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Lucha por salvar su vida / No alcanzó a hacer realidad el 'sueño americano'

POR: RAFAEL IBARRA CAMACHO

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Abre su boca intentando gritar, no lo logra, gira la cabeza de un lado a otro, los dedos de su mano izquierda no paran de moverse, por momentos utiliza esta mano para jalarse los cabellos en forma desesperada. Juan Domínguez Mendoza está recostado en una cama del Hospital General, su familia lo rodea y tal parece que él intenta decirles todo lo que vivió desde el día de su accidente.

La habitación de ultrasonido y ginecología es la más visitada del Hospital General, este espacio se acondicionó para recibir al inmigrante lagunero que regresó antier a su tierra después de sufrir un accidente automovilístico en Estados Unidos.

Las lesiones fueron serias y aunque los médicos del Hospital General de Denver, Colorado, dijeron que quedaría en estado vegetal, sus ganas de vivir y el apoyo de su padre le han permitido avanzar en su difícil recuperación.

El pasado viernes a las 14:00 horas Juan regresó a su tierra natal, el último año y dos meses estuvo internado en el nosocomio norteamericano, en este tiempo don Andrés Domínguez Rodríguez, su padre, se convirtió en su ángel de la guarda.

Muchos familiares de Juan han llegado a visitarlo, él solamente los puede ver y escuchar, sus gestos y movimientos permiten ver que él quiere hablar con ellos, mueve desesperadamente sus dedos y abre su boca que no emite ningún sonido y ahoga su desesperación.

En el primer encuentro con su familia, don Andrés y su hijo, optimistas presumen a sus seres queridos lo que juntos aprendieron en este tiempo en Estados Unidos, el padre pone en la mano de Juan una pluma y le detiene un cuaderno.

“Escríbeles el número”, dice animoso don Andrés, Juan hace un gran esfuerzo y alcanza a escribir unos cuantos números, después escribe con mucha dificultad unas cuantas letras que reunidas dicen “madre”.

La familia convenció a don Andrés de que fuera a descansar a casa de su hermana María de la Luz, él no está acostumbrado a separarse de su hijo, desde julio del 2002 no se le separa ni un instante, ella se ofreció a relevarlo en el hospital y lo convenció de que ahora cuenta con el apoyo de su familia para atender a Juan.

“Yo lo crié desde que era niño, creció con mis hijos, y como quien dice también es mi hijo, uno los ve irse a buscar el dichoso “sueño americano” y nunca piensa cómo van a regresar, nada más se los encomendamos a Dios”, dice mientras acomoda una sábana que colocaron debajo de Juan para poderlo mover más fácilmente, luego estira el cuello de su blusa para limpiar unas lágrimas que se asoman por sus ojos.

La mujer no deja de acariciarle el brazo a su sobrino, le toma la mano derecha y le estira los dedos, luego el antebrazo y le da un masaje, “Andrés es el que sabe cómo atenderlo, allá (Estados Unidos) lo enseñaron y como quien dice es su enfermero”, comenta doña María de la Luz.

En ella se refleja la esperanza que tiene toda la familia Domínguez, tristes por el accidente de Juan y más por las secuelas que éste dejó, en ninguna de sus frases faltan las palabras “primeramente Dios”.

“Los doctores dijeron que iba a quedar como vegetal, pero mueve un poco su pierna, su brazo izquierdo lo mueve más y cuando algo no le gusta nos mueve la cabeza”, dice doña María.

La familia está confundida, no tienen dinero, no saben de dónde van a sacar para solventar los gastos de Juan, están seguros de que quieren llevarlo a su casa en el municipio de Nazas, Durango, pero aún no saben cómo ni cuándo.

“Una doctora nos dijo que el martes lo van a dar de alta, pero cómo, en Estados Unidos nos dijeron que aquí nos iban a apoyar el tiempo necesario y cuando llegamos nos dijeron que teníamos que traer todo lo que Juan necesita, mi hermano se lo quiere llevar a Nazas pero necesita acomodarse porque él tiene a los tres hijos de Juan y no tiene dinero, trabaja en lo que se puede, a veces en la obra y a veces en el campo”, dice doña María, que ni un instante deja de acariciar a su sobrino, le toma la mano, le acomoda la sábana, le toma su cabello y le pregunta si está bien.

El primer día en Torreón y comenzaron las dificultades para Juan, en su cuerpo tiene dos sondas, una para comer y otra para orinar, el viernes, cuando don Andrés intentó alimentar a su hijo se topó con la sorpresa de que no encontraban la jeringa que se necesita para introducir el alimento a la sonda.

“La anduvieron buscando en muchos lados y no encontraban”, dice doña María, quien está ansiosa por aprender todo lo necesario para atender a su sobrino, “ahora tienen que buscar el alimento, porque cuando se vino de Estados Unidos nada más le dieron seis latas, la doctora dice que sí se consiguen, pero quién sabe cómo le va hacer Andrés para comprarlas”, agrega.

Los siguientes días serán muy importantes para Juan, el regreso a su tierra está lleno de reencuen-tros importantes para él, su prima viajó a Nazas, Durango, para traer a Juan de 12, Daisy de diez y Bryan de nueve, los hijos de Juan están ansiosos por ver a su padre, desde hace cuatro años que no lo ven. Seguramente él intentará a toda costa expresar sus sentimientos, aunque sus gritos se ahoguen en la nada.

Para la familia Domínguez el “sueño americano” aún no termina, hace mes y medio que Nicandro, hermano menor de Juan, cruzó de ilegal el río Bravo, no aguantaba ni un día más estar lejos de su padre y su hermano, la suerte lo acompañó y logró reunirse con sus seres queridos en el Hospital General de Denver.

Todo estaba preparado ya, el Consulado Mexicano había realizado todos los trámites necesarios para que Juan regresara a México, ahora Nicandro vive de ilegal en Vail, Colorado, él hará todo lo posible por ganar dólares y mandarle dinero a su familia.

Doña María explica la situación de su sobrino Nicandro, “está viviendo con una señora que ayudaba a Juan y a Andrés, pero ahora que ya se vinieron él tendrá que buscar otro lugar para vivir, a lo mejor la gente de Nazas que vive allá lo va a ayudar, pero el pobre todavía no tiene trabajo... dichoso ‘sueño americano’ ”, dice la mujer que sigue esmerada en la atención de su sobrino.

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