Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que oyó a Paul Robeson cantar "Were you there when they crucified our Lord?", dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:
-Yo no creo en el amor platónico. Es amor puramente intelectual, amor de la cintura para arriba. El amor entre el hombre y la mujer obedece al más fuerte llamado de la naturaleza, el que nos mueve a perpetuar la vida, y por tanto lleva en sí el poderoso instinto de la carne, tan deturpado por los predicadores, cuyas peroraciones no se fincan en el amor a la vida, sino en el miedo a la muerte, que suele rendirles más ganancias.
-Amor de alma sin cuerpo es utopía -siguió diciendo Jean Cussdet-, y amor de cuerpo sin alma es animalidad. Somos animalitos, cierto, pero con espíritu. Amor de cuerpo y alma, entonces, será amor plenamente humano.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...