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Mi ciudad/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Mi ciudad es chinampa en un lago escondido.”

Eduardo Salas para Guadalupe Trigo

Soy un gran amante de mi ciudad. En eso no soy diferente de cientos de millones de personas en todo el mundo que adoran el lugar en el que nacieron y viven. La única diferencia es que soy chilango y vivo en la ciudad de México, una urbe que a menudo se presenta como ejemplo de deshumanización citadina. Pero en medio de este monstruo inmanejable de 20 millones de habitantes, de esta ciudad cuya fama principal es de inseguridad, de este mar de concreto cubierto permanentemente de aire contaminado, encuentro una ciudad que vale la pena disfrutar y amar.

Si alguna característica positiva se le puede atribuir a la ciudad de México es su apertura. Ésta es una ciudad que apenas contaba con tres y medio millones de habitantes en la década de 1960 y que ha crecido de manera impresionante hasta lograr su dimensión actual. El crecimiento ha sido casi completamente producto de la inmigración. Cientos de miles de personas provenientes de toda la república han llegado cada año durante décadas al área metropolitana de la ciudad de México y han hecho aquí su hogar.

Casi cualquier ciudad del mundo sería hostil ante los foráneos tras una invasión de esta magnitud. Pero los chilangos, pese a nuestra fama de prepotencia, hemos recibido sin chistar esta marea humana. Los arribantes han encontrado en la ciudad acomodo y empleo. No ha habido nunca el rechazo que ciudades como Nueva York, París o Londres le acuerdan a sus inmigrantes. En cuestión de meses quienes llegan a esta vieja México-Tenochtitlán se consideran chilangos y están dispuestos a traer a familiares y amigos de sus regiones de origen.

Tan abierta ha sido esta ciudad que ha permitido que la gobiernen quienes vienen de fuera. El mayor ejemplo, sin duda, es Andrés Manuel López Obrador, quien ocupa la jefatura del gobierno del Distrito Federal a pesar de ser tabasqueño y de haber llegado hace relativamente poco tiempo. Es difícil pensar en una ciudad en la república o el extranjero que se dejaría gobernar con tanta facilidad por un forastero. Me ha tocado ver ciudades en que una persona, incluso nacida en la localidad, es considerada advenediza porque sus padres provienen de otro lugar. Pero la verdad es que los chilangos no se preocupan por ver el acta de nacimiento ni siquiera de sus gobernantes.

A pesar de los enormes problemas generados por la inmigración, la ciudad de México se las ha arreglado para mantener una razonable prosperidad y los servicios que tiene se encuentran entre los mejores del país. En parte esto es producto de los subsidios ocultos que la federación siempre le ha dado y entre los que se cuenta el hecho de que la mayoría de los empleos que genera el gobierno federal se concentran en la ciudad de México. Parte de la prosperidad surge también, sin embargo, del carácter emprendedor de los inmigrantes, que se han atrevido a establecer en su ciudad adoptada negocios que quizá no habrían instalado en sus lugares de origen.

México es por mucho la ciudad más dinámica del país en el ámbito cultural. De hecho, rivaliza en este campo con las principales urbes del mundo. Es tan amplia la oferta artística y cultural que a veces parece imposible encontrar público para toda. Todos los días se exhiben decenas o quizá un centenar de obras de teatro. Hay numerosos conciertos, funciones sin fin de cine cultural y comercial, exposiciones de arte de todo tipo. En la ciudad de México se puede encontrar desde los espectáculos infantiles más delicados hasta el sexo en vivo y sin censura. Hay lugares y públicos para todo.

La ciudad de México ofrece una gran libertad para quienes están acostumbrados a las restricciones sociales de otros lugares del país. Aquí nadie se preocupa por la vida íntima de otras personas. Las parejas de todas las clases sociales y todos los estados civiles acuden a los moteles sin inquietarse por ser vistas. Se da por hecho que cada quien debe buscar su cada cual, aun cuando el cada cual no cumpla con todos los requisitos que uno pudiera pedir.

Quizá por eso Eduardo Salas pudo escribir para el compositor Guadalupe Trigo que “mi ciudad” es “rehilete que engaña la vista al girar... Es un bosque de espejos que cuida un castillo, monumentos de gloria que velan su andar.” De hecho, México es como una mujer que, a pesar del paso del tiempo, se mantiene siempre invitante, siempre hermosa y siempre llena de sorpresas.

CARLOTA

Jacobo Zabludovsky no ha perdido el colmillo periodístico. Así lo demuestra el hallazgo del departamento de Carlota Robinson en un paciente trabajo realizado por su reportero Víctor Gamboa para el noticiario “De una a tres” del Grupo Radiocentro.Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com

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