Ahora resulta que la señora Furibunda me acusa de machista. De veras que no lo soy, aunque tampoco se me pude acusar de feminista. Ni lo uno ni lo otro, tal vez todo lo contrario. Déjeme y le explico señora mía: Tengo la absoluta certeza de que todos los seres humanos sin distinción de sexo color o credo; nacemos con la misma dignidad aunque en la revolufia de la vida, unos se hayan aperrado los derechos de los otros. En el caso concreto de las mujeres, recuperarlos en parte, ha sido el resultado de una larga y sostenida lucha.
Existe sin embargo una gran mayoría de hombres que al sentirse amenazados por el empoderamiento que recientemente están logrando las mujeres; utilizan términos peyorativos como el viejerío, o el arguende para trivializar cualquier movimiento que nos reúna y nos fortalezca como género. Pese a los obstáculos que han puesto siempre los machistas, en México existe ya una considerable proporción de mujeres con enseñanza superior y una activa participación política que las califica para desempeñarse como presidentas del país.
Desgraciadamente, en política no hay más alianzas que las que trazan los intereses y los intereses nunca han promovido al ser humano de calidad sino al más “conveniente” espectacular y vendible. En cuanto a mi voto, favorecerá a ser humano de cualquier sexo, que respaldado por una sólida preparación y un interés social probado con hechos, pretenda en su momento la Presidencia de la República.
Desconfío de los oportunistas que por razones circunstanciales como: ser hijos, esposas o amantes de poderosos líderes, improvisan a su sombra una súbita carrera política. Aspiro a un mundo equitativo en el que hombres y mujeres cuenten con los mismos medios para realizar con trabajo y constancia todo aquello que su vocación y su imaginación les propongan.
Y habiendo aclarado lo anterior, paso a ocuparme de los muertos tan de moda en estos días. Y aquí cabe por cierto otra aclaración sobre las mal llamadas Muertas de Juárez que si asumimos nuestra dura y pelona realidad, no son muertas sino mujeres cruelmente asesinadas ante la ciencia y paciencia de una sociedad indiferente. Nunca sabremos si las asesinadas han logrado descansar en paz, pero lo que sí es seguro es que muchos mexicanos no debemos hacerlo hasta que sepa de justicia y de que nunca jamás. Ojalá que la señora Guadalupe Morfín Otero, recientemente comisionada para esclarecer este vergonzoso pendiente, cuente con todo el apoyo que requerirá para esclarecer este hoyo negro en la justicia mexicana. adelace@avantel.net