estábamos armando la obra alguien dijo: ‘¿Cómo Lucero va a hacer Regina... si Lucero está todo el día feliz?’.
-Es una buena pregunta. Tú eres como una caricatura japonesa, como prototipo de la chica feliz. La gente cree que hasta eres mocha. Tienes una imagen de virgen. Y siguen diciéndote “Lucerito”, en diminutivo, cuando ya eres mamá.
¡Exacto! Cuando me casé y cuando quedé embarazada, a mucha gente no le caía el veinte. ‘¿Cómo Lucero va a estar embarazada? ¡No, no, no puede ser!’. Eso me causa mucha gracia. Y también me enorgullece.
-¿Perdón?
-Sí, me enorgullece.
-¿Y no te dan ganas de jugar un rato a la pirujilla?
Nooo. ¡Es que no puedo! Nada más me falta jugar a la villana. No puedo porque es como si una reventada y borrachota intentara jugar a la virgen. Nadie se lo cree. Me parece que me resultaría casi imposible fingir. Vamos, si un día en una telenovela, que tenía que actuar una luna de miel, aparecí mostrando sólo los hombros desnudos y besándome con el galán, pues haz de cuenta que había matado a un parroquiano.
¡Me entrevistó Joaquín López Dóriga como si yo fuera una asesina! (levanta las manos como diciendo ¡Por favor!). Me llamó a su programa para entrevistarme y en un momento se había puesto tan grueso que tuve que acabar diciéndole: oye, espera, Joaquín yo no maté a nadie, es una telenovela y nada más.
-Una vez más... ¿no te hartas de eso?
Pues... me canso de que me juzguen. Esa es la parte complicada, incómoda de mi vida. ¡¿Por qué a mi amiga de la escuela nadie le dice nada?! Claro, muchas mujeres podrán decir que ojalá a ellas las molestaran así, tener fama y estar en un escenario. Mira, esta parte de mi carrera, es como cuando los doctores tienen que ver sangre de más y les choca... pero es parte de su trabajo. En fin... es parte de la vida que yo pretendía tener. Por eso, quizá, con este personaje de Regina, llega la justicia. Con el pelo más oscuro y...
-¡¿Cómo te atreves a ser sexy?!
Jé, jé, jé, la gente empieza a comprender que mi imagen importa mucho. Pero... ¡soy actriz!
-Y eres la doble de Gloria Trevi... ¿o debo decirlo al revés?
La cosa fue así (se pone seria), cuando o hice la telenovela Chispita, buscaban una doble. Y escogieron a esta chica.
-¿“Esta chica”? Ni siquiera la nombras.
Bueno, esta pobre mujer. Ese es un tema que sí me molesta. El punto de estos sujetos que son una bola de problemas, es que nacieron de una cuestión manipulada desde un principio. El asunto estaba arreglado, así es como eligieron a esta mujer. Yo dije que no era justo porque había muchas otras que se parecían más. Pero ya estaba arreglado. Como este tipo (habla de Sergio Andrade) me produjo un disco, le entró la obsesión por tener una Lucero en sus manos. Ya no me tenía a mí porque mi mamá y yo nos dimos cuenta muy a tiempo de la clase de persona que es.
-Todo el mundo habla de la fortísima influencia de tu mamá en tu vida y tu carrera. Dicen que es una mujer difícil.
Mi mamá es una reina. Estoy casi segura de que sin ella, yo no estaría donde estoy.
-Sí. ¿Pero eso es bueno o es malo?
Es buenísimo. Si todas las artistas tuvieran una manager como mi mamá, serían muy grandes.
-¿Entonces no es cierto que te casaste escapándote de tu mamá?
Nooo. ¿Eso dicen?
-¡Eso y mucho más!
Mira, también dicen que me casé con Manuel (Mijares) por publicidad. Que ni nos queríamos, que se trataba de un contrato millonario.
-¿No fue así?
¡Que nooo!
-Lo siento por ti.
Pues sí ( se ríe). A ver... te voy a explicar. La gente que conoce bien a mi mamá, se la quiere llevar a vivir a su casa. Ya ves que dicen que no me emborracho porque soy aburrida. También dicen que mi mamá es una bruja que me trae con un látigo atrás. ‘¡La mamá es nefasta!’, dicen. Claro que tiene el carácter muy fuerte. Y claro que te dice todas tus verdades. Eso no le gusta a la gente.
Si yo estoy en una reunión con muchas personas y alguien me dice: ‘¿mañana nos vemos?’, ‘¡Claro, háblame!’, le digo yo. Y al día siguiente no te contesto el teléfono. Eso lo hice cincuenta veces (se ríe). Mi mamá, en cambio, les dice que ni se molesten porque no voy a llegar. Entonces todo el mundo dice que es una odiosa.
De verdad, yo no contesto el teléfono. Es más, a Manuel, mi marido, antes de que nos casáramos, dejé de contestarle el teléfono durante un año. Oía sus mensajes y todo, pero nunca tomaba la llamada. Hasta que un día me dijo: ¿oye, te caigo gordo, soy feo, tengo mal aliento o qué?
-¿Qué?
Que es muuuy ordenado. Yo soy ordenada, ¡pero él es más! Me da flojera. Claro que es un tipazo, un caballero. Y es muy coherente.
-Oye, ¿y por qué le dices a la gente que te hable, si sabes que no vas a tomar la llamada?
Es que... me parece que el defecto es mi carácter. Y también porque no tomo decisiones definitivas. Digamos que trato de ver la posibilidad de hacer las cosas, porque a lo mejor me cambia el humor. Pero claro que al día siguiente no me cambió nada. Y no digo las cosas de frente porque no quiero herir la sensibilidad de la gente. Vamos, ni siquiera digo cuando una comida no me gustó.
-¡Qué horror! Entonces tú sí eres Lucero, el personaje “Lucerito”, la niña linda.
Clarooo. Dejo de serlo sólo cuando me enojo. Entonces sí digo las cosas directamente. Lo que pasa es que como nunca lo hice públicamente, todo mundo dice: ‘¡Ay, qué linda, Lucerito!’ (ni siquiera ahora, en medio del escándalo por su guardaespaldas que sacó un arma para apuntar a los periodistas... ni siquiera ahora, Lucero fue la auténtica protagonista del escándalo).
-Ni tan linda, sólo se trata de que te cuidaste, nada más.
Sí (Se ríe), tuve buena suerte.
-¿Y cuando dejas de ser la niña linda?
Me ha pasado pocas veces, pero es cuando alguien se mete con mi familia o mis principios. O mi integridad. Es decir. Si alguien viene a darme un beso en la boca, le digo ‘váyase usted al carajo’, señor. No le voy a decir (imposta la voz) ‘Hábleme usted mañana, por favor’. Porque soy “Lucerito”, pero tampoco soy idiota, ¿no?
-¿Qué vas a ser cuando dejes de ser “Lucerito”?
Me gustaría dirigir cine, alguna vez.
-Métete a estudiar.
Pero yo no estudié para ser actriz, ni para ser cantante. Sin embargo aquí estoy. ¡Tengo tanta suerte! Claro que no siempre voy a poder ser la protagonista que México esperaba, entonces tendré que pensar en otras cosas.
-Qué tal si un día dejas de tener suerte. ¿Has pensado en eso?
Sí. Y hasta me daría gusto.
-No te creo.
Claro que sí, porque sería mi oportunidad para demostrarle a la gente que no todo en mi vida ha sido nada más que suerte. A mí me encantaría que de pronto algo no fuera mágico en mi vida para poder demostrar, incluso a mí misma, que puedo.
-Pero si quieres dirigir cine, prométeme que te vas a poner a estudiar.
Mmm... bueno, órale, va. Pero aquí en México nada más, ¿eh?
El paso por la fama
Su matrimonio, un hijo y los recientes problemas que Lucero ha enfrentado han mostrado a la persona detrás de la estrella.
Lucero Hogaza León nació el 29 de agosto de 1969. Tenía diez años cuando ingresó al elenco de Alegrías de Mediodía. Y a los 13 protagonizó Chispita, su primera Telenovela.
Enseguida vino el cine con Coqueta, donde estuvo junto a Pedro Fernández. Más tarde, también en el cine, llegaron Fiebre de Amor (con Luis Miguel), Delincuente, Escápate Conmigo, Quisiera ser Hombre y Deliciosa Sinvergüenza.
Desde entonces, grabó doce discos, sin contar las compilaciones. Muchos de ellos nacieron con el tema principal de una película o una telenovela suya.
Aunque, la última de sus apariciones en el mundo del melodrama fue Mi Destino eres Tú, que transmitió el canal de las estrellas. Y no fue precisamente un boom.
Lo cierto es que su cambio de look para interpretar a Regina en teatro dejó boquiabierto a más de uno.
Tanto éxito han tenido sus telenovelas en el mundo, que en su página de Internet llegan a llamarla incluso ¡la “Novia de América”! Pero... ¿ese no era el apelativo que se usaba para Libertad Lamarque?
Sus cinco máximos
El hijo, lo máximo que me ha pasado en la vida.
La naturaleza: la lluvia, las montañas, el amanecer (al mejor estilo Lucerito)
La buena salud, porque sin eso no hay dinero que alcance.
El amor, como el de mi marido.
Yo (modestamente). Una amiga me hace siempre el mismo chiste. “Lucero, ¿tienes amigos? No, sólo admiradores”.