Kinshasa (EFE).- Miles de niños congoleños son torturados, violados, privados de comida u obligados a beber "pociones mágicas" por adultos, incluidos sus propios padres, que les acusan de ser "brujos".
La embajadora de la presidencia congoleña para los asuntos de la niñez, Solange Ghonda, dijo a EFE que este grave fenómeno tiene causas socio-psicológicas que llevan a los adultos a descargar sus frustraciones en los niños.
Ghonda desarrolla una campaña gubernamental para explicar a la población que muchas personas torturan impunemente a los menores amparándose en creencias religiosas y tradicionales.
"Algunos oportunistas incluso acusan a los niños de brujería para que otros se hagan cargo de su alimentación, salud y educación", explicó la funcionaria congolesa.
Según Ghonda, invocando la excusa de la brujería, algunos padres han quemado vivos o apaleado hasta la muerte a sus hijos, sólo porque éstos les contaron lo que habían soñado esa noche.
Los abusos a que son sometidos los niños es asimismo la causa de que miles de ellos hayan huido de sus hogares y vivan en las calles, los cementerios y las cloacas de Kinshasa, alimentándose de desperdicios o de las sobras de los mercados y haciéndole la "vida imposible" al resto de la población, explicó.
Aunque la "brujería tradicional" es común en muchos países africanos, en el caso de la República Democrática del Congo (RDC) se ha distorsionado debido a la pobreza y destrucción de la "fábrica social" a causa de la guerra, en la que murieron más de tres millones de personas.
Los niños congoleses se han convertido actualmente en el "chivo expiatorio" de familias con problemas y padres divorciados, con enfermedades graves o que son despedidos del trabajo y descargan sus frustraciones en los menores.
Un ejemplo es el de Faustin Senkete, que perdió su empleo a fines de 1996 y luego su esposa empezó a tener problemas en su pescadería con la llegada de Laurent Kabila al poder en mayo de 1997.
La lucha para sobrevivir desencadenó una dolencia cardíaca en la mujer, y Faustin responsabilizó entonces a sus tres pequeñas hijas, Jenny, Gloria y Prisca, quienes confesaron al párroco de la iglesia local que habían sido "embrujadas" por un vecino.
Faustin afirma que por las noches sus hijas se convierten en "ratas que comen carne humana" y le anuncian "una muerte rápida" si no las obedece.
"Nunca más he conseguido empleo y cuando pregunto a mis hijas ¿por qué?, se ríen y me dicen que es por que no las escucho", dice Faustin.
"Nunca paramos de rezar y de tratar de persuadirles para que abandonen la brujería", afirma Faustin, que tiene como "consejero" en la materia a un reverendo de la Iglesia Resucitada de Nuestro Señor Jesucristo en la Tierra.
El pasado noviembre, las niñas fueron llevadas a un último rito de exorcismo. Fueron obligadas a rezar durante tres días en completo ayuno, lo que provocó la muerte de una de ellas, Prisca, de nueve años, mientras que las dos supervivientes afirmaban que "el diablo nos abandonó".
El rito desató un escándalo en la prensa de la capital congoleña, pero Faustin afirma que en realidad la que murió es la que más embrujada estaba y que "incluso me confesó que era más grande que Dios".
Para comprobar que no se trata de un caso aislado, basta recordar que los diarios locales relataron la historia de un joven que fue enterrado vivo por su tío, al igual que el de la niña, que casi murió en el estampida de la congregación en una iglesia donde se efectuaba el rito del exorcismo.
La responsabilidad de este problema hay que repartirla entre los problemas que trae la proliferación de las nuevas Iglesias Cristianas y el hecho de que la justicia congoleña no dispone aun de medios eficaces para acabar con el fenómeno.
"Hay toda una guerra paralela que se lleva contra los niños en el Congo por parte de adultos sin escrúpulos", confiesa la embajadora Ghonda.