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Magisterio traicionado

Gabriel Castillo

Hace más de un año la profesora Elba Esther Gordillo, presidenta de la Comisión Nacional de Acción Política del SNTE, envió a sus representantes a explicar el proyecto de crear una asociación política con carácter nacional. En su momento hubimos quienes, sin ser parte del grupo hegemónico institucional de la Sección 35, analizamos, valoramos y aceptamos, la intencionalidad de la propuesta. Nos parecía interesante que el Sindicato de Trabajadores de la Educación pudiera contar con un brazo político y que sus agremiados, de distintos partidos políticos, estuvieran en posibilidades de ocupar espacios de representación popular, especialmente en la Cámara de Diputados para defender, desde allí, la educación pública y las principales conquistas de los trabajadores.

Lamentablemente al poco tiempo se abandonó el proyecto y la profesora Gordillo decidió seguir jugando sus cartas al interior de un solo partido político (el PRI), dando el respaldo a un siniestro personaje que lleva por nombre Roberto Madrazo Pintado para que pudiera llegar a ocupar la presidencia nacional de su partido, pero a cambio de la Secretaría General del mismo, la Coordinación de la Cámara de Diputados y un buen número de curules para candidatos del gremio magisterial. Una vez conseguidos estos objetivos, buscó generar las condiciones para concretar lo que considero la peor traición de Elba Esther Gordillo a los trabajadores de la educación y a los padres de familia que representan a millones de alumnos que acuden a las escuelas públicas: aliarse con un Gobierno de derecha y los sectores empresariales de este país, para impulsar y tratar de aprobar una Reforma Fiscal contraria a los intereses de la población mayoritaria.

Es muy grave que, conociendo el contenido del Dictamen de Reforma Fiscal aprobado por la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, con el voto mayoritario a favor de legisladores panistas y priistas cercanos a ella, la profesora Elba Esther haya querido engañar a los maestros y a todos los mexicanos, buscando hacer creer que no resultarían dañados con la implantación de esa iniciativa. Hoy todos sabemos que el dictamen que por fortuna fue rechazado, introducía un nuevo impuesto del 8 por ciento que gravaría bienes como alimentos, medicinas, libros, periódicos y revistas de forma disfrazada; de igual forma se planteaba la eliminación de la tasa cero a los insumos y equipos agropecuarios, con lo que se afectaría aún más al de por sí deteriorado campo mexicano. Un aspecto lamentable en la propuesta era la pretensión de aplicar impuestos a la compra de vivienda, al transporte público terrestre y a los espectáculos públicos. ¿Acaso desconoce la líder real del SNTE la cantidad de trabajadores de la educación que no poseen casa propia y las dificultades que enfrentan para aspirar a tenerla? Seguramente también sabe lo difícil que es para sus compañeros de gremio el vacacionar dignamente con la familia al menos una vez al año o el tener acceso a eventos recreativos de calidad en forma periódica.

Por si lo señalado fuera poco, además se intentó aplicar el 25 por ciento de Impuesto Sobre la Renta a las miserables pensiones de los trabajadores, las jubilaciones, gratificaciones, aguinaldos, horas extras, fondos de ahorro y vales de despensa. Estas son conquistas históricas, por lo que es imperdonable que una dirigente de trabajadores estuviera impulsando su afectación. La sola idea, la concepción de esto es una perversidad, como bien señalara un analista político. Por ello lo que la profesora Elba Esther Gordillo intentó hacer con sus diputados incondicionales, aliados con el panismo, en buen castellano se le llama TRAICIÓN a sus compañeros de gremio y a los sectores de mexicanos más desprotegidos, a los que los maestros estamos obligados a apoyar y lo peor de todo es que nos digan, sin el menor pudor por la mentira, que la propuesta se hizo pensando en el bien de México.

Es comprensible que el presidente Fox y su partido hicieran lo imposible por sacar adelante el paquete fiscal; o que los empresarios defendieran la iniciativa que estaba acorde con sus intereses. Pero de ninguna manera es aceptable que lo hayan hecho profesores diputados, quienes debieran asumir compromisos en función de su origen de clase, pues hubieran contribuido, de aprobarse el dictamen, a dañar más la economía familiar y profundizar la pérdida del poder adquisitivo de los ciudadanos.

Elba Esther Gordillo se sumó a las voces catastrofistas del Gobierno, al señalar que de no aprobarse las reformas aludidas se afectaría “la estabilidad económica y social del país”. Con ese convencimiento se dedicó a ejercer presiones y a negociar con gobernadores para conseguir el número de votos suficiente para cumplir el compromiso hecho con el presidente Fox. Afortunadamente no logró su propósito, pero ello no impidió que en Los Pinos se le hiciera un pleno reconocimiento porque “le cumplió” al Presidente hasta el final. Ojalá así les hubiera cumplido a los trabajadores de la educación, que en lugar de sentirse representados por ella, seguramente se sentirán una vez más traicionados.

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