“La temeridad acompaña a la juventud, como la prudencia acompaña a la vejez”.Cicerón
El triunfo del PRI en los comicios federales del pasado 6 de julio no garantiza la victoria del partido en la elección presidencial del 2006. Las contiendas presidenciales, como ya lo demostró Vicente Fox en el 2000, se decidirán en estos tiempos de alternancia en buena medida por las personalidades. La suerte del PRI dependerá, pues, de quién sea el candidato presidencial.
En este sentido el anuncio del ex diputado Francisco Cinta de apoyar la candidatura del gobernador de Veracruz Miguel Alemán Velazco (o Velasco, dependiendo del acta de nacimiento que uno use para el nombre) ha sido un gambito sorprendente e interesante. Nadie puede negar la presencia de Alemán a nivel nacional. El simple hecho de que sea hijo de un ex presidente le da notoriedad en un momento en que ser conocido es el primer paso para distinguirse de las multitudes que aspiran a cargos de elección popular. Su larga trayectoria en Televisa y como empresario le ha dado también relevancia.
Miguel Alemán tiene una ventaja adicional dentro del PRI: no es un hombre que tenga enemigos políticos. Si bien muchos priistas no lo consideran brillante, tampoco le encuentran demasiados peros. Esto contrasta notablemente con otros posibles candidatos, como el presidente nacional del partido Roberto Madrazo, el gobernador del estado de México Arturo Montiel o el senador sinaloense Enrique Jackson, los cuales, a pesar de contar con apoyos significativos, generan también un rechazo de importantes grupos priistas. Por eso el propio Madrazo ha llegado a sugerir la posibilidad de que el partido busque a un candidato externo que no genere divisiones internas.
Hay otros posibles aspirantes a la candidatura presidencial priista que no generan tanto rechazo de grupos del partido, como Manuel Ángel Núñez Soto, gobernador de Hidalgo y Tomás Yarrington, de Tamaulipas. Pero ambos tienen el problema de ser virtualmente desconocidos fuera de sus respectivos estados. Y esto se convierte en un enorme obstáculo para lograr la candidatura presidencial.
Son los problemas de los demás aspirantes los que le dan visos de posibilidad a la candidatura de Alemán. Pero la principal objeción que se ofrece para su postulación es su edad. Alemán nació el 18 de marzo de 1932. Tiene ahora 71 años de edad. El 1 de diciembre del 2006 contaría, por lo tanto, con 74 años. Esto lo haría el presidente de mayor edad en la era posrevolucionaria. Adolfo Ruiz Cortines, considerado hasta ahora el “viejito” entre los presidentes, contaba apenas con 62 años cuando asumió la presidencia en 1952.
Puede argumentarse que tener 74 años no es un obstáculo para ejercer la Presidencia de la República. Ronald Reagan estaba a punto de cumplir esa edad cuando empezó su segundo período de gobierno en los Estados Unidos en enero de 1985. Actualmente el francés Jacques Chirac tiene 70 años de edad. Pero ciertamente la edad sería un tema electoral importante en caso de que Alemán se postulara para el 2006.
Quienes respaldan a Alemán afirman que éste ha sido un buen gobernador de Veracruz, especialmente por sus esfuerzos para promover obra pública. Sus enemigos señalan, en cambio, su supuesta distancia ante las tragedias que han afectado el estado: como el cruento estallido de un almacén de fuegos artificiales en el puerto de Veracruz mientras el gobernador se encontraba de vacaciones con su familia en Vail, Colorado.
El simple hecho de que se esté proponiendo la postulación de Alemán, sin embargo, es indicativo de lo necesitado que está el PRI de un candidato para el 2006 que sume en lugar de dividir. El triunfo electoral del 6 de julio podría terminar siendo la cúspide de la recuperación del partido, el cual está entrando ahora a un período de dos años en que tendrá que pagar una multa de mil millones de pesos que socavará sus finanzas.
El peor de los escenarios para el partido sería la selección de un candidato que dividiera al partido y que asegurara su derrota en el 2006.
Miguel Alemán es fundamentalmente un político conciliador. Habla suave y sabe escuchar a los demás. Y esto es algo muy valioso para un PRI que, en medio de las discusiones y los manotazos de sus principales personajes, puede perder la oportunidad de regresar a Los Pinos en las próximas elecciones federales.
Altruista
La investigadora Berta Pantoja me señala, al respecto del suicidio de María Elena Sañudo de Núñez que comenté aquí ayer, que este acto quedaría incluido dentro de lo que Emile Durkheim llamó el suicidio altruista en su obra clásica El suicidio (1897). Éste ocurre cuando una persona se quita la vida para prevenir un mayor sufrimiento a los demás.
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