El País
PARÍS, FRANCIA.- Ayer la Dirección General de la Salud admitió que, entre el seis y el 14 de agosto, han muerto en Francia “entre 1500 y 3000 personas a causa, directa o indirecta, de el calor”. Los bomberos, que entre nuestros vecinos se ocupan de las urgencias a domicilio o en la calle, detectaron enseguida que había problemas. “Esta semana” -se refiere a la primera de agosto- “los bomberos de París hemos efectuado más de 100 salidas diarias a causa del calor”, dijo el día ocho el comandante Jacques Kerdonkuff. Durante esos ocho días la temperatura diurna osciló entre los 35 y los 39.4º en la capital. En el 15 por ciento de las ciudades francesas se superaron los 40º y sólo en el extremo de la Bretaña no se ha vivido los últimos 15 días por encima de los 35º. En París, la noche del diez al 11 de agosto, el mercurio no descendió de los 25.5º, un récord histórico.
El “drama humano” del que habla el ministro de Sanidad, un Jean François Mattei que aparece como patéticamente ineficaz, se dobla de un drama económico del que aún no se conoce el contorno. La agricultura habla de pérdidas de mil millones de euros, el número de pollos muertos ya supera el millón setecientos mil y más de la mitad de los departamentos reclaman para sí la categoría de “catástrofe natural” para acceder con mayor rapidez unas ayudas públicas que se temen reducidas.
La industria constata problemas de menor envergadura pero el transporte ferroviario ha topado con múltiples problemas, como el descubrir que los raíles o hierros se deforman a partir de los 37º, que los trenes expreso tienen una climatización pensada para resistir hasta los 35º en el exterior o que el suministro de energía eléctrica pasa a ser irregular a partir de ciertas temperaturas. En Peugeot han recurrido a ritmos de trabajo más lentos para no tener que cerrar talleres en los que se está por encima de los 33º.
El primer ministro Jean-Pierre Raffarin, al que también le ha costado muchísimo abandonar sus vacaciones en los Alpes, se limitó primero a decir sin que le temblase la voz que “el gobierno mantenía el plan de prevención preparado desde hace semanas” hasta que los miles de muertos de más le han obligado a dejar el jardín en manga corta, a ponerse la chaqueta y a decretar un plan blanc que, no por tardío deja de ser bien recibido.
Antes, eso sí, contestó a las críticas de la oposición diciendo que “el espíritu de partido no tiene lugar en medio de circunstancias excepcionales”, las mismas que tres días antes se le antojaban insignificantes y sin necesidad de ningún recurso especial, como también lo ha sido el autorizar a las centrales de producción de energía, nucleares o no, el lanzar a los ríos agua a más de 29º grados, es decir, capaz de provocar trastornos importantes en la ya muy afectada fauna y flora que vive en ellos.