MIAMI, EU.- Miami se volcó ayer a las calles para festejar el triunfo de su equipo de beisbol Florida Marlins, que el sábado ganó la llamada Serie Mundial, nombre que se da a la final por el campeonato nacional de las Grandes Ligas.
Gritos, música y cantos acompañaron a los Marlines que apenas en su undécima temporada en las Mayores ganaron su segunda Serie Mundial, tras haberse impuesto anteriormente en 1997.
Su victoria sobre los famosos Yanquis de Nueva York, el equipo que con 26 títulos es el máximo ganador en estas lides, desató un gran júbilo en esta sureña ciudad, la cuarta más grande y una de las más pobres de Estados Unidos.
Una caravana de vehículos con los jugadores recorrió algunas de las principales calles miamenses, mientras miles de personas aplaudían y vitoreaban a sus campeones, que hace apenas dos meses no figuraban en los pronósticos para llegar a las últimas instancias del largo torneo de siete meses de duración.
"Adoro estos jugadores. Me gusta que nunca se rinden", dijo el aficionado miamense Javier García, de 26 años.
Los aficionados presentes en la calle Flagler guardaron sus vítores más altos para el director Jack McKeon, de 72 años, quien abandonó su retiro para dirigir a este equipo y hacerlo campeón.
Una pancarta en un balcón decía "La sede futura del estadio Jack McKeon", en referencia a las discusiones sobre la posibilidad de edificar un nuevo estadio para el equipo en un lugar céntrico al costo de 400 millones de dólares.
Actualmente los Marlines juegan en el estadio Pro Player que inicialmente fue concebido para futbol americano.
"Somos el número uno", gritó el jardinero central Juan Pierre, quien fue un jugador importante en las victorias sobre los Gigantes de San Francisco, los Cachorros de Chicago y los Yanquis.
"Cásate conmigo, Beckett" rezaba un cartel en referencia al Jugador Más Valioso de la Serie Mundial, al lanzador Josh Beckett, quien venció a los Yanquis en el último encuentro.
En medio de las celebraciones algunos políticos locales recordaron que hace un año los dueños de equipos de Grandes Ligas estuvieron considerando eliminar la franquicia de los Marlines.
También hubo aficionados que comentaron con enojo cómo hace seis años el dueño anterior del equipo vendió a la mayoría de los jugadores importantes apenas ganó la Serie Mundial.
Sin embargo, el actual dueño Jeff Loria trató de poner fin a especulaciones en ese sentido.
"Este no es 1997. Estamos en el 2003. Nosotros no vamos a desmantelarnos", tranquilizó Loria a una estridente multitud.
Los Marlines finalmente desfilaron por la conocida Calle Ocho, en cuyos alrededores vive una gran comunidad latinoamericana y de ahí se marcharon hacia la cercana ciudad de Fort Lauderdale, donde continuarán los festejos.