fue una mañana fría de febrero del año 2000, con mi compañero Raúl Ruiz abordamos aprisa el autobús en el que se llevaría a cabo la entrevista exclusiva con el candidato Vicente Fox, en el trayecto de Tijuana a Tecate.
El vehículo parecía más un camión de escuela que un autobús de campaña. Subieron rápido los miembros de la comitiva, los invitados especiales, un fotógrafo y los asesores de Fox. Entre ellos destacaba una mujer de poco más de cuarenta años que sonriente recibía a los pasajeros y daba órdenes a diestra y siniestra. Vicente Fox llegó arropado de simpatizantes que no lo dejaban subir al camión, recibía mensajes, escuchaba quejas, sonreía y saludaba para finalmente escapar de la multitud.
Aquella mujer amable, atractiva y diligente recibió a Fox con una larga lista de pendientes: “A la cena de hoy asistirán 22 empresarios; por la tarde, Vicente tienes una reunión privada en el hotel con un grupo de maestros; los dirigentes locales del PAN quieren acompañarte al aeropuerto”. El candidato asentía con la cabeza y dejaba la decisión en manos de aquella eficaz colaboradora. Dejamos Tijuana y comienza la entrevista.
Señor Fox, ¿tiene planes para casarse? -Hay quienes señalan que no es posible gobernar a un país sin una esposa a un lado-.
Fox se revuelve en su asiento, se nota que la pregunta lo incomoda, pero responde rápido: — No, no tengo planes de volver a casarme, se puede gobernar a un país sin estar casado, ahí tenemos el ejemplo del papa Juan Pablo II quien ha hecho un extraordinario papel al frente de la Iglesia.
No hay repreguntas. Los temas saltan de un lado a otro. Fox se da tiempo para atender más pendientes. “Martita, Martita, no te olvides de nuestros invitados especiales, encárgate de que los atiendan bien al llegar a Tecate.”
Por lo menos tres veces se interrumpe la entrevista. “Vicente, me avisan que llegaremos con tiempo a Tecate y que un grupo de colonos quiere una entrevista contigo”. “Está bien Martita, diles que adelante”.
Así continuamos hasta llegar a Tecate. Vicente Fox se transforma y la entrevista concluye. Saludos aquí y allá, gritos de agradecimiento, apretones de manos desde la ventana del camión y exhortos para votar por el cambio.
Sería un mes después cuando caímos en cuenta que aquella activa colaboradora de Fox se llamaba Marta Sahagún y que lo había acompañado desde el gobierno de Guanajuato. Nunca pensamos que algunos meses después su asistente se mudaría a Los Pinos y posteriormente se convertiría en la primera dama de México. De aquí en adelante todo puede suceder en el futuro de Marta de Fox. En otros países la intervención de las primeras damas en la política es muy común y aunque casos como el de Evita Perón son muy contados, existen evidencias de primeras damas que han ejercido un poder determinante sobre sus países por encima del de sus esposos.
En México no ha ocurrido así por el machismo tradicional y también porque los presidentes han sido hábiles para ocultar la influencia de sus esposas.
Una de las primeras damas que más influyó sobre un presidente mexicano fue Esther Zuno de Echeverría, la famosa compañera que tuvo un notorio poder sobre Luis Echeverría. Pero pensar entonces que una esposa de un presidente llegara a Los Pinos era una infeliz locura.
Ahora la posibilidad no es tan lejana y eso lo saben Fox y su Martita, de ahí el peligro real de que la actual primera dama, una mujer con escasa preparación académica y trayectoria política, llegue a convertirse en la primera presidenta mexicana.
Los recientes libros que provocaron una agria respuesta de Los Pinos son puntos a favor de Marta porque le suben su popularidad y su nivel político. ¿Por qué no se escriben libros de algunos secretarios de Estado o gobernadores oscuros?
Pero la respuesta de la pareja presidencial es sospechosa. Por un lado Fox pide respeto a la vida privada pero precisa que no habrá censura ni acciones autoritarias. ¿Acaso puede un Presidente en esta etapa democrática prohibir la publicación de un libro?
Marta Sahagún es todavía más audaz. En lugar de los desplegados de prensa o la entrevista formal con Joaquín López Dóriga, acude al programa de Brozo en busca de más simpatías del pueblo mexicano. Lo que menos le interesa a Marta es desmentir lo publicado porque sabe que el libro apenas lo leerá una reducida élite de mexicanos.
Pero con Brozo su imagen crecerá y quienes nunca creyeron que la primera dama tenía aspiraciones presidenciales, ahora ya no les quedará la menor duda. Martita, pues, ya está en la contienda presidencial del 2006.
“Hasta ahí lo dejamos por ahora”, le dijo a Brozo cuando le preguntó si estaría dispuesta a continuar el proyecto foxista. Más claro ni el agua.
Lo lamentable de todo esto es que los medios capitalinos y los gobernantes cayeron una vez más en la trampa de las intrigas políticas y en lugar de atender los conflictos de seguridad, salud y economía, se han puesto a discutir el futuro político de la primera dama mexicana.
* Licenciado en Comunicación por la Universidad Iberoamericana con Maestría en Administración de Empresas en la Universidad Estatal de San Diego. Comentarios a josahealy@hotmail.com