02/mayo/2003
(SUN-AEE)
Jorge Samuel Villacián lleva a cuestas una responsabilidad insólita: coordinar el equipo de médicos que atienden a los infectados o con la sospecha de estarlo por la neumonía atípica, en Singapur, en el sureste asiático.
Es en el prestigiado Tan Tock Seng Hospital donde el doctor Villacián ha cobrado tal estatura que ahora es solicitado, en busca de consejo, por médicos de todo el mundo que, como él, deben lidiar a diario con el llamado Síndrome Respiratorio Agudo Severo (en inglés, SARS: Severe Acute Respiratory Syndrome).
El especialista en enfermedades infecciosas, egresado de la mexicana Universidad Anáhuac, es optimista: considera al SARS como "un problema serio, pero todavía no en proporciones de desastre".
Sin embargo, reconoce que la rápida propagación del mal ha ocasionado severos daños económicos en los países del sureste asiático. "El riesgo es que si las autoridades sanitarias no toman medidas para evitar la propagación, sobre todo en China, debido al constante flujo de gente y la alta población, la epidemia puede ser muy grave".
De hecho, dice, en China se agravó el problema porque ocultaron casos por mucho tiempo, se salió de control el problema y la enfermedad se expandió por todas partes. "Allí sí tienen razón para estar alarmados. Pero acá en Singapur, que tiene apenas tres millones de habitantes, la OMS reconoce que el problema está bajo control", asegura.
Señala también que ha sido espectacular el avance científico en la lucha contra esa enfermedad, pues en un mes no nada más se logró identificar al virus, sino secuenciar su genoma, "lo que ayudará en el desarrollo de vacunas y medicamentos para abatirlo".
Por eso, dice, ahora la prioridad es evitar nuevos contagios. Pone de ejemplo la experiencia de Singapur allí el mal ha cobrado ya 25 víctimas mortales y, según la Organización Mundial de la Salud, hay 202 infectados, en donde "las medidas de salud pública han sido estrictas y al parecer están comenzando a dar resultados: se aislan los casos confirmados, se ponen en cuarentena de manera estricta a los posibles contagiados, se incrementa la vigilancia epidemiológica y se evita que gente infectada contagie a mas personas".
Aun cuando se halla a 20 mil kilómetros de distancia de México y que no vive aquí desde hace 10 años, el especialista está al tanto de lo que ocurre en el país. Dice que aunque "no hay prevención al cien por ciento", en países como el nuestro: "Una buena medida sería detectar a toda persona que ingrese en el país y que haya estado en zonas de riesgo y proporcionarles una tarjeta con números de teléfono a donde deben llamar inmediatamente si se sienten enfermos en los 10 a 14 días siguientes de su regreso.