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Cuando los niños comienzan a crecer y se acercan a la adolescencia, ocurren cambios en las necesidades físicas y sicológicas que influyen sobre la manera de comer. Desde el punto de vista físico se da un crecimiento rápido y un aumento en las necesidades de sustancias nutritivas que deben ser satisfechas a través de una variedad de alimentos.
Según especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México, algunos adolescentes se dedican a la práctica de un deporte, lo cual aumenta sus necesidades de nutrimentos.
Además de los cambios físicos, los jóvenes se enfrentan a modificaciones sicológicas propias de dejar de ser niños, lo que les provoca ansiedad, inseguridad y conflictos por el temor de no ser aceptados por su grupo o medio social; estos sentimientos aunados a la influencia de la publicidad, dejan en el adolescente la sensación de que la apariencia lo es todo y son capaces de someterse a las dietas más absurdas para estar delgados, estar a la moda y ser aceptados.
A pesar de que ellos necesitan de una alimentación saludable, con tal de mantenerse delgados dejan de hacer alguna comida o desequilibran totalmente su dieta. En las ciudades es muy común este problema, además, con el pretexto de la falta de tiempo, el adolescente no desayuna o no come en casa, y tampoco lleva refrigerio porque le da vergenza con sus amigos.
Los adolescentes pasan muchas horas sin consumir alimentos y prefieren comer en la calle alimentos casi siempre muy ricos en grasa y en hidratos de carbono -lo que los pone en riesgo de desarrollar obesidad-.
Sus hábitos alimentarios se mueven entre el abuso de algunos alimentos y la carencia de otros. Se ha observado que entre los adolescentes muy delgados hay carencia de calcio y hierro.