Jean Cusset, ateo con excepción de cuando la noche es muy oscura, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Pensamos siempre en Dios a la manera de como Miguel Ángel lo pintó: un poderoso anciano de barba y cabellos blancos que desde el cielo preside el mundo de los hombres, igual que Júpiter lo hacía. El texto aquel que dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza nos hizo vanidosos: en realidad fue el hombre el que pintó a Dios a imagen y semejanza suya.
Bebió de su martini Jean Cusset y concluyó:
-Dios está de cuerpo presente en todas sus criaturas, y en cada una. En ellas hemos de mirar a Dios, y en ellas también lo hemos de amar. Todo lo demás es... pintura.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...