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Mala suerte para Fox

Por Desiderio Morales Pérez

Al igual que la vida y la historia de los países, la economía es una cuestión de recursos, proyecto, liderazgo... y suerte. Suerte que, perdonando la obviedad, puede ser buena o mala.

El gobierno de Fox, por desgracia, no ha sido muy favorecido por el azar, principalmente porque le ha tocado la mala fortuna de contar con un entorno internacional recesivo que ha impactado severamente la economía mexicana.

En los dos primeros años de su sexenio, la economía nacional para todo fin práctico ha estado estancada con un crecimiento promedio, marginal, de apenas 0.3 por ciento.

En el mejor escenario para este año, de un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de tres por ciento, en promedio en el primer trienio se habrá crecido 1.2 por ciento.

Sin embargo, esto será poco menos que imposible, porque en el mejor de los casos se espera para el 2003 un crecimiento del PIB de dos por ciento, lo que reduciría el promedio en el primer trienio a 0.8 por ciento.

En un escenario más perverso, de una guerra más larga en Medio Oriente, como la que actualmente se anticipa, se habla de que el PIB en el año en curso podría crecer apenas 1 por ciento, lo que reduciría el crecimiento promedio en el primer trienio a apenas 0.5 por ciento.

Claramente, entonces, el fantasma del estancamiento económico ronda a la primera mitad del sexenio foxista. ¿Recuerda usted las metas de crecimiento de siete por ciento al año que señalaba Fox? La verdad sea dicha, yo creo que en una gran medida, esta situación se ha debido a factores ajenos a Fox, relativos como le digo a un entorno internacional recesivo que se ha complicado aún más con la guerra y ha afectado la dinámica del país.

Mala suerte, pues el elemento fortuito ha favorecido a otros presidentes como Zedillo, por ejemplo, que descontando el trágico año de 1995, cuando la economía mexicana se desplomó un 6.2 por ciento, logró en promedio en los cinco años restantes un altísimo crecimiento anual de 5.5 por ciento. Considerando el año de 1995, el crecimiento promedio de la economía durante su sexenio fue de 3.5 por ciento.

Incluso Salinas, que gobernó de 1989 a 1994, logró un crecimiento promedio de 3.9 por ciento. Ambos, Salinas y Zedillo, se beneficiaron de que durante el periodo que gobernaron la economía mundial vivió una época de auge y prosperidad, apuntalada por la economía norteamericana, que gozó de los beneficios de la revolución de las telecomunicaciones.

A Fox, otra vez, le tocó la mala suerte de iniciar su gestión justamente con el inicio de la recesión en Estados Unidos; y, peor aún, complicada con las secuelas de los atentados terroristas en Estados Unidos en 2001, que desembocaron en la guerra que se libra hoy con Iraq.

Por supuesto, no todo es culpa del entorno externo. En lo personal, estoy convencido de que si se construyera un ?índice de culpabilidad?, del porqué está atorada la economía, el 70 por ciento de esta culpa obedece a factores externos, y el 30 por ciento a internos, atribuibles estos últimos a la dificultad evidente para construir consensos que permitan instrumentar las reformas económicas que urgen al país, problema relacionado con dificultades en el liderazgo del presidente, y un Congreso y partidos políticos que anteponen sus intereses a los de la nación.

En resumidas cuentas, sí, en efecto, hay mala suerte, pero como señalaría Juan Pueblo, no se le han ?echado todos los kilos? a las políticas económicas internas que urgen al país.

E-mail: dmperez55@hotmail.com

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