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Media Cancha

Julio Villanueva Roca

Soberbia

¿Qué tal, amigos... ? Siempre hemos dicho que el entrenador de un equipo de futbol es mucho más del cinco por ciento que señaló el ?Tuca? Ferreti cuando fue campeón con Chivas, en este caso el responsable de la derrota de Tigres (que no culpable) es el entrenador Nery Pumpido, el mismo que cuando fue campeón con Argentina en el 86, habló muy mal de la afición mexicana por haberle entregado su corazón a la selección de Brasil.

Pumpido venía de ser campeón de la Copa Libertadores con el Olimpia de Paraguay, cuando fue contratado por Tigres, desde el primer momento se mostró altanero y soberbio con la prensa y aficionados en general y a medida que fue pasando el tiempo, mostró su verdadero carácter, que tal vez fue lo que perdió a su equipo.

Luego de algunos partidos brillantes (Sobre todo con Walter Gaytán en la cancha) y otros no tantos, Tigres terminó el torneo como súper líder. Ya en semifinales les tocó enfrentar al Toluca, dirigido por el ex técnico felino ?Tuca? Ferreti y ahí empezó la caída del equipo.

El todavía técnico auriazul, se preocupó más de demostrar y pregonar a diestra y siniestra, que el equipo lo había formado él y no Ferreti, no quería que se ponga una duda sobre su trabajo, quería la gloria para él sólo y casi se sentía con el título en el bolsillo.

Posteriormente se dedicó a hablar mal de los árbitros, porque en ningún partido le habían sancionado un penal a favor, y en los encuentros discutía, peleaba y ofendía al cuarto asistente porque supuestamente el central se equivocaba y por eso olvidaba dirigir a su equipo.

El resultado se vio en la final ante Pachuca, es cierto que el entrenador debe darles valor a sus jugadores y defenderlos, pero no en la forma que lo hacía Pumpido, reclamando por todo y lo peor sin razón.

La expulsión de Antonio Sancho fue infantil; primero reclama alzando los brazos una decisión del árbitro Marco Antonio Rodríguez, (de gran trabajo) que no era ni siquiera de discutir y se gana la primea amarilla. Sancho aprendió con Pumpido que hay que gritar y reclamar, el técnico no le puede decir nada porque él (Pumpido) pone el ejemplo y el jugador piensa que esta actuando bien.

Posteriormente Sancho comete una falta y luego da una ?patadita? al jugador que estaba en el suelo y se gana la segunda roja para dejar a su equipo con diez jugadores.

Por pelear y gritarle cosas al Presidente de la Comisión de Arbitraje, Arturo Yamasaki (que por cierto no tenía nada que hacer a nivel de cancha, para eso tenía un palco), no se da cuenta que a Eduardo Rergis le quedó grande el partido final y lo mantuvo en la cancha teniendo en la banca un jugador como Marco Antonio ?Chima? Ruiz, con más experiencia (34 contra 22 años), pero que no se asusta en los partidos, inclusive Rergis debió haber sido expulsado mucho antes por poner demasiada vehemencia en su juego.

Y por último, Irenio Soares explota en forma criminal en contra de Chitiva, ante la impotencia de haber sido superado futbolísticamente, aplica una falta por detrás y luego un artero cabezazo, -merecedor de una suspensión ejemplar- como resultado de la violencia que el entrenador transmitió a sus jugadores mucho antes del partido final, con sus declaraciones y poses que no viene al caso repetir.

Irenio debe una disculpa pública a Chitiva primero y a la afición en general, porque le hizo un gran daño al futbol.

Todos vimos y escuchamos lo que dijo Pumpido al terminar el encuentro, (en una sola cosa estamos de acuerdo con él, el silbante no compensó el tiempo que se perdió y dio solamente tres minutos) El que se ?enganchó? fue el propio presidente, Alejandro, Rodríguez quien es empleado de Cemex, y su demostración de no saber perder, puso a una empresa seria en ridículo al no reconocer que el Pachuca fue campeón porque fue el mejor en la final, como lo hicieron sus propios seguidores. Le puede costar el puesto.

De esa violencia que hablábamos, tuvo gran parte de culpa la prensa regiomontana, ya que seguimos de cerca los programas deportivos de los canales locales y la prensa, y les hicieron creer a la afición que Tigres no tendría ningún problema para ganarle al ahora campeón Pachuca, los hizo creer invencibles, lo que creó una carga pesada que algunos jugadores no pudieron soportar y explotaron con los resultados conocidos.

Como corolario del partido, el árbitro, Marco Antonio Rodríguez, tuvo que salir con protección policial y luego fue amenazado de muerte. Qué vergüenza.

¡FELIZ NAVIDAD!

Hasta pronto

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