29 octubre 2003
Los Angeles, EU, (EFE).- California lucha contra el peor desastre de su historia, al enfrentarse a unos incendios que se han cobrado 17 vidas, consumido más de 211.000 hectáreas y devastado más de 1.500 hogares.
El gobernador saliente de ese estado, Gray Davis, confirmó que el devastador efecto de las llamas puede costarle al estado cerca de 2.000 millones de dólares.
La cifra es aproximada dado que los trece incendios repartidos por todo el sur de California han consumido ya a su paso 211.000 hectáreas desde la frontera con México hasta el norte de Los Angeles, y han destruido 1.500 viviendas.
Por primera vez desde que comenzaron los fuegos la semana pasada, amainaron los vientos de Santa Ana, secos y desérticos, que llegaron a convertirse en tormentas de fuego.
No obstante, la lucha de los más de 10.000 bomberos, muchos de ellos llegados de otros Estados y que está costando más de 24 millones de dólares hasta el momento, está lejos del final.
También la falta de vientos, como en el caso del incendio de Simi Valley, al noroeste de Los Angeles, ha contribuido a que las llamas consumieran nuevas áreas que los bomberos no habían podido prevenir en las colinas.
Se trata de un peligro que ha acercado aún más las llamas a la ciudad de Los Angeles, donde hoy el sol, rojizo y brillante, se puso antes de tiempo bajo una capota gris ceniza que cubre toda la urbe y refleja los fuegos que la rodean.
La calma es total, sin la más mínima brisa, y el olor a fuego y su calor se deja apreciar a 70 kilómetros de los incendios que rodean al este y oeste, además de al sur de esta ciudad, de más de nueve millones de habitantes.
Los conductores de automóviles se han visto obligados a utilizar las luces durante gran parte del día y las cenizas cubren las playas californianas como si se tratara de una nevada grisácea.
Las condiciones ambientales son tan pobres que se ha recomendado que los residentes permanezcan dentro de sus hogares siempre que sea posible, mientras que los hospitales locales han comenzado a recibir nuevos casos de problemas respiratorios. Según los bomberos, se trata de las peores condiciones climatológicas para un incendio.
La humedad del ambiente está prácticamente consumida y en ocasiones incluso con falta de oxígeno en los focos del incendio, lo que organiza las llamaradas como pequeños tornados que se mueven con rapidez en busca de más combustible que seguir quemando.
Se trata de una propagación que se está dando en especial a través de las colinas que flanquean la ciudad al norte, donde prosiguen las evacuaciones, primero voluntarias y luego forzosas.
"Cuando se pide que abandonen el lugar, por favor háganlo inmediatamente, no esperen", advirtió el portavoz policial Bill Kolender, quien lamentó que el mayor número de las 17 víctimas mortales se debió a una tardanza con la que abandonaron sus hogares.
Los 15 minutos, el tiempo dado para una evacuación cuando las llamas están cerca, no son suficientes para efectuar un rescate.
Estas pérdidas serán irreparables, pero Davis quiere asegurar que al menos la gestión de las ayudas para los millares de residentes que se han quedado sin hogar comiencen a la mayor brevedad.
Para ello, desea utilizar modelos como el puesto en práctica durante el terremoto de Northridge, en 1994, hasta ahora considerado uno de los mayores desastres vividos por un Estado al que la Naturaleza le ha jugado varias malas pasadas.
Junto con la ayuda también han comenzado las advertencias públicas contra los abusos, en especial los timadores dispuestos a aprovechar esta tragedia para solicitar dinero de forma ilícita o reclamar pólizas de seguro inexistentes.