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¡Mexicanos al grito de guerra!/Diálogo

Yamil Darwich

En días anteriores, con motivo de las fiestas patrias, resurgió el tema de nacionalismo y entre todos los símbolos y mitos nacionales, el del Himno Nacional, al que un catedrático mexicano, buscando la notoriedad periodística, descalificó por anacrónico.

Desde nuestros orígenes como nación, la enorme confusión que vivimos con el choque de las culturas española e indígena nos ha generado un conflicto interno que sólo unos pocos han llegado a solucionar. Sentimientos de menosprecio, minusvalía y equivocada desventaja comparativa han generado entre buena parte de nosotros impulsos encontrados sobre el orgullo y sentido de pertenencia en el ser o no ciudadanos Mexicanos.

Los mitos y los símbolos de las distintas culturas en la historia del mundo son útiles para poder dar sentido de identificación, pertenencia y hasta permanencia a los seres humanos que las constituyen y con ello ofrecer las mejores oportunidades para que se organicen en sociedades. El Himno Nacional Mexicano es uno de ellos.

Una parte importante va ligada a la creencia religiosa, ejemplo que podemos tomar de los países medio orientales donde el islamismo es un punto de cohesión fuerte. El profundo sentido nacionalista de los vecinos del norte es otro caso, les ha permitido enfrentar retos enormes en su permanente lucha por mantener la hegemonía mundial.

Lo mismo podemos decir de los países orientales, donde su orgullo por los orígenes, sus tradiciones y su profundo respeto a la integridad humana les han hecho peculiares. ¿y qué sería de los ingleses sin su “flemático orgullo”?, o.. ¿qué uniría a los millones de indios que mantienen un alto sentido de la espiritualidad? Por el contrario: ¿qué hace más complicada la búsqueda de la paz entre los grupos étnicos de la antigua URSS?

En ese entorno de las culturas del mundo, hoy en día, nosotros seguimos discutiendo sobre temas de identidad nacional, orígenes, constituciones genéticas y sociales y otras muchas ideas, según las conveniencias, casi siempre dejando de lado el sentido último de los mitos y los ritos, que dan el valor extra del sentirse orgulloso de pertenecer a un grupo social.

Si existió Juan Diego, o si la Virgen de Guadalupe fue un invento de los misioneros españoles; si se posó el Águila Nacional en el nopal, o Allende y la Corregidora se entendían a escondidas; si la novia de Francisco González Bocanegra lo encerró hasta que compusiera la hermosa letra y si ... otras muchas disertaciones de nuestra historia son o no verdad, evitemos confusión entre los jóvenes mexicanos, a los que les urge encontrar núcleos de identidad. No más disertaciones vanidosas que ayudan a que adopten ideas extranjeras, repudiando de paso lo nuestro.

Claro que el Himno Nacional está fuera del contexto actual, tan simple de entender como que fue escrito hace muchísimo tiempo. Obvio que muchos niños y jóvenes no comprenden plenamente el sentido de cada una de sus bellísimas estrofas, pero es claro que, más que evadir responsabilidades de adultos, debiéramos asegurarnos de dialogar con ellos y explicarles los porqué y los cómo, en el contexto histórico.

Pareciera que gozamos con romper aquel valioso principio de la psicología que dice “no puedes quitarle nada a nadie sin darle algo a cambio” y corremos el mismo riesgo con nuestros jóvenes: bloquearles su orgullo de mexicanos para que lo llenen con antivalores y la admiración por otras culturas.

Cuando demos la interpretación correcta, histórica al Himno Nacional y nos comprometamos con nuestras responsabilidad de educadores (todos debemos participar, no sólo los profesores) y luego transportemos e interpretemos el sentido patriótico y nacionalista, estaremos haciendo mucho más de lo que nos imaginamos por México.

Lo invito a que hagamos un ejercicio: leamos y recordemos la de nuestro Himno Nacional, que con su música, en algún momento de los años sesenta, fue considerado en el medio internacional como uno de los más bellos del mundo:

HIMNO NACIONAL MEXICANO.

Letra: Francisco González Bocanegra; Música: Jaime Nunó.

CORO: Mexicanos, al grito de guerra/ el acero aprestad y el bridón,/ y retiemble en sus centros la tierra/ Al sonoro rugir del cañón.

ESTROFAS: I Ciña ¡Oh Patria! Tus sienes de oliva / de la paz el arcángel divino,/ que en el cielo tu eterno destino/ por el dedo de Dios se escribió. Mas si osare un extraño enemigo/ profanar con su planta tu suelo,/ piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo/ un soldado en cada hijo te dio.

II: En sangrientos combates los viste/ por tu amor palpitando sus senos,/ arrostrar la metralla serenos,/ y la muerte o la gloria buscar. Si el recuerdo de antiguas hazañas,/ de tus hijos inflama la mente,/ los laureles del triunfo, tu frente,/ volverán inmortales a ornar.

III: Como al golpe del rayo la encina/ se derrumba hasta el hondo torrente/ la discordia vencida, impotente,/ a los pies del arcángel cayó. Ya no más de tus hijos la sangre/ se derrame en contienda de hermanos;/ sólo encuentre el acero en tus manos/ quien tu nombre sagrado insultó.

IV: Del guerrero inmortal de Zempoala/ te defiende la espada terrible,/ y sostiene su brazo invencible/ tu sagrado pendón tricolor. Él será del feliz mexicano/ en la paz y en la guerra el caudillo,/ porque él supo sus armas de brillo/ circundar en los campos de honor.

V: ¡Guerra, guerra sin tregua al que intente/ de la patria manchar los blasones!/ ¡Guerra, guerra! los patrios pendones/ en las olas empapad. ¡Guerra, guerra! en el monte, en el valle, / los cañones horrísonos truenen/ y los ecos sonoros resuenen/ con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!

VI: Antes, Patria, que inermes tus hijos/ bajo el yugo su cuello dobleguen,/ tus campiñas con sangre se rieguen,/ sobre sangre se estampe su pie. Y tus templos, palacios y torres/ se derrumben con hórrido estruendo,/ y sus ruinas existan diciendo:/ de mil héroes la patria aquí fue.

VII: Si a la lid contra hueste enemiga/ nos convoca la trompa guerrera,/ de Iturbide la sacra bandera/ ¡Mexicanos! valientes seguid. Y a los fieros bridones les sirvan/ las vencidas enseñas de alfombra:/ los laureles del triunfo den sombra/ a la frente del bravo adalid.

VIII: Vuelva altivo a los patrios hogares/ el guerrero a contar su victoria,/ ostentando las palmas de gloria/ que supiera en la lid conquistar. Tornáranse sus lauros sangrientos/ en guirnaldas de mirtos y rosas,/ que el amor de las hijas y esposas/ también sabe a los bravos premiar.

IX: Y el que al golpe de ardiente metralla/ de la Patria en las aras sucumba/ obtendrá en recompensa una tumba/ donde brille de gloria la luz. Y de Iguala la enseña querida/ a su espada sangrienta enlazada,/ de laurel inmortal coronada,/ formará de su fosa la cruz.

X: ¡Patria! ¡Patria! Tus hijos te juran/ exhalar en tus aras su aliento,/ si el clarín con su bélico acento/ los convoca a lidiar con valor. ¡Para ti las guirnaldas de oliva;/ ¡un recuerdo para ellos de gloria! / ¡un laurel para ti de victoria! / ¡un sepulcro para ellos de honor¡ .ydarwich@ual.mx

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