EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

Marta/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Amor no es mirar el uno al otro, sino mirar los dos en la misma dirección”.

Antoine de Saint-Exupéry

Marta Sahagún de Fox encontró una forma elegante de devolverle al PRI mexiquense la acusación que éste le hizo por peculado electoral. Este lunes anunció la cancelación de una visita que habría realizado al Estado de México, pero no a invitación del PAN sino de la esposa del gobernador mexiquense priista Arturo Montiel.

Las visitas de la primera dama al Estado de México han sido, a mi juicio, apegadas a la ley. La esposa del Presidente no es funcionaria pública y tiene el derecho de visitar el Estado de México o cualquier otra entidad del país cuando quiera. No tiene porqué hacerlo —como ella misma lo señaló en una malinformada declaración— sólo en días inhábiles. No tiene tampoco porqué prescindir de la protección del Estado Mayor Presidencial.

Pero en política una cosa es lo legal y otra muy distinta la percepción. Las visitas de la primera dama al Estado de México en vísperas de las elecciones del nueve de marzo han sido excesivamente numerosas. La del sábado 22 de febrero fue, además, de claro carácter proselitista. Es difícil argumentar que las visitas no han tenido el propósito de influir en el resultado electoral en la entidad más populosa del país. Por ello los ataques del PRI han sido inevitables.

No me cabe duda de que Marta es una mujer de buenas intenciones. Su trabajo en la Fundación Vamos México puede ser, incluso, loable. No hay razón, por otra parte, para que el Presidente acepte las presiones machistas de quienes quieren encerrar a la primera dama en las funciones meramente ceremoniales que dicta la tradición. No es Marta una mujer que haya sido simplemente una compañera sentimental de Vicente Fox. En la campaña del 2000, e incluso antes, era una trabajadora incansable que peleaba por cada minuto de tiempo aire, por cada toma favorable de cámara, por cada encabezado periodístico, por cada entrevista, por cada mención que pudiera darle presencia al aspirante a la Presidencia de la República. El propio Fox sabe que le debe mucho más que simple cariño a la colaboradora a quien decidió convertir en su esposa el dos de julio del 2001. Marta sería mucho más eficaz, y le generaría menos problemas al Presidente, si tuviera un papel más discreto: los frutos de su labor filantrópica, en particular, serían mayores si no tuviera que salir en cada foto. Sin embargo, es claro que así como se ha ganado el odio de los intelectuales y comentaristas de los medios informativos —los personeros del foro rojo—, Marta ha logrado también construirse una sólida popularidad entre la gente del pueblo. Las encuestas de opinión sugieren que, fuera del Presidente, Marta es el personaje más querido del actual gobierno. Su popularidad rebasa incluso la de Andrés Manuel López Obrador, quien se encuentra en un momento de ascenso. Yo no sé si Marta quiera aspirar a la Presidencia de la República en el 2006, pero sí me queda claro que nadie dentro del PAN —ni siquiera Santiago Creel— tiene actualmente tanta presencia pública como ella. Marta tiene una influencia política enorme sobre Fox: quizá mayor, incluso, que la que ejerció sobre Luis Echeverría “la compañera” María Esther Zuno.

Ésta es una de las razones por las que se le cuestiona. En un país en el que, a pesar del cambio de régimen, obtener la atención del primer mandatario sigue siendo parte fundamental del juego político, la facilidad con la que lo puede hacer una primera dama es objeto de envidias. La élite política mexicana siempre ha tenido una relación incómoda con las primeras damas. A Nilda Patricia Velasco de Zedillo se le criticaba su distancia de las funciones públicas: exactamente lo contrario de lo que hoy se objeta en Marta. Carmen Romano de López Portillo era objeto de críticas monumentales por sus excesos. María Esther Zuno fue objeto de sorna por su involucramiento en causas sociales y su inclinación por los vestidos típicos. Marta debe estar consciente de que su presencia constante en los medios de comunicación le asegura seguir siendo objeto de cuestionamientos. Si piensa que ésa es la mejor manera de obtener los logros sociales que dice perseguir, tendrá que aceptar el costo. De otra manera tendrá que refugiarse en el tradicional papel de las primeras damas que de momento encuentra tan estrecho.

¿Crimen de Estado?

A denuncia de parte, la PGR tiene obligación legal de investigar si Eduardo Fernández y sus colaboradores en la Comisión Nacional Bancaria y de Valores violaron el secreto bancario al supuestamente filtrar información sobre las transacciones de los Amigos de Fox. Pero no se puede desechar de manera automática la acusación de Fernández de que los Amigos de Fox realizaron operaciones de lavado de dinero.

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 21614

elsiglo.mx