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Más allá de la razón

Yamil Darwich

En días pasados me sorprendí con la nota periodística: “Grupo de altos ejecutivos se divierten con vestido y tacón”; se refería a una nueva forma que han encontrado las minorías para reunirse, a través de dos negociantes del Distrito Federal que han establecido un centro al que pueden acudir los llamados transvestistas, rentar ropa de mujer con todos los complementos y relacionarse con personas de las mismas preferencias sexuales.

Si Usted piensa que esos son usos y costumbres de habitantes de las grandes ciudades, debo informarle que está equivocado. También en días pasados pude encontrar un cartel en pleno centro de la ciudad de Torreón, donde “La Asociación por el Respeto a la Comunidad Gay, A.C.” lanza la convocatoria para “un evento único en la Laguna”, a efectuarse el día último de octubre en las instalaciones de la sección 38 del SNTE, que como centro social de los maestros no han tenido el menor empacho de rentar sus espacios al mejor postor, dejando de paso una constancia más de su insistente e irresponsable postura en deseducar a las mayorías, asunto en lo que tal vez no estén de acuerdo los profesores por ellos representados, los realmente dueños del lugar.

Aún hay más: según los expertos en navegar por internet, existen varias páginas web en las que se pueden establecer contactos, iniciar amistades y entablar compromisos para las relaciones sexuales de todo tipo, incluidas las homosexuales. Si cree que únicamente se refieren al medio internacional, debo decirle que tampoco es así; se incluyen cadenas de grupos minoritarios de la región, que por ese medio de la telemática están en comunicación directa con los usuarios, entre ellos los jóvenes curiosos.

En otras ocasiones le he externado mi punto de vista en relación a la defensa de los derechos de los grupos llamados de las “minorías”, a los que les debo mi más profundo respeto y hasta compromiso humano de defender sus posturas ante las posibles injusticias, siempre y cuando respeten a las “mayorías”.

También hemos dialogado que ese derecho termina cuando se ofende al de los demás, o en el momento en que se rebasen las normas sociales establecidas, esas que dan orden a nuestras formas de convivencia.

El caso de la homosexualidad ya ha sido ampliamente manejado en el medio regional, a partir de los acontecimientos suscitados con el mal manejo del caso por parte de algunas autoridades de Torreón, quienes por su falta de sensibilidad política y hasta humana agredieron a los homosexuales provocando su ira y reuniéndolos en su contra; el hecho llevó, inclusive, a la burla pública y agresión contra el presidente municipal, sin respetar su investidura, que ante todo es la de primera autoridad, elegido por nosotros, la “mayoría” de los ciudadanos.

Ya disparadas las pasiones y desbocados los intereses, salpicados de acusaciones con tintes políticos y amarillistas, los intentos de cambio de legislación terminaron perdidos en la nada, logrando desvanecer los homosexuales las propuestas que pudieron haber sido reformas convenientes para las “mayorías”, en relación a los reglamentos de prevención social.

Por último, en un franco reto a la imagen de la autoridad de Torreón y con el visto bueno de los administradores del centro social de los profesores del SNTE, que con sus actitudes comerciales se muestran favorecedores de la causa, aparece el cartel pegado en el centro de la ciudad, invitando a la generalidad a un evento en el que se promoverá la homosexualidad, que de fondo muestra el interés de unos pocos por hacerse presentes y ganar fuerza política para otras cuestiones, más allá del simple exhibicionismo.

Recordemos un poco sobre el tema de la homosexualidad:

La clasificación tradicional de los individuos con preferencias homosexuales es de: verdaderos, aquellos que tienen una clara preferencia por sujetos del mismo sexo, con gustos bien definidos en cuanto a apariencias físicas y particularidades psicológicas y muestran habilidad para evitar el choque social; es decir, no tienen confundido su rol con el de la mujer, saben protegerse y prevenir la agresión y no requieren actitudes feminoides, evitando caer en la burda imitación.

Los de conveniencia, sujetos que buscan un beneficio material o económico con la práctica homosexual. Generalmente de actividad bisexual, según lo que les convenga en el momento, usan sus recursos para conquistar a personas que les sostengan o ayuden económicamente. Ellos tienen antecedentes muy particulares de su infancia, con imágenes familiares muy débiles y con datos de muy poco apoyo para que alcanzaran la maduración psico-afectiva en sus personas; de paso, son incapaces de mantenerse por sí mismos y en muchas ocasiones son delincuentes potenciales. Viven una patología social muy particular que, de no atenderse, los llevan a vidas adultas y de la tercera edad con gran dolor psíquico.

Por último, están los ideatorios, que como dijera el doctor Juan José Álvarez-Gallou, padre de la sexología en México, creen que son homosexuales y han vivido roles confundidos; imitan a las mujeres en su vestir; tienden a ser transvestistas; no diferencian plenamente sus gustos al momento de definir parejas y son agredidos física y socialmente. En ellos se presentan altas estadísticas de estados depresivos prolongados y profundos, al ser repudiados por su familia y/o por la sociedad que hace mofa de ellos. Algunos casos terminan en suicidio.

Existen otras clasificaciones modernas que incluyen hasta seis diferentes tipos de homosexualidad, incluyendo además las preferentemente homosexuales o bisexuales y el lesbianismo para el caso de mujeres.

La sexología acepta su existencia y niega que se trate de una enfermedad física o psicológica, aunque existan sospechas de ciertos predisponentes genéticos y la descripción de ambientes familiares que favorecen a la homosexualidad.

También en la sexología se dice que “el derecho de uno termina donde empieza el derecho del otro” refiriéndose al caso. Si la homosexualidad no es considerada una enfermedad o delito, también es responsabilidad del practicante evitar escándalo social, no violentar los derechos de los demás o atacar el orden tradicional y socialmente considerado natural, especialmente de los jóvenes, que pueden ser presa fácil de la confusión y el engaño.

Si los homosexuales defienden sus derechos individuales y luchan porque los respeten en su condición humana, también deben atender los gustos y normas sociales de las mayorías, aún y cuando hayan sido maltratados a través de los tiempos y hasta sancionados con penas morales graves por parte de las religiones. ¿no le parece? ydarwich@ual.mx

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