TORREÓN, COAH.- Inspirado en la historia de Richard Danton, un científico loco que trabajaba en la NASA, quien por accidente inventó una sustancia química explosiva a la cual le puso su nombre, Antonio Meza Casillas, originario de Guadalajara, Jalisco, y avecindado a La Laguna hace varias décadas, creó para la lucha libre el personaje de “Gran Danton”.
Este gladiador paseó por décadas su nombre en múltiples arenas de México, y dejó constancia de su calidad al alternar con varias de las principales figuras del pancracio mexicano. Hoy, a casi diez años de su retiro, se dedica al comercio en el centro de esta ciudad, donde con su característica amabilidad habla de su carrera y sus vivencias, además de hacer algunas observaciones sobre este deporte al que ama y poco a poco pierde su esencia y limpieza.
Desde muy niño se inició como aficionado a la lucha libre, al asistir, en compañía de sus tías, a la Arena Coliseo, donde conoció a las grandes figuras de la época, entre los que se encontraban Greg Terror, Oso Negro, El Médico Asesino, Los Hermanos Espanto, Los Escobedo, Santo el Enmascarado de Plata, Blue Demon, Alfonso Dantés, René Guajardo, Karloff Lagarde, Septiembre Negro y Jalisco González, entre otros.
Al tener contacto con estas figuras de primer orden dentro del pancracio mexicano, despertó la inquietud en el entonces jovencito tapatío, quien aprovechó a la perfección una convocatoria lanzada por los promotores de lucha libre, cuyo objetivo era sacar adelante a los chavos banda de la ciudad, mediante la práctica de un deporte y la disciplina que el mismo imponía.
Radicado en la colonia Circunvalación Belisario, muy similar en sus características al añejo Barrio de Tepito de la Ciudad de México, Antonio acudió al llamado, entonces canalizó sus inquietudes y entusiasmo a la práctica del deporte. Como todo buen luchador, se inició en el mundo de los costalazos al aprender la técnica de la lucha olímpica y grecorromana, para lo cual contó con el apoyo de sus primeros maestros, Henry Mora y Rudy Mora, posteriormente lo hizo con Antonio Cruz.
Al sentirse ya preparado debutó con el nombre de Pantera Blanca, cuya máscara perdió posteriormente con El Indio Salvaje. Ya en Torreón, la preparación no se detuvo y se acercó a experimentados luchadores como Halcón Suriano, José Andrade (El Moro I) y Juan Flores (La Sombra), con quienes pulió sus cualidades como gladiador.
En La Laguna debutó hace aproximadamente 29 años en el Deportivo Ferrocarrilero de Gómez Palacio, una arena que operaba en un corralón situado a espaldas del templo del Sagrado Corazón de Jesús. En ese combate hizo pareja con El Alacrán y se enfrentaron a Oso Alvarado y El Moro. “Eran otros tiempos, la base del ring estaba hecha de adobe, los postes de madera, las cuerdas eran elaboradas con sogas y en lugar de lona, se ponía alfombra. Era una ‘chulada’, esa arena la tenía a su cargo don José Andrade (El Moro)”.
En su aventura en este escenario y otros de la región, fue observado por Fernando Cisneros (Espanto II), quien lo recomendó bien y al poco tiempo fue enviado de gira a otras ciudades. “Al terminarse la actividad en el Ferrocarrilero, debí parar cerca de un año tras sufrir una lesión en San Pedro, pensé que ya no regresaría, pero el ‘gusanito’ y el deseo de continuar, provocó que me saliera el coraje y pude recuperarme.
Al reintegrarse a la lucha libre, su calidad y capacidad lo llevaron a ciudades como Jiménez, Chihuahua, Ciudad Juárez, Monclova, Reynosa, Laredo, Monterrey, Linares, Tampico, Durango, Mazatlán, Los Mochis, La Paz, Irapuato, Guanajuato, Durango, Celaya, Tecomán y Guadalajara, entre muchas otras, donde tuvo la oportunidad de alternar con figuras de la talla de El Solitario, Dorrel Dixon, Huracán Ramírez, Lizmark, Solar, Los Matemáticos, Los Arqueros del Espacio, Los Fantásticos y Kung Fu.
En el ‘94 llega el retiro
Finalmente, el momento de la gran decisión llegó y el uno de enero de 1994, la añeja Arena Olímpico Laguna de Gómez Palacio, fue testigo del retiro oficial de este gladiador, quien por contar con poco más de 50 años de vida y verse afectado por la diabetes, consideró era el momento justo de decir adiós a los encordados.
“Es necesario dar paso a la juventud, todos tenemos un ciclo que cumplir, nos duele mucho decidir, pero siempre es preferible retirarse en plenitud de facultades para que la gente guarde siempre el mejor recuerdo de nosotros; no es bueno dar lástimas sobre el ring”.
El combate al lado de Espanto Júnior y El Reptil ante la tercia Ángel Azteca, Brillante y Diamante, marcó el fin de una época y bajo las notas del mariachi que su familia y amigos le llevaron, dijo adiós a esta actividad que vivió intensamente en cada uno de sus momentos.
Todos los tiempos traen algo bueno
Al hablar de las nuevas generaciones de gladiadores, “Gran Danton” dijo que indiscutiblemente todos los tiempos traen algo bueno, y en la lucha libre no es la excepción. “Siempre hay elementos buenos y malos. Hoy en día existen luchadores que pueden destacar como Silver Line, El Gallito y otros que tienen madera. La Laguna es un semillero que produce bastantes gladiadores, pero hay que trabajar mucho aún para que se logren”.
En el campo de los entrenadores destacó el trabajo que realizan elementos como Cóndor de Oro, Blue King, Águila Azul, además de otros que buscan sacar luchadores preparados para el bien de este deporte.
Público, el factor más importante
El público es lo primero en la lucha libre, es quien nos hace grandes y quien sencillamente nos acaba cuando no lo tratamos bien. En mi caso, creo que ahora me quieren más que antes; hoy me ven y me saludan, antes me chiflaban y me insultaban. Cuando un luchador rudo no es capaz de prender a la gente y logra que le chiflen, lo insulten o le arrojen algo, es como una derrota, muchas veces llora al bajar del ring. Los gritos, insultos y chiflidos son aplausos para los rudos, es su alimento”.
Al evocar su etapa como luchador rudo activo, recordó alguna ocasión en San Pedro, cuando con un empujón fue a recargarse en una malla ciclónica y sintió en la espalda algo caliente en su espalda. “Pensé que era una colilla de cigarro, pero al llegar al vestidor, mi compañero El Asterión, que también es médico, se dio cuenta que eran cuatro heridas de arma blanca y me curó; fue hasta ese momento en que realmente sentí dolor. Esas heridas me las hicieron unas mujeres que se encontraban fuera de sí, realmente estaban metidas en la lucha y no midieron consecuencias”.
El gimnasio, mi gusto muy personal
Pese a estar retirado de la lucha libre por casi ya diez años, “Gran Danton” acude de lunes a viernes al Gimnasio Caligia, lugar donde al lado de otros amigos procura mantenerse en forma con el trabajo en aparatos. “Me gusta estar en forma y considero que es un estilo de vida, es como una adicción que no se puede dejar fácilmente”.
Además, diariamente acude al estanquillo ubicado en la calle Ramos Arizpe, casi esquina con Avenida Juárez, donde trabaja como comerciante y alterna sus horarios de labor con su cuñado, junto con quien atiende el negocio de su suegro.
Silver Line, el único que lo reconoce
Gran Danton afirmó que son más de veinte los elementos a los que ha entrenado y preparado para que se desempeñen como luchadores profesionales, aunque con cierta tristeza dijo que únicamente Silver Line es el que lo reconoce públicamente como su maestro, por lo que al resto prefirió no mencionarlos.
Mis hijos están fuera de la lucha
Sus cuatro hijos, procreados con la señora Alicia Meza, son actualmente profesionistas, y aunque todos mostraron cierta inclinación por la lucha libre, al igual que su padre, él prefirió mantenerlos fuera de este deporte, por considerar que se trata de una actividad realmente difícil, la cual con mucha regularidad representa golpes y decepciones, aunque también ofrece muchas alegrías y la posibilidad de contar con innumerables amistades en todo el país. “En la lucha hay más satisfacciones que golpes, pero yo no quiero que mis hijos sufran lo que me tocó a mí”.
Aceptó el ex luchador que este deporte realmente sí permite vivir y sostener una familia, aunque reconoció que es el elemento el que no sabe administrarse, por ello es que despilfarra lo que gana, máxime cuando sabe que al día siguiente tendrá trabajo y nuevamente obtendrá dinero.
“Cuando uno es joven, piensa que ‘la Luna es de queso’ y que nunca se va a acabar, no tiene en la mente que se puede presentar una lesión y que todo se acaba, muchas veces antes de lo previsto”.
“Mis años locos”
“Yo no me asusto, ni critico a quienes se dopan, cada quien es dueño de bordar su destino, merecen mi total respeto; pero en la lucha libre hay un fácil acceso a todos los vicios y el que quiere se mete en ellos, el que no, se dedica a entrenar, trabajar y administrar lo poco o mucho que gana. En lo personal siempre me ha gustado la cerveza, pero de ahí no pasaba, afortunadamente había quienes lanzaban, pero también uno gastaba mucho dinero”.
Don Antonio aseguró que su “loquera” le duró hasta que se retiró y que apenas en los últimos cuatro años de carrera como luchador fue que se dedicó a ahorrar, de ahí que pudiera comprar su casa en la colonia Durangueña.
“Para mí no fue difícil superar esta situación, tuve la oportunidad de tomar un curso de evangelización en la Iglesia de la Soledad y a partir de ese momento todo cambió, llevo una vida realmente tranquila.
No me arrepiento de nada de lo hecho en mis ‘años locos’, todo lo que hice lo viví a plenitud; bueno, la verdad es que sí hay algunas cosas que no haría de nuevo, pero eso únicamente se comprende con la experiencia que dan los años. Para aprender de la vida, uno tiene que caer y levantarse, no se experimenta en cabeza ajena”.
Una de sus características en su etapa como luchador profesional eran las fuertes bromas que se gastaba con algunos de sus compañeros, y recordó que en una ocasión, a escondidas introdujo en la maleta de un colega prendas íntimas de mujer, sin imaginar el problema que iba a generarle a su amigo, quien al llegar a su domicilio se vio en grandes aprietos al no poder explicar a su esposa la procedencia de las citadas prendas.
Las drogas invaden la lucha
“El problema de las drogas es grave, se incrementa en la lucha libre, es un asunto muy fuerte, por las consecuencias que puede traer no únicamente para el espectáculo sino para la propia vida del luchador, quien pudiera sufrir un infarto o una lesión sobre el ring”.
Dijo que la situación no le asusta, ya que siempre ha existido, pero es lamentable que este deporte y otros se manchen de tal forma.
“Los elementos, principalmente los jóvenes, no miden las consecuencias, sienten el deseo de experimentar algo nuevo y consumen todo lo que pueden, lamentablemente no escuchan consejos, nos consideran viejos y algunas veces inadaptados, tal vez tienen razón, pero es molesto que exista el problema”.
Nombres de batalla: “Pantera Blanca” y “Gran Danton”.
Estrellas con las que alternó: El Solitario, Dorrel Dixon, Los Matemáticos, Los Arqueros del Espacio, Solar, Lizmark, Huracán Ramírez, Los Fantásticos, Mano Negra, Fishman, Hijo del Santo y El Rebelde.
Ciudades que visitó como luchador: Mazatlán, Los Mochis, Guadalajara, Celaya, Guanajuato, Irapuato, Tecomán, La Paz, Durango, Saltillo, Monterrey, Reynosa, Tampico, Jiménez, Ciudad Juárez, Chihuahua, Monclova, Linares y Nuevo Laredo, entre otras.
Máscaras ganadas: El Átomo, Azteca de Oro, Vía Láctea y Vía Aérea, entre otras.
Cabelleras ganadas: Sordomudo Magaña, Vía Láctea, Vía Aérea, Indio Chirikawa, Águila Roja, entre otras.
Campeonatos: De Parejas de Occidente, Welter del Norte, Semicompleto de La Laguna, y Ligero de La Laguna.
Sus mejores compañeros: El Reptil y Chamaco Treviño, con quienes formó el equipo de “Los Asesinos del Ring”, una tercia que hizo historia en el pancracio lagunero.
Perdió la máscara de Pantera Blanca ante: Indio Salvaje en Guadalajara, Jal.
Perdió la máscara de Gran Danton ante: El Rebelde en el Auditorio Municipal hace 18 años.
Su retiro oficial fue: El uno de enero de 1994 en la Arena Olímpico Laguna.
Su última lucha: “Gran Danton”, Espanto Júnior y El Reptil, contra Ángel Azteca, Diamante y Brillante.