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Meta difícil

Salvador Kalifa

El año pasado fue el primero en cuatro donde el Banco de México (Banxico) no alcanzó su meta de inflación. El crecimiento de los precios se ubicó en 5.7 por ciento, más de un punto porcentual por encima del objetivo oficial (4.5 por ciento). Una razón fueron las alzas de precios de la energía eléctrica durante el año, que se ubicaron muy por encima de dicha meta. Pero la evolución de la inflación en 2002 refleja algo más que las adecuaciones de precios públicos. Muestra que la recesión evitó que las empresas trasladaran a precios los aumentos de salarios reales que rebasan el incremento de productividad, así como el efecto sobre sus costos de la depreciación del peso frente al dólar. Este año la situación puede ser distinta y la lucha contra la inflación muy probablemente será más complicada que la del 2002, como lo demuestra el alza del ?corto? en dos ocasiones en lo que va del año. En particular, son tres los factores que tendrán un papel determinante en la evolución de los precios en los meses siguientes.

Primero, Banxico no contará en 2003 con la ayuda de una paridad estable del peso con el dólar, como sucedió en los últimos dos años. Las autoridades monetarias parecen haber perdido, en definitiva, a uno de sus principales aliados en la batalla contra la inflación. La fortaleza del peso que apuntaló hasta abril pasado los precios internos parece cosa del pasado. Nuestra moneda atraviesa ahora una etapa de debilidad, que puede exacerbarse si aumentan las complicaciones geopolíticas internacionales o se enturbia más el escenario político interno.

Salvo que se conjuguen eventos favorables extraordinarios e inesperados, todo indica que el debilitamiento del peso, aún con el alza temporal del precio del petróleo, afectará negativamente las expectativas inflacionarias de los agentes económicos y las decisiones de precios de las empresas. En enero fuimos testigos de un anticipo de lo que puede ser la depreciación del peso a lo largo del año. Si este movimiento al alza en el precio del dólar continúa por un tiempo más, se traducirá en mayores presiones inflacionarias que pueden convertirse en aumentos de precios ante las primeras señales de reactivación económica, por lo que no debe sorprendernos que Banxico haya elevado el ?corto? un par de veces y lo vuelva a hacer en el futuro próximo.

Las dificultades del peso pueden ser aún mayores si las fuerzas políticas del país se enfrascan en discusiones estériles y llegan a enfrentamientos verbales que contaminen, aún más, las de por sí enrarecidas relaciones entre los partidos políticos de oposición y el gobierno federal. El ambiente político está turbio como lo demuestran las movilizaciones campesinas durante el mes pasado y se enturbiará más con la proximidad de las elecciones federales del seis de julio, lo que afectará negativamente a los mercados financieros e intranquilizará a los inversionistas nacionales y extranjeros.

Segundo, la trayectoria de los salarios jugará también un papel importante en la evolución de los precios. Si las remuneraciones obreras se elevan por encima de la meta de inflación y de las ganancias de productividad, entonces serán otro factor que presionará los precios internos. El aumento de los salarios mínimos, más de un punto porcentual por encima de la meta de inflación, es un piso para las negociaciones salariales. Considerando la meta de inflación y el crecimiento esperado de la productividad (entre 0 y 1 por ciento), las revisiones salariales contractuales compatibles con la meta de 3 por ciento no deben rebasar, en promedio, el 4 por ciento.

Las noticias en este terreno, por ahora, no son alentadoras. Las revisiones contractuales recientes se ubican entre el cinco y el seis por ciento, y las demandas de las organizaciones sindicales no muestran que estén dispuestas a aceptar alzas inferiores al 4.5 por ciento. Esta actitud, de prosperar, ejercerá presiones indeseables sobre los precios.

Tercero, la evolución de la actividad económica afectará el ritmo al que crecen los precios internos. Por un lado, si nuestra economía permanece en recesión o cae más debido a otro tropiezo en la economía estadounidense, las empresas no podrán elevar sus precios y algunas se verán forzadas a reducirlos. Ello abate la inflación pero a un costo elevado en términos de producción y empleo. En cambio, si se supera la intranquilidad geopolítica y se consolida un proceso paulatino de recuperación económica en Estados Unidos, habrá un repunte de la actividad productiva en nuestro país que cobrará fuerza en la segunda mitad del año. Esto permitirá que las empresas busquen mejorar sus márgenes de utilidad trasladando a precios los mayores costos laborales y las repercusiones sobre sus costos de la depreciación del peso.

En síntesis, con los elementos de juicio disponibles a la fecha, la meta oficial de inflación de tres por ciento será bastante difícil de alcanzar, y más aún si en la segunda parte del año se consolida un proceso de recuperación económica. En dicho contexto no podemos descartar, además, una reversión de la tendencia descendente en el crecimiento de los precios, y que terminemos con una inflación superior a la del año pasado. En consecuencia, Banxico tendrá que hacer uso de todas las herramientas de política monetaria disponibles para tratar de sortear con éxito las amenazas actuales a la estabilidad de precios y evitar que se eleven las presiones inflacionarias cuando iniciemos nuestra recuperación económica.

E-mail: salvadorkalifa@prodigy.net.mx

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