EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

Miedo de guerra/Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“La cobardía es el miedo consentido; el valor, el miedo dominado”. Claude Lecourbe

Nueva York.- Este pasado domingo el hotel Hilton, en el que me hospedaba en esta ciudad estadounidense, fue desalojado. La operación se llevó con un amplio despliegue de policía. La Avenida de las Américas fue cerrada mientras decenas de policías entraban en tropel al salón principal del hotel. Al final quedó claro que el motivo de toda la operación era una maleta brevemente abandonada en el lobby y cuyo distraído dueño apareció posteriormente.

En los días subsecuentes el ingreso a la isla de Manhattan se ha vuelto pesado. Muchos de los camiones que ingresan por los puentes y túneles son detenidos por la policía para revisar su carga con detalle. Estos retenes no habían operado desde las semanas siguientes a los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001, estos retenes habían desaparecido de Nueva York.

Los ingresos a los edificios neoyorquinos se han vuelto más complicados que nunca. Hay que presentar un pasaporte o alguna otra identificación oficial con fotografía para obtener acceso. En los hoteles se le pide la llave a los huéspedes al entrar.

El temor se siente en muchos lugares. El propio gobierno lo fomenta. El viernes pasado, siete de febrero, se elevó el nivel de alerta ante un posible ataque terrorista de amarillo (elevado) a naranja (alto). Éste es el penúltimo nivel en el sistema desarrollado por el gobierno. Sólo el rojo, que obliga al cierre y evacuación de lugares públicos y aeropuertos, se encuentra por arriba.

El temor quizá sea natural. Estados Unidos, el país que más guerras ha combatido en las últimas décadas en el mundo, se acerca a un nuevo conflicto. Pero mientras que en el pasado la Unión Americana se acostumbró a pelear guerras sin tener ninguna consecuencia en su territorio, hoy queda claro que ni siquiera la victoria más contundente impedirá acciones terroristas contra la población civil en casa.

El recuerdo del 11 de septiembre se encuentra perfectamente claro en la memoria de los estadounidenses. Pero lo paradójico del caso es que virtualmente nadie en Estados Unidos se muestra convencido, como lo han afirmado algunos altos funcionarios del gobierno del presidente George W. Bush, que haya un vínculo entre la organización terrorista Al Qaeda y el gobierno iraquí de Saddam Hussein.

Para México, que debido a su estrecha relación comercial con Estados Unidos necesita de la apertura de las fronteras del mayor mercado consumidor del mundo, el miedo que recorre a la Unión Americana es una mala noticia. Los procedimientos de seguridad establecidos en las fronteras durante las semanas subsecuentes a los atentados del 11 de septiembre tuvieron consecuencias importantes sobre las exportaciones mexicanas, que se vieron detenidas en las largas colas provocadas por las minuciosas inspecciones aduaneras. Esto favorece a los productores que se encuentran dentro de Estados Unidos frente a los que se han ubicado en nuestro país.

Otro punto negativo es un aumento gradual pero perceptible en el rechazo estadounidense a los extranjeros. Los estadounidenses se sienten cada vez más solos en su cruzada contra Saddam Hussein. Países como Francia y Alemania, que los estadounidenses suponen deberían haber permanecido permanentemente agradecidos por la lucha de Washington contra el nazismo y el comunismo, son vistos ahora como traidores. La lealtad de México ante Estados Unidos está también bajo sospecha, especialmente por el hecho de que México se ha aliado con Francia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El daño que esto puede causarle a la relación con nuestro vecino del norte es difícilmente mesurable, pero puede ser importante.

Durante la evacuación del hotel Hilton de Nueva York la gente mostraba un claro temor, el cual se fortalecía por la actitud de policías y guardias de seguridad que se negaban a dar información sobre el desalojo. En los retenes en los ingresos a Manhattan los choferes se desesperaban por la pérdida de tiempo, pero al mismo tiempo afirmaban cumplir con un deber patriótico al aceptar la inspección de sus vehículos.

Otro miedo es la posibilidad del retorno de algunas prácticas que ocurrieron después de los atentados del 11 de septiembre. Residentes y ciudadanos estadounidenses de origen árabe o de otras nacionalidades fueron sometidos a humillaciones y agresiones. El miedo tiene ésta y muchas otras caras. Y no hay peor miedo que el que se le tiene a lo extraño o a lo extranjero en el preludio de una guerra.

OTAN

Estados Unidos creó la OTAN para apoyar su lucha contra la Unión Soviética en la guerra fría. Pero ahora la OTAN se rebela en vísperas del conflicto contra Iraq. La alianza militar ha adquirido voluntad propia.

Leer más de EDITORIAL / Siglo plus

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 19977

elsiglo.mx