A mí, lo digo sin empacho, me gusta mucho el Tenorio de Zorrilla.
Cuando declaro esa afición mis amigos, lectores de Kundera, arrugan el ceño. Yo, en réplica a su acedia, les largo los sonoros versos: "-... ¡Ah! ¿No es cierto angel de amor...''. Entonces ellos arrugan todo lo demás.
La verdad sea dicha, me inquietaba un poco ese mi agrado por el Tenorio zorrillesco. ¿No debía mejor tratar al seductor en Tirso de Molina? Pero me sacó de mi desasosiego un texto leído por azar:
"... Mis amigos me dicen a veces: No puedes decir eso; piensa en tu situación. ¡Ah, pues sí lo digo! ¿Por qué no voy a decir yo que me gusta Zorrilla, que me gusta Chopin, que me gustan los valses?...''.
Eso dijo Federico García Lorca.
Así pues la próxima vez que mis amigos me acusen de cursi y trasnochado porque me gusta el Tenorio de Zorrilla, yo les diré que también a García Lorca le gustaba Zorrilla.
A ver ahora qué arrugan.
¡Hasta mañana!...