MIAMI, EU.- Los fanáticos de los Marlins de Florida aún recuerdan el júbilo de 1997. Y quizás comiencen a olvidarse del dolor de 1998.
Ninguna franquicia se desplomó más estrepitosamente que los Marlins tras ganar la Serie Mundial hace seis años. Florida pasó de ser el mejor equipo en las mayores al peor en apenas 11 meses. Los astros del equipo fueron vendidos al mejor postor, como antigüedades en un remate.
Cuando todo acabó, no quedaba nada de valor. Tampoco les quedaban fanáticos a los Marlins. La caída en la tabla de posiciones llevó a un silencio en las taquillas, y la concurrencia al estadio tocó fondo en 10,038 por juego el año pasado.
Ahora, los boletos para ver a los Marlins son casi imposibles de conseguir.
A base de tenacidad y atención a los abecés del juego, Florida labró su ruta hacia un improbable puesto en la serie de campeonato de la Liga Nacional, donde se enfrentarán a los cachorros de Chicago a partir de hoy en la noche en el Wrigley Field. Y cuando los Marlins regresen a casa para los juegos tres, cuatro y cinco de la serie, más de 65,000 fanáticos estarán allí para recibirles.
"Esto demuestra lo que ya sabíamos", dijo David Samson, presidente de los Marlins desde febrero del 2002. "Esta es una comunidad grande que simplemente estaba esperando para volverse a enamorar del equipo. Solamente necesitábamos tiempo".
El idilio ha regresado. Los boletos para los juegos en Florida comenzaron a venderse el domingo al mediodía; para las cinco de la mañana del domingo, estaban agotados. Los puestos de mercancía alegórica no dan abasto ante la gran demanda de camisetas y gorras.
Los Marlins son la noticia principal en los noticieros televisivos, la comidilla en restaurantes y bares ?un cambio radical respecto a hace un año.
"Es un gran impulso para el futuro", dijo Sean Flynn, vicepresidente de mercadeo de los Marlins. "Quién sabe lo que pase más adelante, pero el verdadero rostro del sur de Florida está aflorando".