Primera parte
El padre Brian Kolodiejchuk, M.C, postulador de la causa de beatificación de la Madre Teresa de Calcuta nos informa que el pasado 20 de diciembre se hizo público el decreto de reconocimiento de un milagro atribuido a la Madre Teresa.
Así, tres meses después de que se cumplieran cinco años de su muerte, se anunció la beatificación de la religiosa. La razón principal de un plazo de tiempo relativamente breve ha sido ciertamente la gran reputación de santidad que tuvo la Madre Teresa durante su vida. Muchas personas la consideraban santa, e incluso la llamaban ¡una santa en vida! Era la opinión generalizada, no sólo entre los católicos, sino entre personas de otras religiones e incluso agnósticos.
Los medios de comunicación internacionales siguieron con gran interés su vida y su labor. Muchos admiraban su caridad y amor desinteresado por los pobres. Se convirtió en un símbolo de compasión hacia los más pobres de entre los pobres. Cuando falleció, el gobierno indio le rindió un gran homenaje con un funeral de Estado al que acudió un importante número de líderes mundiales. Mucha gente de todo el mundo vio el funeral en televisión. Representó un maravilloso tributo a la Madre Teresa y a su reputación de santidad.
Pero por encima de todo, fue llorada por la gente sencilla, por los pobres que habían experimentado su amor maternal y que posteriormente dieron testimonio de su santidad. Como consecuencia de esta extendida y sólida reputación de santidad, tras la muerte de la Madre Teresa, enseguida la Congregación para las Causas de los Santos (CCS) recibió una avalancha de peticiones para que su Causa de Beatificación y Canonización comenzara inmediatamente.
Uno de los primeros requisitos -entre los esenciales- se verificó cuando en octubre de 1997 el arzobispo de Calcuta, monseñor Henry De Souza, pidió a la CCS una dispensa de la norma que exige esperar cinco años, desde la muerte, para iniciar la investigación diocesana sobre la vida, virtudes y reputación de santidad. Catorce meses después, el 12 de diciembre de 1998, la CCS otorgó la dispensa y pudo comenzar la investigación diocesana sobre la Madre Teresa.
Si bien hubo una excepción al período de espera, no se produjo ninguna otra al proceso formal o cualquiera de sus etapas. La Positio sobre las virtudes (una especie de tesis en la que se recopila toda la información pertinente para el reconocimiento de las virtudes heroicas) se preparó bajo la dirección del relator, monseñor José Luis Gutiérrez Gómez.
Esto, por supuesto, requirió mucho trabajo y esfuerzo. Se realizó un estudio riguroso y detallado de la vida y obra de la Madre Teresa. Fue una labor atractiva y gratificante porque se descubrieron muchos detalles. En abril de 2002, la Positio se completó y se entregó al estudio de la CCS.
Todo este trabajo fue posible por la dedicación y el esfuerzo de los que trabajan en la Causa en Calcuta y en Roma y por la generosa ayuda de muchas personas. Pero lo más importante fue la Providencia Divina. Recibimos la ayuda adecuada en el momento oportuno, y verdaderamente puedo decir que la mano de Dios nos asistió y nos guió en todo el camino.
El motivo principal del atractivo de la Madre Teresa puede encontrarse en el atractivo del Evangelio mismo. Lo más visible y atractivo en la Madre Teresa fue una vivencia radical del mensaje evangélico. Lo que la hacía tan admirada y valorada no era tanto su elocuencia, dado que de hecho sus palabras eran bastante sencillas, sino más bien su forma de poner el amor en acción, según enseñó Jesús.
Una profunda comprensión y fe en el mensaje evangélico arraigaron en ella, penetrando su ser, y ello se reflejó en su vida. No se permitían transigencias, y en esto su determinación y su valor fueron admirables. Hasta sus críticas llevaban este rasgo. Su vida y su labor dieron autenticidad a sus palabras y esto era lo que la gente buscaba cuando la invitaban a pronunciar discursos o la elegían para distintos premios y honores. Incluso en una sociedad tan secular, la vivencia radical del Evangelio es aún atractiva.
Un aspecto particularmente importante de este atractivo fue el servicio de la Madre Teresa a los más necesitados. Su compasión, atención y servicio efectivo a éstos -los últimos y más pequeños, los no deseados, los no amados- fueron la expresión de un amor incondicional y abnegado en respuesta a la especial llamada que recibió en 1946: apagar la sed de Jesús de amor y almas.
En una época en que el rechazo a la vida es tan frecuente y la gente es abandonada a causa de la indiferencia, la Madre Teresa llegó como mensajera a cada persona que encontraba: Dios te ama y te desea, Él te anhela, Él tiene sed de ti. Ella vivió este mensaje abrazando a los más pobres, a los más abandonados, a los menos amados, a los que ya nadie quiere y para los que ya nadie tiene tiempo. Con ella, todos se sentían especialmente amados.
El hecho de que la Madre Teresa genere admiración indica que la gente busca aún lo espiritual. Las personas, a menudo sin saberlo, tienen sed de Dios. Como dice el Santo Padre en su Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte, la santidad, un mensaje que convence sin necesidad de palabras, es el reflejo vivo del rostro de Cristo. En el nivel más profundo, era la santidad de la Madre Teresa lo que atraía a la gente y era su rostro lo que admiraban en ella.
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Continuará el próximo domingo.