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BERLÍN, ALEMANIA.- Jóvenes con atuendos estrafalarios, otros con poca ropa encima, bailaron por las calles de Berlín ayer en lo que se considera la mayor fiesta callejera del mundo: el tradicional Desfile del Amor de la capital alemana.
Cientos de miles de aficionados a la música tecno desfilaron y bailaron por el parque central Tiergarten, en la décimo quinta edición del festival, al ritmo de la música electrónica que resonaba y era difundida desde 50 carrozas musicales.
Bikinis de piel de leopardo y fantásticas pelucas destacaban entre los que participaban en el desfile, famoso por su mezcla de fogosidad sexual, un ambiente bohemio y toneladas de basura que dejan atrás los fanáticos.
Había cientos de jóvenes procedentes de Polonia, con numerosas banderas rojas y blancas. “De lo que se trata es de la música y de la danza. No es importante cuánta gente hay aquí, sino la clase de gente que acude”, dijo Asha, una joven de Gdansk.
El Desfile del Amor tuvo pérdidas el año pasado y, dada la caída en el interés de la música tecno, muchos berlineses temían que los días estaban contados para la famosa fiesta.
“Parece que hay menos público que viene cada año. Creo que morirá pronto. Y no sé la razón, porque la música tecno está mejorando mucho”, opinó uno de los participantes, Tino Karde, de 20 años, con una cabellera teñida de azul y rojo y una camisa larga.
Patrocinadores corporativos y el Centro de Convenciones de Berlín ayudaron a última hora a salvar el festival de su desaparición, lo cual deleitó a los habituales del mismo.
“Hemos conducido muchas horas para esto y merece la pena. La música te hace sentir bien”, explicó Marsha Tahapary, una consultora de 26 años procedente de Groningen (Holanda).
Elisabeth, de 77 años y una amante local del festival de Berlín, parecía disfrutar de la edición de este año, presidida por el lema: “El amor es el que manda”. “Se tiene que experimentar todo. En mi tiempo no había nada de esto y es algo grande ver a tanta gente disfrutando”, dijo la anciana.
El Desfile del Amor, que comenzó cuatro meses antes de la caída del Muro de Berlín, en 1989, alcanzó su máxima popularidad a finales de la década pasada, cuando llegó a atraer a millón y medio de participantes.