En mi libro “Monedas Mexicanas” editado en 1968, escribí en parte, lo que sigue: “Probablemente en México, más que en otros muchos países del mundo, sea más apasionante el tema de las monedas por la inmensa variedad de acuñación habida en las 15 CECAS, palabra árabe ‘CECA’ que significa troquel o casa de moneda, que operaban en los Estados de la República, y cuyas piezas troqueladas nos conducen a campos de meditación histórica y geográfica, ya que al leer los decretos correspondientes nos remontamos mentalmente a épocas pasadas y a lugares donde se desarrollaron cruentas luchas políticas y bélicas, o bien donde las vidas se perdían en los tiros de las minas tratando de arrancar de las entrañas de la tierra, los argentíferos o auríferos metales.
Es importante conocer que la primera CECA del Continente Americano, fue la de México que empezó a funcionar en 1536, bajo el reinado de Carlos y Juana de España, y del primer Virrey de la Nueva España, don Antonio de Mendoza, Conde de Tendile-Nuestra CECA acuñó moneda suficiente para que circulara en los Estados Unidos de Norteamérica, en Filipinas, Japón y China, 256 años antes que la CECA de los vecinos del norte empezara su acuñación normal en 1793, pues las piezas que allí se acuñaron desde 1776 fueron en vía de prueba y en cantidades sumamente reducidas.
Es tan interesante el hablar de monedas mexicanas, que en los últimos años (1968) ha despertado grande entusiasmo, tanto en nuestra patria como en los Estados Unidos y aun en Europa y otras partes del mundo, donde pueden encontrarse coleccionistas y estudiosos de la numisma mexicana.
Mucho se ha escrito sobre monedas mexicanas, pero la mayoría de las obras del siglo pasado (XIX) se encuentran agotadas y en poder de algunos numismáticos de fondo que forman la “Sociedad Numismática de México”. Pero para la mayoría de los que se inician en este asunto, resultarán de mucha utilidad los datos que he logrado recopilar estudiando más de diferentes obras y documentos, entre los que figuran las del doctor Francisco José Pradeau, hábil y competente numismático mexicano que radica en Los Ángeles, Calif., y quien merece mi admiración y respeto por proporcionarnos tan selecto material. Igualmente son dignas de mención las obras del doctor Theodore V. Buttrey, de la Universidad de Yale; el gran numismático norteamericano Neil S. Uteberg, los mexicanos don Manuel Romero de Terreros y don Carlos Pérez y otros muchísimos que nos han legado sus conocimientos y documentos que no deben dormir en el polvo del olvido.
Las piezas que hoy presento de Carlos y Juana, existen en abundancia en el mercado, en falsificaciones, por la facilidad que se tiene de hacer esas piezas que en su origen eran muy imperfectas, y por lo poco conocidas entre los coleccionistas, además de la circunstancia de carecer de fecha.